Enrique Cruz (h)
Heredia fue el abanderado de la gran noche, pero tuvo algunos acompañantes de muy buen nivel, como Zucculini y Chancalay.
Enrique Cruz (h)
Fue otro Colón. Por ritmo sobre todo. Por convicción para presionar y ahogar al rival. Y por eficacia. Leonardo Heredia jugó el partido que nadie suponía que podía llegar a jugar. Llegó a posición de gol, como también lo hizo Zucculini —justificó plenamente en ese primer tiempo la decisión del DT de ponerlo como titular—, como pisó Estibarribia muchas veces el área de enfrente y como también apareció Fritzler para volver a ganar en una pelota quieta, como ante San Lorenzo, aunque esta vez el gol no haya llegado en forma directa por su intermedio (cabeceó el córner y Heredia la empujó).
Fue otro Colón porque el equipo no tuvo el paso previo que a veces se hace demasiado pausado cuando pasa la pelota por los pies de Alan Ruiz. A veces intercambiando posiciones los mediocampistas, con actitud y verticalidad, con un buen apoyo también en la subida de los laterales, sobre todo de Gustavo Toledo, quien cometió una infracción muy fuerte en el arranque del partido, pero levantó mucho su rendimiento como el de la mayoría de sus compañeros.
Fue otro Colón y no deja de ser sorpresivo por las características de los intérpretes. Alan Ruiz y Correa fueron los que Domínguez eligió siempre para comandar el ataque. Y jugaron Chancalay y Leguizamón, dándole también ellos un ritmo y una movilidad diferente.
Pero la clave estuvo en el mediocampo. En esos jugadores que a priori sorprendieron con sus titularidades, sobre todo Franco Zucculini. Y se convirtió en figura, ligeramente volcado a la derecha de Fritzler pero en el medio, metiéndose en el “barro” de la disputa del balón para recuperarlo y con mucha capacidad y claridad para jugarlo.
Esa actitud del equipo para correr, meter y recuperar la pelota en el medio fue el primer eslabón de esa mejoría futbolística que se advirtió desde el primer minuto de juego. Frente a un rival desconocido, pero fundamentalmente superado y desbordado por un rival más metido y mejor predispuesto, Colón liquidó el partido cuando Ramírez cometió un error inadmisible, fallando en el cálculo y permitiendo que el “Pupa” Heredia llegue al tercer gol de su cosecha y del equipo.
Es muy difícil que un volante pueda convertir un “hat-trick”. Fue la noche soñada de Heredia, un volante ofensivo que llegó de Almirante Brown el año pasado, que allí jugaba de enganche y que fue una apuesta de Domínguez en el inicio de la Superliga pasada. Heredia empezó a alternar y tuvo una muy buena actuación en un partido que fue “bisagra” para Colón y para Domínguez: el triunfo ante Racing en Avellaneda que permitió la clasificación para la Sudamericana del año pasado.
Dicen que es admirador del ritmo de cumbia de Juan José Piedrabuena y Domínguez lo puso muchas veces de doble cinco o levemente volcado hacia la derecha o hacia la izquierda. Tiene despliegue pero no mostraba la claridad y el desequilibrio que se le reclama a aquellos mediocampistas con vocación ofensiva. Todo eso que le faltaba, lo mostró en un solo partido. Y Domínguez lo sacó no sólamente para que lo ovacione la gente, sino también para preservarlo porque seguramente será titular el miércoles en Barranquilla.
Domínguez reparó en el error del sábado pasado en Avellaneda, cuando lo puso a Chancalay encajonado por derecha para que lo corra a Sánchez Miño. Le dio libertad. El —hablamos del entrenador— es el primero que debe darse cuenta de que Chancalay —otro de buen partido— tiene que jugar suelto y lo más arriba posible. Pero a favor del entrenador, la apuesta que hizo armando un mediocampo con Heredia y Zucculini, dos figuras que se retiraron ovacionados por la gente en un fiel reflejo de lo que le dieron al equipo.