Lunes 8.8.2022
/Última actualización 4:49
Me cruzaba al término del partido en la zona de palcos con Roberto Battión y el "Turquito" Amut, los dos integrantes de la secretaría técnica, cuando todavía la gente se resistía a dejar el 15 de Abril y los festejos -a "bocinazos limpios"- se expandían por los alrededores del estadio. "Rendimos una materia pendiente: dar vuelta un resultado", fue lo primero que dijeron. Y Gustavo Munúa lo suscribió luego, cuando declaró que era un tema de "charla habitual" con sus jugadores y que apenas tenía un antecedente valioso pero incompleto: el del Nuevo Gasómetro, cuando se pudo revertir un resultado adverso de 0-2 pero para convertirlo en un 2-2. Esto del sábado fue completo. Ganó el partido, lo hizo ante su gente, en el cuarto de hora final, con un empuje y amor propio emotivo y ante un rival durísimo, que poco o nada tuvo que ver conque fue un Vélez de emergencia.
Otras consideraciones que obligaban al ejercicio de la memoria. ¿Cuál había sido el último gol de un paraguayo en Unión?. Y había que remontarse a finales de 2016, cuando un volante que está casi desaparecido de la memoria instantánea del hincha -Diego Godoy- le daba el triunfo ante Racing. Casualmente, el técnico de aquél partido era Juan Pablo Pumpido, que bastante tuvo que ver en la llegada de Junior Marabel, un jugador que si bien figuraba en el radar de la secretaría técnica -como también ocurrió con Bryan Castrillón-, comenzó a resultar más interesante cuando se recibieron las recomendaciones de Pumpido "junior", seguidor más activo de Marabel por haber dirigido en los últimos tiempos en el fútbol paraguayo. El Junior que fue apuntado por otro "junior" se convirtió el sábado en la gran revelación. "Che, ¡juega bien este paraguayo!" fue la frase más escuchada por esos alegres hinchas tatengues que se iban felices del 15 de Abril. Porque Marabel no sólo definió muy bien la pelota que le peinó Luna Diale para darle la gran victoria a su nuevo equipo, sino que pivoteó, tocó de primera, se abrió espacios y todo lo que hizo desde el momento en el que Munúa lo "tiró" a la cancha, sirvió para que el equipo levante el nivel de juego en la parte final, dé vuelta el partido y justifique la victoria.
La otra gran pregunta, ¿cuánto hacía que Unión no ganaba un partido con dos goles extranjeros?. Y ahí se complica. No hay memoria que valga, ni recuerdos que surjan tan rápidamente ni con facilidad. Un gol colombiano y otro gol paraguayo. Y si afinamos la puntería, se podría también agregar la directa incidencia que tuvo el uruguayo Polenta al meter una pelota extraordinaria para el gol del colombianito Castrillón, que no para de sorprender, despierta admiración y se metió a la gente en el bolsillo (fue ovacionado cuando se retiró de la cancha luego de la entrevista con la TV).
Junior Marabel besa la canillera de su pierna derecha. Fue habilitado el viernes y entró bárbaro el sábado, para darle la victoria a Unión. Crédito: Mauricio GarínY volviendo el principio: ¿cuánto hacía que Unión no daba vuelta un resultado?. No se había dado con Munúa y quizás haya que remontarse a aquél de hace casi un año con Azconzábal, cuando Unión dio vuelta un partido que perdía en Mendoza ante Godoy Cruz. Era una materia pendiente que costaba rendir. Dicen que en el entretiempo del partido en cancha de San Lorenzo, Munúa fue directo y exigente con sus jugadores. Y que a partir de allí, tocándoles el amor propio, seguramente, empezó a gestarse lo que luego se dio en el final del partido con los goles de Polenta y el Rayo González. Fue el presagio de algo superior y que se dio en su cancha y ante su gente en un partido complicadísimo. Unión lo ganó como lo pudo perder. Quizás todos en la cancha entendieron que si la de Osorio en el segundo tiempo no entró, la luz de esperanza para ir en búsqueda de los tres puntos (o al menos del empate), estaba encendida. Pero había que conseguirlo ante un equipo que había sido fuerte defensivamente en el primer tiempo (salvo la espectacular doble tapada de Burián, que se cansó de hacer tiempo, en el cierre de la parte inicial), que no reducía los decibeles de la lucha y la intensidad para convertirse en un rival extremadamente duro y peligroso.
Ese "vamos por más" que el técnico tanto pregona y que le debe repetir a cada instante a su joven plantel, es un poco el "grito de guerra" que tiene este equipo. Aún con sus defectos, porque de tanto ir se puede regalar atrás y de hecho que esto ocurrió y le dio la oportunidad -desperdiciada- a un Vélez que pudo marcar el segundo y liquidar el partido. Pero el empuje y el amor propio de Unión no tuvo freno. En diez minutos dio vuelta el resultado, sigue siendo el equipo con más goles a favor del torneo, sumó a Marabel a la lista de futbolistas que convirtieron goles (los 20 a favor hasta el momento están repartidos entre 14 jugadores) y lleva 7 sin perder. Se sobrepuso a todo. A la goleada que le propinó River y a la semana "trágica" de la doble eliminación copera (Sudamericana y Argentina). No es poco para un plantel que se está construyendo a partir de una idea de juego muy clara de su entrenador en la que no se resigna nada de entrega física, despliegue, verticalidad y ahora también esta cuota de temperamento, confianza y amor propio que le ha permitido revertir situaciones adversas, parafraseando a Almafuerte: "No te des por vencido ni aún vencido... y arremete feroz, ya mal herido". Era una asignatura pendiente.