Hubo momentos buenos, otros no tan buenos y otros decididamente malos en la histórica relación entre los clubes de Santa Fe. Muchas veces, los dirigentes no se dan cuenta de la enorme fuerza que tienen si se unen en intereses comunes. Se quejan de los gastos de apertura de las canchas, de lo que cuestan los operativos policiales, de que el gobierno muchas veces no los ayuda como pasa en otras provincias, de que la fuerza en la mesa de las decisiones no es la que tienen otros clubes que pisan más fuerte. Pero los esfuerzos se hacen de manera aislada en muchas ocasiones, sin entender que la rivalidad tiene que ser adentro de un campo de juego y durante 90 minutos. Y nada más. Al menos para ellos.
Muchas veces, Unión y Colón rompieron relaciones. Inclusive, dirigentes que actualmente están en funciones fueron los que promovieron este tipo de actitudes criticables, inconducentes y poco inteligentes, enfrentando aún más a los hinchas que no entienden razones y se manejan exclusivamente por los dictados de la pasión.
Unión mismo cometió un error al no saludar a Colón cuando obtuvo el campeonato en junio pasado. Y Colón no lo hizo, al menos hasta el momento de escribir estas líneas, por la clasificación de Unión a la Sudamericana. Lo hizo Domínguez, su entrenador, cuando declaró después de haber perdido el clásico, resaltando la importancia que tiene, para la ciudad, que los dos equipos afronten copas internacionales, algo que no ocurrirá con los rosarinos en 2022.
Por eso, este gesto de Unión, en la persona de Andrés Monsalvo, su secretario general, de obsequiar un presente a Colón, que fue recibido por su secretario de relaciones públicas y humanas, Matías Vidoz, no hace más que ayudar a que este tipo de hechos sean más frecuentes y constructivos entre los clubes de la ciudad.