Por Josefina Gómez
Los hinchas sabaleros se retiraron el viernes por la noche llenos de preocupación tras ver la última actuación del equipo de primera del club en su partido frente a Gimnasia y Esgrima de La Plata.
La preocupación se mezcló con la indignación cuando al finalizar el encuentro los simpatizantes se encontraron, una vez más, a la violencia de un grupo de adolescentes que, al salir del estadio, rompieron las vidrieras de varios negocios. Todo esto sucedía a escasos cinco metros de una formación policial que, tras un vallado protector, resguardaba la sede de la institución, y observaba lo que sucedía sin actuar ante la violencia.
Para ser más claros, un alto y fuerte vallado protegía la sede social de Colón desde la esquina de Bv. Zavalla y J. J. Paso, hasta J. J. Paso y San Lorenzo. Dentro de ese vallado un grupo de policías con escudos protectores estaba apostado en la vereda de ingreso a la Sede del club y otra formación se encontraba contra el vallado, hacia Bv. Zavalla. Además otras dos camionetas policiales con sus respectivos grupos de efectivos se encontraban en la esquina de Bv. Zavalla y Jujuy.
Salida peligrosa
A minutos de que se abrieran las puertas del estadio para desalojar a los simpatizantes de Colón, quienes salían por las puertas de la cabecera de socios y la platea oeste fueron conducidos por calle Bv. Zavalla.
Esta zona es el lugar donde más desmanes se producen a la salida de los partidos. Incluyen robos y roturas de vehículos, rotura de vidrieras de comercios, saqueos a personas y demás; todos a cargo de grupos de chicos que lejos de querer un bien para el club y el fútbol sólo buscan infundir temor entre los verdaderos hinchas que al verse superados en número les entregan lo que visten y llevan consigo.
Resulta curioso que el operativo policial haya sido organizado del modo descrito cuando tantas veces se ha hablado de lo insegura que es esa zona y de la cantidad de hinchas que han sido víctimas de estas denominadas 'banditas'. Pero lo que más preocupa es la escasísima presencia policial que había en el lugar en el momento de los desmanes.
Abran las vallas
Presionados por los hinchas que veían corridas y escuchaban gritos en la zona de Bv. Zavalla, los efectivos no tuvieron otra opción más que abrir el vallado no sin antes apostar una formación que, con escudos protectores, resguarde la sede social del club.
A su paso los hinchas demostraban su descontento ante la situación vivida. Algunos aseguraban haber sido robados y golpeados por un grupo de violentos. Otros advertían que son los mismos de siempre. Otros proferían insultos a los policías y sus familiares cansados de vivir esta situación y de temer que se repita en el próximo partido que Colón juegue de local.
También dentro del club
Para colmo de males dos miembros del equipo técnico de Mohamed, más un jugador y un ex jugador de Colón vieron cómo sus automóviles quedaron destrozados tras el partido.
Los vehículos se encontraban estacionados en un playón dentro del perímetro del club. Esta información se conoció minutos después del final del partido cuando el presidente de la institución, Germán Lerche, confirmaba a la prensa lo que hasta ese momento era un fuerte trascendido.
“Sabemos que pasó eso y lamentamos profundamente que haya sucedido”, dijo con voz preocupada. Colón había contratado 360 efectivos (entre ellos 60 adicionales) para que se encarguen de la seguridad antes, durante y después del partido.
Lerche aseguró que el club se hará cargo de la reparación de los daños y paralelamente iniciará un reclamo y promoverá un encuentro con los encargados del operativo de seguridad para evaluar lo que pasó en este partido y buscar una solución a un mal endémico que parece no tener cura.