La pibada que puso en Mendoza no disimula la inestabilidad de Falcioni
El miércoles, en el choque copero con Talleres, definirá su permanencia en el cargo. Eliminado de la Copa Argentina y con una campaña flojísima en el torneo local, lo sostiene solamente el partido decisivo para pasar a cuartos en la Libertadores. La desjerarquización del plantel también es responsabilidad de la dirigencia.
No se podía esperar demasiado de un equipo con tantos principiantes y primerizos. Fugas, Aarón Martínez, Ojeda, Shlishting, Déboli dirán alguna vez que la primera oportunidad se las dio Falcioni. Ignacio Chicco también tiene ahora la continuidad que todo arquero necesita y que en Colón nadie surgido de las inferiores –y que es arquero- la tuvo, desde los tiempos inmemoriales de José Luis Erni, allá por fines de los 70 y principios de los 80. No podía esperarse un Colón atildado, que suene como un violín y funcione como un motor recién afinado. Le metió un toque de experiencia en cada línea (Delgado, Sánchez Miño y el Pulga). La cuestión es que Colón volvió a perder, los que se iban a ir se fueron o se están por ir (falta que lo haga Lértora), no vino jerarquía suficiente hasta ahora para reemplazarlos y en medio de este diagnóstico, la estabilidad de Falcioni que para muchos depende de lo que pase el miércoles en el Brigadier López en la revancha con Talleres.
El sábado pasado, Falcioni sacó el papelito y tiró los nombres de los jugadores que fueron a buscar y que no pudieron traer o no quisieron venir. Se notó, “a la legua”, que Falcioni tenía el “cuchillo debajo del poncho”, para sacarlo en cualquier momento. Y lo consideró necesario después de una derrota como local, con un equipo con muchos juveniles -como el que puso en Mendoza- y en una flagrante actitud de exponer un cuadro de situación que no deja de ser real, pero que el técnico puso en el primer plano de la escena para que se entienda el por qué de este momento futbolístico y matemático del plantel.
Eliminado de la Copa Argentina, sin haber clasificado para la fase final de la Copa de la Liga producto de una gran cantidad de partidos sin ganar y con la Libertadores como única tabla de salvación, la continuidad del técnico depende del partido del miércoles. Si Colón queda eliminado, no habrá argumentos para sostener a Falcioni. Ni siquiera un proyecto futbolístico de promoción de juveniles, porque está claro que aparecen los que hizo debutar el técnico (más Danilo Gómez y Troncoso), por una cuestión de necesidad, por falta de jugadores, por un plantel que se cayó en su jerarquía y no por la convicción o respondiendo a un proyecto.
Hace poco, antes del clásico del 12 de junio pasado, Falcioni habló muy bien en la conferencia de prensa antes del partido. Palabras más, palabras menos, el entrenador rojinegro habló de la necesidad de que “toda la gente de Santa Fe disfrute de este momento, con los dos clubes entre los 16 mejores de los dos máximos torneos continentales”. Y tuvo razón. ¡Claro que la tuvo! Pero el fútbol, a veces, no entiende lo que significa la palabra paciencia. Falcioni no pudo enamorar a la gente de Colón. El equipo rindió relativamente bien en la Copa, clasificó primero, ganó con mucha autoridad los partidos en Santa Fe y superó el “robo” de aquél partido en Paraguay con los dos goles legítimos que los árbitros le anularon ante Olimpia. Pero fue eso y nada más. No es poco, tampoco mucho. Ni siquiera lo suficiente.
Si Colón queda eliminado ante Talleres, la caída del “Emperador” se dará por añadidura. Si gana, muchos creen que también debería darse su salida para no experimentar un proceso similar al que se dio con Lavallén, el técnico que lo llevó a Colón a la final de la Sudamericana pero con un decaimiento total del promedio hasta dejarlo en descenso directo antes de la pandemia que trajo como consecuencia la supresión de los mismos.
El martillo lo baja Vignatti. Ni Sciacqua ni nadie más. Y muchos sostienen que si Colón supera a Talleres, Vignatti lo va a mantener en el cargo para que afronte los cuartos de final, ya sea con River o con Vélez. Y sin Lértora, que se irá después del miércoles. Y vaya a saber si con los refuerzos necesarios y de nivel que este plantel está necesitando.
Colón logró el año pasado el objetivo que persiguió durante 116 años (los que tenía cumplidos en 4 de junio del 2021), pero de ese plantel quedan sólo algunos sobrevivientes, la desjerarquización se hizo muy evidente y los números del torneo local lo marcan: con Falcioni y en el torneo local, Colón ganó un partido de los últimos 17; de los últimos 20 partidos, ganó 4, empató 9 y perdió 7. Apenas el 35 por ciento de los puntos en el torneo local, que había arrancado bien a principios de año con algunas victorias consecutivas (las dos que consiguió en Paraná y aquélla victoria en Santiago del Estero). A partir de ese momento, muy bien en la Copa (en lo futbolístico y en lo matemático) y bastante mal en el torneo local con los números apuntados. A todo eso se suma la eliminación en Copa Argentina a manos de un equipo que se está yendo al descenso como Patronato (por más que haya sido como consecuencia de los penales). En síntesis: un panorama sombrío del que la dirigencia –Vignatti- no puede excusarse ni mirar para el costado.