Por Ricardo Porta (Especial para El Litoral)
La creación de Alejandro Dolina viene como anillo al dedo para explicarnos las patéticas e inaceptables declaraciones del hombre que conduce a Unión desde hace más de 12 años.
Por Ricardo Porta (Especial para El Litoral)
Desafortunadas, agresivas, patéticas e inaceptables las declaraciones del presidente de Unión a algunos medios y que produjeron reacciones entre los integrantes del mundo rojiblanco así como hilaridad en los tradicionales adversarios.
Antes de hacer la analogía con esa pieza literaria del enorme Alejandro Dolina, extraído de sus exitosas Crónicas del Ángel Gris y sólo una parte del capítulo "Los Hombres Sensibles, Los Refutadores de Leyendas y Los Reyes Magos", voy a realizar algunas consideraciones.
Si tuviera la posibilidad de estar frente a frente con Spahn le preguntaría, si es que no lo hizo aún, ¿por qué no envió las felicitaciones a su colega de Colón por el logro obtenido?.
Y después, claro, vergüenza ajena cuando le responde al colega de LT 9, Alejandro Benito, preocupado éste por la desvinculación del Chaco Acevedo: "Para usted, ¿quién fue mas importante entre Acevedo y Cañete?. Sorprendido, Benito le responde como debe: "Es que ocuparon puestos distintos y también con características diferentes". Esto es sólo una muestra de lo ignorante que es el Presidente en éste deporte.
Le preguntaría también si conoce la historia de los clubes de Santa Fe. Porque a fines del '92 y comienzos del '93 llegó a la presidencia de Colón José Néstor Vignatti y con muchos errores pero también con acciones positivas y cambió la historia de la dirigencia santafesina: que su club no tenga más ex dirigentes o dirigentes ACREEDORES.
Es sorprendente que haya dicho que "Colón tuvo suerte en obtener el campeonato... 7 u 8 de los jugadores son los que peleaban el descenso, ¿dónde está el salto de calidad?". Hasta aquí algunos de los conceptos que provocaron la lógica reacción en propios y extraños.
"Unión tiene un equipo competitivo con dos jugadores por puesto". Y me pregunto: ¿será así?. Para enfrentar con alguna posibilidad de ser protagonista esta temporada. También se refirió a la oposición: "Tienen miedo y es por ese motivo que necesitan desgastarme día a día convirtiendo en prostitución electoral este proceso".
Y ahora sí va el texto de parte del impecable Capítulo de Crónicas del Ángel Gris:
"En la anual discusión de los Reyes Magos, los Hombres Sensibles acusan a los Refutadores de Leyendas de obrar con el único propósito de ahorrarse el regalo. A su turno, los Refutadores declaran que muchos pibes de Flores fingen creer, aún siendo escépticos, al sólo efecto de recibir un trencito o una pelota. 'Esta infame actitud -dice el profesor Del Moro en su libro- es propia de niños perversos y mezquinos. ¿Qué se puede esperar de quienes venden su inocencia por una bicicleta?'.
Los Hombres Sensibles tienen en esos asuntos algunos aliados indeseables. Muchas personas que se jactan de su dulzura, suelen cometer el desatino de intentar la demostración racional del mundo mágico, para convencer del todo a los chicos.
(...) y en la parte final:
Manuel Mandeb, como tantos Hombres Sensibles, creía realmente en los Reyes Magos.
Todos los 5 de enero ponía sus zapatones en la ventana de la pieza de la calle Artigas donde vivió muchos años. Jamás le dejaron nada, es cierto. Pero el hombre suponía que esto obedecía a su conducta, no siempre intachable. En los días previos, las viejas del barrio creían notarlo amable y compuesto. Quizá no eran suficientes esos méritos de compromiso. No es fácil engañar a Los Reyes.
Muchos de sus amigos sintieron alguna vez la tentación de dejarle algún regalito. Pero no quisieron engañarlo. Ellos también esperaron con él. Y hacían fuerza para que alguna vez para que apareciera aunque más no fuera un calzoncillo.
Nunca ocurrió nada, pero la fe de los Hombres Sensibles de Flores no se quiebra fácilmente.
¿Qué virtud encierra creer en lo evidente? Cualquier papanatas es capaz de suscribir que existen las licuadoras y los adoquines. En cambio se necesita cierta estatura para atreverse a creer en lo no demostrable y -más aún- en aquello que parece oponerse a nuestro juicio. Para lograrlo hay que aprender -como quería Descartes- a desconfiar del propio razonamiento. Por supuesto, en nuestro tiempo cualquier imbécil tiene una confianza que ya quisiera para sí el filósofo más pintado.
La incredulidad es-según parece- la sabiduría que se permiten los hombres vulgares. Nosotros resolvimos apostar una vez más por las ilusiones. Por eso hicimos nuestras cartitas, pusimos nuestros enormes y pringosos zapatos en la ventana, en los patios de los jardines. Y el 6 de enero recogimos nuestros sencillos regalos y se los mostramos a los vecinos.
-Mire lo que nos trajeron los Reyes.
Algunos Refutadores de Leyendas nos miraban con envidia, silenciosamente".
Hasta ahí, la analogía. Spahn es uno de los Refutadores de Leyendas.