(Enviado Especial a Córdoba)
Entre la mala tecnología, escasa cantidad de cámaras y la implícita subjetividad en las decisiones, el VAR falló contra Unión y lo privó de ser puntero en soledad. ¿Qué puede hacer Unión por lo que pasó el viernes en Córdoba?
(Enviado Especial a Córdoba)
A Unión lo despojaron de un derecho adquirido, que era el de festejar un liderazgo en soledad al menos durante casi un día (hasta que Huracán juegue ante River). Lo despojó el VAR. En este caso, el AVAR, que estaba en manos de Juan Pablo Loustau, quien acompañaba a Germán Delfino y habrá sido el encargado de tirar las líneas, algo de dudosa veracidad y exactitud producto, en el mejor de los casos, de una tecnología inadecuada o cuánto menos poco moderna.
La realidad es que se tomaron cerca de cinco minutos. Y hay, dentro de la misma jugada, otra que también se habrá analizado – ésta sí es de Delfino – que fue el empujón que desplaza a Roldán, quien salta con Quignón, el jugador de Belgrano que mete el cabezazo al medio para que Suárez, también de cabeza, marque el gol polémico que le dio el empate a Belgrano y le quitó a Unión la punta en soledad del torneo.
Los casi cinco minutos que demoró el VAR fueron una clara muestra de lo que es el VAR en la Argentina. Seguramente, una tecnología vetusta, arcaica o fuera de los parámetros de lo que hoy se observa en otras partes del mundo. Y por ende, poco confiable.
Este análisis, despojado de cualquier subjetividad respecto de, por ejemplo, entender entre líneas lo que podría haber deslizado el Kily, cuando con una calentura lógica dice: “Hay gente a la que no le gusta ver a Unión allá arriba”.
La jugada es fina para el asistente. Belgrano era local, cancha llena y tercer o cuarto minuto de descuento. Se podría entender que no se la juegue el asistente en levantar la bandera en esas circunstancias. Hecho anecdótico pues, se sabe, todas las jugadas que terminan en gol son revisadas. Para el asistente, lo más fácil es no levantar la bandera – salvo que sea una situación muy alevosa y esta no lo era – y esperar que desde el VAR se la convalide o anule.
Allí entra a tallar el VAR y ese trazado de líneas que, por tecnología propia y también por falta de mayor cantidad de cámaras o mejor ubicación de las mismas, hace que la confiabilidad esté en discusión.
El segundo elemento es el humano. Y esto tiene que ver con lo subjetivo, con las intencionalidades. El hincha a veces canta: “Aunque la Afa no quiera, la vuelta vamos a dar...”. Estas situaciones despiertan y avivan estas percepciones. Máxime cuando alguien que estuvo adentro y que conoce a la perfección la “cocina”, como Javier Castrilli, señala que “como dijo Eladia Blásquez: “… Merecer la vida no es allar ni consentir tantas injusticias repetidas...”. Otro escándalo más y van. Como Maduro en las elecciones… En la Afa se cagan en todo… Las tiranías duran lo que los pueblos toleren...”, mostrando el video de la jugada del gol de Suárez, naturalmente frenando el mismo en el momento del cabezazo de Quignón para Suárez, donde se observa que el pie del jugador de Belgrano (también el hombro), están en posición adelantada, algo que el tiraje de líneas no percibió.
Castrilli no la termina ahí. Y sigue: “Gobiernan sometiendo por medio del terror, ostentando arbitrariedades para instalar el miedo, construyendo condiciones de dominación hegemónica mediante prebendas, persiguiendo a quien opina distinto… No hablo de Maduro y Diosdado Cabello… Sino de Tapia y Pablo Toviggino”. Y concluye con esto: “Cooptaron los mecanismos institucionales de justicia, se eligieron mediante procesos eleccionarios fraudulentos, sancionan a dirigentes opositores… No hablo de Maduro y Diosdado Cabello… Sino de Tapia y Pablo Toviggino… Les falta prohibir whatsapp y X”.
Castrilli aprovechó la “volteada” para meterse en el terreno político y en su condición de férreo opositor al actual gobierno de Afa. Unión no es un opositor de Tapia, está claro. No forma parte, si es que lo hay, de un “círculo rojo” de oposición al actual gobierno. Pero Castrilli aprovecha este despojo para decir lo suyo.
Unión no puede ni debe dejar pasar por alto este fallo altamente polémico y de “dudosa procedencia”. Nadie le va a restituir lo que se perdió. Lo dejaron afuera de una victoria, pero sobre todo de vivir horas que seguramente iban a ser de enorme alegría para su gente, que aún así debe disfrutar este buen presente del equipo (por más que pasen tantas cosas no tan buenas afuera). Por allí se podría exigir que se puedan escuchar los audios del VAR para saber qué fue lo que se hizo, qué se analizó y cómo se analizó. Delfino y Juan Pablo Loustau fueron los que tomaron la determinación. Eximo de esta responsabilidad a Herrera y a su terna. El offside era fino y posiblemente imperceptible para Damián Espinoza, el asistente 1. Además, lo ya dicho: ¿para qué “jugarse” si es el VAR el que toma la decisión final si la jugada termina en gol?. Pero algo habrá que reclamar, por más que lo perdido, perdido está.
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