Dicen que el sentido común es el menos común de los sentidos. La frase viene como anillo al dedo para explicar todo lo que pasó y lo que no pasó desde que el lunes a las 22, aproximadamente, se supo que Colón iba a jugar con River de Montevideo en esta segunda fase de la Copa Sudamericana.
A esta altura no se sabe si hubo falta de diálogo o si directamente alguna de las partes no entendió la magnitud de los hechos. No es mi intención marcar responsabilidades, ya no viene al caso. También creo que resulta, para mí, muy difícil entender que los experimentados dirigentes que tiene Colón, conocedores del club, puedan haber pensado que no iban a ir más de 2.000 hinchas a Uruguay.
Desde las 22 del lunes hasta la tardecita-noche del jueves, lisa y llanamente se perdió el tiempo. O se subestimó algo que se caía de maduro que iba a ocurrir: que a Uruguay iban a ir muchas más que 2.000 personas.
Tuvo que abrirse un sitio de Internet para que venda las entradas y colapse una y otra vez y en cuestión de minutos. ¿Se habrán dado cuenta ahí?, es posible. Y menos mal que esto, lamentablemente, ocurrió de esta forma. Imagínese lo que hubiese sido si las entradas se vendían en Uruguay y por boletería. Ni siquiera quiero imaginarlo. Porque ahí no iba a haber forma de evitar lo que ahora se evitará: que se quede mucha gente afuera y sin poder ingresar al estadio, con todo el riesgo que eso iba a significar.