El espectáculo que se montó fue una cosa. Colorido, ensordecedor, con el entrañable duelo de hinchadas y todo lo que el fútbol, como show lleno de pasión, es capaz de dar. Eso fue atractivo, emocionante, interactivo y bullicioso. Un típico espectáculo futbolero en las tribunas y con el toque tecnológico que se monta en los grandes partidos del mundo. Hasta ahí todo bien y muy agradable a la vista. Pero alrededor de eso, antes y después, hubo fallas organizativas que los hinchas de Colón consultados por El Litoral se encargaron de revelar. Al final, después de tantas recomendaciones con el “famoso código QR” del carnet de socio, los controles no existieron. “No hubo control de los carnets, a mí no me lo pidieron y los que ingresaron conmigo tampoco tuvieron que mostrarlo. Nos preguntaban si éramos socios pero nadie chequeaba si el carnet tenía la entrada. Y una vez adentro de la cancha, ibas a cualquier lado”, contó uno de ellos.
Otro comentó que “nos hicieron dejar el auto como a 3 kilómetros, había un primer vallado y nos tuvieron 40 minutos al rayo del sol, sin dejarnos pasar. La gente se desmayaba en el piso por el calor, los chicos lloraban porque por ahí perdían a sus padres. Fue medio caótico”.
“La barra entró a la cancha y desabasteció literalmente los puestos de venta de bebidas adentro del estadio”, comentó otro, a la vez que hizo hincapié en las fallas de la organización del operativo policial. “Un gran error fue vender botellas de plástico. Los botellazos empezaron en el tercer gol, tuvimos que irnos al pasillo, al no haber pulmón la distancia entre las hinchadas era mínima. Literalmente, en ese momento tuvimos que salir corriendo con los chicos en brazos, porque los de River ingresaron al sector de Colón y se armó una corrida peligrosa. Fue un caos. Y la policía mirando”, señalaron otros socios que contaron lo ocurrido adentro y afuera del estadio.
La falta de control hizo que mucha gente que no había adquirido entrada y que llegó a Santiago del Estero “a ver qué pasaba”, pudiese ingresar al estadio. El aspecto era imponente en todos los sectores, sin lugares vacíos y, por lo visto, con muchos aspectos cuestionables.
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De lo deportivo, algunos se quejaron del planteo de Domínguez, otros admitieron la superioridad de River (“con este River no se puede”, fue una frase muy escuchada) y hubo muchos que recriminaron la tibieza ofensiva que tuvo el equipo: “No podemos jugar una final sin patear al arco”, señalaron.
Todos, más allá de las quejas, se encargaron de resaltar la capacidad de convocatoria de la hinchada de Colón, plenamente demostrada en un acontecimiento excepcional –e irrepetible- como el de la final en Paraguay. “El equipo no estuvo a la altura de la gente”, dijeron, aunque la gran mayoría no olvida la alegría histórica del 4 de junio pasado, que no se mancha con este 0-4 sufrido ante el mejor equipo del momento.