Por Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Comodoro Rivadavia)
El fútbol le puede cambiar la vida a un jugador de la noche a la mañana. Lo puede transformar en héroe o villano en un abrir y cerrar los ojos. Y hay frases hechas que se cumplen con rigor, como esa que dice que “el fútbol te da revancha todos los domingos”.
Matías Soto Torres se estaba yendo al descenso con la CAI cuando fue transferido a un grupo empresario que lo colocó en Unión. Firmó un contrato por cuatro años, pero el arranque del 2011 fue tan bueno, que no tuvo la posibilidad casi nunca de arrancar de entrada. Todos imaginaban una sociedad con Rosales, pero jamás se dio. Jugaron poco tiempo juntos y esto fue porque Rosales anduvo bien, porque levantó Velázquez, porque Quiroga volvió a meter goles y se hizo importante en el funcionamiento del equipo y porque Kudelka encontró el esquema y los intérpretes más adecuados para su libreto.
Leandro Zárate había llegado a Unión con la gran chapa de un año magnífico. En 2007-2008 fue goleador del torneo y del equipo y estuvo a las puertas del ascenso, cuando se perdió la Promoción con Gimnasia de Jujuy. Unión ganó dinero con él. Al club le entraron cerca de 1.000.000 de dólares con su venta y el presidente de ese entonces, Juan Leonardo Vega, recuperó el dinero que puso de su bolsillo para adquirirlo y posibilitar el negocio para la institución. La Chancha no anduvo bien en Brasil, debió volverse y, en ese retorno a Unión, se estaba cumpliendo aquello de que “segundas partes no son buenas”, concepto totalmente rebatible y no siempre indiscutible.
Las cinco amarillas de Quiroga y Rosales se consumaron en el olvidable partido ante Atlético de Rafaela. Hubo que cambiar la estructura ofensiva del equipo. Kudelka pensó en dos puntas netos y hasta en cambiar el esquema para jugar con un 3-4-1-2. Sin embargo, el técnico razonó por lo más lógico: cambiar hombre por hombre y respetar el libreto. Aparecieron los dos reemplazantes naturales para Rosales y Quiroga: Soto Torres y Zárate, respectivamente. Y no se equivocó el técnico.
El fútbol les terminó dando la revancha a los dos. Matías Soto Torres se había excedido verbalmente ante Belgrano y recibió tres fechas. Ese día jugó “de Montero” y no le fue bien. Parecía que hasta podía recibir el “castigo” deportivo del entrenador. Sin embargo, lo utilizó apenas pudo. Y se dio justo en este partido.
Zárate, en tanto, desapareció después del triunfo ante Tiro y antes de Patronato. Nadie sabía dónde estaba. Se presumía. Afrontó algunos problemas personales, pero no le avisó al técnico y con él, Kudelka no dudó en aplicar el castigo deportivo. Arrancó de bajo cero. Tuvo otros jugadores por encima suyo, hasta que por una cuestión de insistencia y de obstinación por ganarse un lugar, le fue generando otra vez la confianza a quien estaba enojado por el desplante. Kudelka no es rencoroso, le dio otra vez el lugar y cuando no estuvo Quiroga, lo puso.
Diez minutos del primer tiempo. Córner para Unión desde la izquierda, Soto Torres que le pega con comba y el viento, más la ayuda de Avendaño y el propio arquero de la CAI, hicieron lo que faltaba. Gol olímpico y apertura del marcador en el sur. Treinta y seis del segundo tiempo, centro de Montero desde la derecha, cabezazo de Zárate y 2-1 para el Tate, justo en un momento de incertidumbre y cuando a Unión le costaba horrores establecer diferencias sobre un rival disminuido. Partido terminado.
Soto Torres y Zárate, dos historias distintas pero similares a la vez. Dos jugadores que tuvieron un año extraño. Soto Torres estaba peleando el descenso y ahora está a un paso de ser de Primera. La Chancha pasó de castigado a héroe. El gol que hizo ayer será clave a la hora de recordar este nuevo ascenso si se concreta. Dos casos más que confirman una verdad casi absoluta: el fútbol siempre da revancha.