Domingo 23.2.2020
/Última actualización 15:30
Sebastián Moyano venía con pocos antecedentes. Con 29 años en su haber, sólo acumulaba 36 partidos en 6 años en Godoy Cruz, 25 partidos en un año en Aldosivi (su mayor continuidad) y 3 partidos en un año en Gimnasia. En Unión ya lleva 19 cuando, en realidad, a poco más de seis meses de su llegada no era lo que se le prometía al pensar en él e ir a buscarlo.
Madelón tenía en su cabeza la chance para el pibe Peano. Después ocurrió lo que todos conocen (la lesión del pibe) y la oportunidad desde el comienzo para Moyano. Cuando Peano se recuperó, Madelón le otorgó la titularidad pero fue por un puñadito de partidos.
El error ante Aldosivi en Mar del Plata, más allá de que fue victoria de Unión, lo volvió a relegar. Esta vez fue decisión del DT y nueva oportunidad para Moyano. Los resultados están a la vista: se trata de uno de los mejores jugadores, por rendimiento actual, que tiene este equipo.
Moyano llegó a Unión como incorporación y para completar un lugar que quedaba vacío con la salida de Nereo Fernández pero con la salvedad de que la prioridad la iba a tener el pibe que venía peleando desde abajo y esperando la chance. Todo lo que ya se conoce, contribuyó a que Moyano ataje y que pase de ser una incorporación a convertirse en un refuerzo.
La diferencia entre ambos conceptos es muy amplia. Cuando se incorpora, se lo hace con la intención de sumar. Cuando esa incorporación se convierte en refuerzo, es que se destacó y no sumó en cantidad sino en calidad. En este caso, en el de Moyano, ha sido con creces.