Munúa metió mano en el equipo sin la necesidad de cambios trascendentes de nombres. Toqueteó el esquema. Su perfil de juego no se movía. El dibujo táctico se mantenía constante. Fueron muchos partidos -casi todos en los más de 50 que lleva dirigidos- en los que la táctica no sufría alteraciones importantes. Y si en algún partido movía algo, era esporádico, circunstancial, casi anecdótico. ¿Se agotó?, quizás no. Quizás vuelva a jugar como lo hacía, pero con el aire renovado. Pero le encontraron la vuelta y los cambios de nombres (sobre todo como lo hizo en el partido ante Estudiantes en La Plata) no colaboraban para el mejoramiento del juego. Iba más allá de los intérpretes. Munúa vio que era él quien debía darle una vuelta de rosca al asunto para que su equipo cambie.
¿Qué hizo Munúa?, algo que, sinceramente, costaba incluirlo dentro de su libreto. Puso cinco defensores con la idea clara de que los dos de afuera (Vera por derecha y Esquivel por izquierda), tenían que ser los que vayan y vengan por el carril con la doble misión de defender y atacar. En ese contexto, fue buena la complementación de los tres centrales. Corvalán terminó siendo figura y tanto Calderón como Polenta no tuvieron problemas. Pero lo bueno, es que el sistema funcionó más allá de esos dos mano a mano que tuvo Patronato y que también convirtieron en alguien importante a Mele.
Unión creó muchas situaciones y falló en la definición. El problema no fue de Munúa, sino de la incapacidad para aprovechar esa gran cantidad de oportunidades. El punto a favor es que, esta vez, las ocasiones abundaron. El punto en contra es que fallaron en la puntería. Y se encontraron con una gran actuación del arquero rival y hasta conspiraron los postes (en el remate estupendo de Castrillón que no sólo pegó en el palo sino que, además, recorrió la línea y se fue por el otro costado de manera increíble).
Mirá tambiénLos dos Unión frente a frente: se viene el debut del Tate en Copa Santa FeEl equipo tuvo cosas que no se le vieron en los partidos anteriores: 1) tuvo juego; 2) generó situaciones; 3) estuvo muy bien parado y ganó casi todas las segunda pelota; 4) encontró variantes ofensivas; 5) se paró bien en defensa y a pesar de haber agregado un defensor, terminó siendo más ofensivo. Además, dos jugadores que venían de "capa caida" como Castrillón y Luna Diale, levantaron el nivel. Jugaron bien, estuvieron activos, participativos y no sólo participaron de la creación de las jugadas de riesgo, sino que, sobre todo en el caso de Castrillón, volvieron a estar cerca del gol. Falló Álvez, que ya arrancó fastidioso a partir del penal malogrado y ese paso en falso hizo que jugara "torcido" por el resto de los minutos que estuvo en cancha.
Más allá de la manifiesta mejoría, Unión se debate en estos "paréntesis" que lo convierten en un equipo inestable. Pasó de seis derrotas consecutivas a siete partidos sin perder. Pasó de ser el equipo con mayor cantidad de goles a favor del torneo a estar cinco partidos sin convertir. Es la cantidad -cinco- que lleva sin ganar. Esas oscilaciones lo hacen subir y bajar, aumentando y disminuyendo de manera pronunciada los niveles de expectativa favorable y desazón. A veces parece que está para el salto de calidad y enseguida viene el golpe que lo devuelve a una realidad, como la actual, en la que no puede meterse en el lote de los que clasifican a la Sudamericana, aunque no está lejos, falta mucho y Unión tiene un partido menos.
Los entrenamientos del plantel de Unión serán vespertinos en su totalidad hasta el partido de este jueves contra Sarmiento. Arrancó este lunes, seguirá el martes y también el miércoles, tras lo cuál el plantel quedará concentrado en Casasol a la espera del cotejo que empezará a las 20.30 contra el equipo de Damonte.