Enrique Cruz (h)
Los jugadores, cuerpo técnico y dirigentes de Lanús frente al santuario construido en el lugar en el que Barisone encontró su muerte el año pasado.
Enrique Cruz (h)
Era un compromiso ineludible para ellos. No podía pasar desapercibido el paso de la delegación de Lanús por el lugar en el que Diego Barisone en aquél nefasto martes 28 de julio del año pasado. En ese kilómetro 111 de la autopista, el plantel granate (la mayoría de sus componentes, ex compañeros de Barisone) le hizo su sencillo e íntimo homenaje a ese amigo que en muy poco tiempo —había sido transferido por Unión a principios de año— se había ganado el cariño y la admiración de todos por su calidad humana y por su aporte futbolístico.
No hubo una manifestación más clara de cariño, que el realizado por el mismo plantel de Lanús el año pasado: todos viajaron a Santa Fe, con el cuerpo técnico y dirigentes incluidos, a darle el último adiós a Diego el miércoles 29, cuando sus restos fueron sepultados. Sorprendió a todo el mundo futbolero y reflejó claramente el enorme afecto que le tenían y le tienen, no sólo por aquella llegada masiva, sino por el recuerdo permanente hacia Diego y esta actitud que tuvieron ayer, cuando estaban en las postrimerías del viaje a Santa Fe.
Este lunes por la noche, el pueblo tatengue y granate se unirá por un minuto. Nadie podrá evitar, ni los jugadores de Unión ni los de Lanús, derramar más lágrimas por Diego. Y es posible que se terminen confundiendo en un abrazo. O que ellos mismos resuelvan unirse en el minuto de silencio, por más que luego rivalicen en la cancha buscando cada uno lo mejor para su equipo y los tres puntos tan importantes que hay en juego. Todo eso pasará a un segundo plano. Lo trascendente será el recuerdo hacia el amigo que, desde el cielo, seguramente los estará viendo y contemplando el legado que dejó: el de la amistad, el cariño entrañable y ese corazón que aquél 28 de julio dejó de latir entre hierros retorcidos, pero que permanecerá inalterable y presente en su familia, en sus ex compañeros y en cada uno de los hinchas tatengues y granates. Por siempre.