Jens Lehmann fue un buen arquero que llegó a la selección alemana de Klinsmann y Low en el 2006 sin muchos pergaminos, pero hubo un partido que lo transformó en héroe: contra Argentina en cuartos de final. Su virtud fue la de atajar penales clave para que Alemania siga en competencia. Pero hubo un gran detalle que convirtió en histórica a aquella definición: el papelito donde tenía los datos de los que pateaban.
Luego, el papelito se exhibió en el Museo de Historia Contemporánea de Bonn, casi como si fuera un trofeo de guerra. “El papelito no me ayudó demasiado”, había dicho el arquero entonces, cuando su machete se convirtió en una pieza de museo. Pero Lehmann adivinó el palo de todos los ejecutantes. Julio Cruz fue el primero y convirtió. Después, el arquero se lo atajó al Ratón Ayala, que había sido el mejor jugador de la cancha. Llegó el turno de Maxi Rodríguez y también lo hizo. Y el cuarto fue la ejecución de Cambiasso y Lehmann, sobrio, alzó el puño derecho luego de parar el remate. Alemania fue el verdugo de Argentina. Y con picardía, Joachim Low, el hombre que enfrentó a la Argentina en la final de Brasil, se animó a sacar un papelito en la conferencia de prensa anterior a aquél partido en el Maracaná.
¿Había papelito el jueves en el Mineirao?... Sí, había papelito. Antes del partido, Burián había dicho una frase muy risueña al mencionar la posibilidad de los penales. “Ojalá que no, porque no todo el año es carnaval”, manifestó sonriente. ¡Pero la inolvidable noche del 26 de setiembre fue carnaval!. Para Burián y para los hinchas de Colón que festejaron en el estadio, en Santa Fe y en cada rincón del mundo donde hay un santafesino que se apasiona con los colores sangre y luto.
* “El partido fue muy complicado, nos superaron con mucha velocidad en el primer tiempo y hasta el gol de ellos, fueron los 30 minutos más largos de mi carrera”.
* “No somos conscientes de lo que conseguimos, nos llevará un tiempo madurar esto y darnos cuenta de lo que hicimos”.
* “Sinceramente, no deseaba llegar a los penales, no quería que la definición se diera de esta manera, pero se dio y estuve a la altura de las circunstancias”.
* “Cuando Wilson Morelo erró el primer penal, estaba tranquilo. Era el primero, había un margen de error”.
* “Estuve como siete horas mirando penales. Destaco eso porque fue un gran trabajo del cuerpo técnico. Me iban a dar el papel para que me lo llevara, pero me acordaba de todo, hasta de las caras de los que podían patear”.
Y después, habla Ignacio Chicco, el arquero suplente, “cómplice” de Burián en la definición, en una nota que le hizo el colega y amigo Emiliano Nunia en el Super Deportivo de Villa Trinidad:
* “Los primeros tres nos cambiaron la dirección y los últimos dos patearon donde los teníamos estudiados”.
* En particular, antes de los penales no le dije nada en especial. Simplemente lo alentamos, lo abracé y le dije: ‘¡Vamos que vos podés! Y andá mirándome que te voy recordando y haciendo señas adónde patean los jugadores de Mineiro”.
* “Yo tenía un buzo verde fluorescente, no le iba a resultar difícil encontrarme por más que estaba a mucha distancia”.
* “Teníamos todo estudiado. La manera en que se perfilaban, cómo pateaban y también dónde direccionaban los remates. De los 5 que patearon, los primeros tres cambiaron la dirección y un poco nos desorientaron, porque patearon totalmente distinto a lo que habíamos visto, pero los últimos fueron tal cual lo habíamos estudiado”.
* “Hay que ser muy detallista, pero alguna cámara me agarró con el papelito en la mano y después se hizo el show de cámaras. Vimos muchos penales en la previa del partido, carreras, velocidad, el estilo de jugador, dónde se sentían más cómodos al patear. Teníamos un listado de 7 u 8 jugadores y una tendencia de lo que podían llegar a hacer. Después puede salir o no, pero es una herramienta más”.
* “El entrenador de arqueros es el que se encargó de buscar los penales de los contrarios, nos reunimos, evaluamos qué hacer en varias charlas de mate. Lo hacen casi todos, supongo, pero justo me agarraron a mí con el machete en la mano”.
* “Uno está a mil cuando tiene que asumir la responsabilidad en una definición de esta magnitud, son segundos en los que se puede nublar, por eso, lo que cada uno pueda sumar siempre sirve. Muy contento con Leo, se pasó”.
* “Tenemos un buen grupo de arqueros, la relación es muy buena y uno siempre quiere lo mejor para el compañero”.
* “El Pulga Rodríguez es un crack, en los entrenamientos se queda a patear penales y nos hace renegar mucho. Es un gran profesional, no hace diferencias y está en todos los detalles del club”.
* “Ir al banco contra San Pablo fue similar por lo que era la cancha, pero esto supera todo. Llegar a la final de la Sudamericana es histórico para el club y, desde ya, que para cada uno de nosotros, también”.
Resta un protagonista en esta historia: Franco Saita. Profesor de Educación física, lleva más de diez años trabajando en el club, generalmente en divisiones inferiores y asumiendo “interinatos” en la preparación de los arqueros profesionales. Le tocó hacerlo en otros momentos y cuando Lavallén llegó a Santa Fe, trayendo consigo la idea de que fuera Javier Sodero el que se sume a ocupar ese puesto. Al final, Sodero no llegó y Saita continuó. Es el otro “responsable”, por más que se quite la responsabilidad. “Toda la virtud es de Leo”, señaló siempre.
Así se escribió la historia más linda, la de una “película” que tuvo mucha intriga, suspenso, momentos de tristeza y en los que parecía que toda la ilusión se derrumbaba, hasta que la trama se fue conduciendo solita hacia el final feliz que ningún hincha de Colón podrá olvidar por todos los tiempos.