Hoy es uno de esos días en los que se me vienen a la memoria todos esos momentos rojiblancos de mi vida. Así aparece, por ejemplo, la foto de mi niñez, dicéndole a mi vieja: “Me voy a lo de Pablo a escuchar el partido por la radio”. Pero Pablo supo guardar el secreto. Porque Pablo lo escuchaba solo, mientras yo caminaba las 15 cuadras que separaban mi casa de 4 de Enero al 2646 hasta el “15 de Abril”, me acercaba a la puerta y esperaba a algún tipo que entre solo. Entonces me arrimaba y le pedía: “¿Puedo entrar con usted?”. El tipo me tomaba de la mano y así accedía a ese espectáculo único. Una vez adentro de la cancha buscaba una butaca y gritaba los goles del Turco Alí, después los del Pelado Centurión o le gritaba que la tire a la tribuna al Choclo Regenghardt. Así fue toda mi infancia, hasta que puede “legalizar” en casa que iba a la cancha.
Y en el ‘89, en esos primeros clásicos de mi vida en la cancha, tremendas avalanchas, como la del día que le robamos la manguera a los bomberos, bah, la bomba se la robó, pero yo estaba justo al lado, en el codo que ahora es el de las mujeres. Me había llevado mi hermano mayor y cuando se pudrió todo no alcanzamos a escapar entre la gente, los cuetazos y el gas lacrimógeno. En la salida del codo se cayó un viejo y más atrás otro, y un pibe y otro pibe. Era una montaña de gente que quería escapar del estadio. Y abajo, abajo estaba yo. Una locura. Mi hermano Gustavo me alcanzó a ver en la maraña de gente y me sacó de un tirón del brazo. Zafé. Pero en casa se enteraron y del cagazo me ataron de pies y manos para las finales del ascenso. Y lo tuve que ver por la tele.
Cada 15 de Abril mi vieja era la locutora oficial de la cena aniversario, también estaba Adriana Bassi. El Viejo Malvicino la quería mucho a mi madre, que trabajaba en su empresa. Entonces le pedía: “¿Popi, vas a darme una manito para animar la fiesta?”. Mi vieja no cobraba un peso. A cambio sólo pedía que la dejen llevar a sus hijos. Así fuimos cada año a disfrutar de la fiesta rojiblanca. Hasta que la vieja no estuvo más. Entonces llegaron los 100 años y sonó el teléfono: “Queremos que seas la voz del hincha en un video oficial”. Lo grabé. Y puedo decir con orgullo que quedé en la historia. Yo soy el hincha que habla en el video de los 100 años.
Así pasaron ascensos, como los viajes a Córdoba para ver a los pibes del ‘96, partidos para el olvido, clásicos como el de “Papá del Siglo” o la victoria sin público y ya descendidos. Sí, yo estuve ahí, porque como grabamos con mi amigo Bocha en la canción que le regalamos al club, “yo siempre estoy ahí”.
Después llegó el tiempo de llevar a mis hijas, a la que les encanta ir a ver al Tate. Vamos siempre con amigos y con los niños. Pensar que mis nenas aprendieron a nadar en la pileta de La Tatenguita...
Y así llegamos a este miércoles 20 de marzo de 2019. Día histórico. La primera vez en una copa internacional. Y obviamente voy a estar ahí, junto a mis amigos de “La banda del vasito”, los mismos con los que vamos cada partido, para alentar desde la tribuna de Cándido Pujato, bien arriba, a la altura del área grande. Gracias Tate, te amo.