Marcelo Mosset, el DT interino, armará un 4-4-2 con varios cambios y sin Cañete ni Portillo, ambos lesionados. Gissi, Mauro Pittón, Roldán y Luna Diale serían titulares ante Patronato, este domingo a la hora de las pastas.
Semana convulsionada la de Unión. El inicio trajo la tercera derrota consecutiva. Injusta pero derrota al fin. El gesto de Azconzábal en el final del partido marcaba claramente un indicio que luego se concretó: su salida como DT de Unión luego de 40 partidos dirigidos y un 40 por ciento de eficacia. No renunció. Se tomó el tiempo junto a su familia y regresó a Santa Fe sabiendo que lo esperaba un desenlace que se caía de maduro. La decisión fue tomada por la secretaría técnica, confiaron a El Litoral. Y allí apareció en escena la dirigencia para arreglar la desvinculación, que no fue pagando hasta el último día trabajado sino incluyendo la paga del mes de octubre (el contrato vencía el 31 de diciembre). Spahn lo elogió, dijo que había sido elegido porque era la persona ideal para encabezar un proyecto, definió su estilo como "europeo" y vio fantasmas en la gente y en la oposición, responsabilizándolos de la salida. Dijo que la gente "no entendió que esto era un proceso". Y directamente echó culpas a la política por el hecho ocurrido en la puerta de salida del estadio el día de la derrota ante Estudiantes. Muy poco entendible.
Azconzábal fue un entrenador de paso muy bamboleante por Unión. Nunca -o casi nunca- definió un esquema ni tampoco mantuvo un equipo como base. Los permanentes cambios, de hombres y de estrategias, hizo que el equipo entrara en la confusión. Cada tanto se daban algunos resultados. Inclusive varios de ellos en seguidilla, como cuando estuvo siete partidos sin perder en el arranque de la Copa de la Liga Profesional. Pero aún así, no daba una sensación de firmeza, convicción y seguridad. Ni él con lo que hacía ni tampoco los jugadores adentro de la cancha. El partido con Estudiantes, con jugadores que deambulaban en el campo de juego sin entender demasiado lo que debían hacer, fue una prueba letal. Después se mejoró un poco ante Gimnasia, en el primer tiempo. Bastó que llegara el gol de Guiffrey para que el equipo se caiga definitivamente, sobre todo en lo moral. Prueba más que cabal de ciclo terminado.
Llega Mosset como interino para jugar contra Patronato y arma algo medianamente normal. Se podrán coincidir o no con los nombres, pero no con la manera de parar el equipo. No tiene a Cañete, el jugador más claro en el manejo de la pelota que con Azconzábal fue de mayor a menor en su rendimiento y la lesión lo sorprende en un momento de bajón futbolístico que venía insinuando desde hacía varios partidos. Va a poner un 4-4-2 clásico, tradicional. Quizás sea lo mejor para salir de este estado de confusión. No se pueden esperar cosas mágicas, pero a veces sucede que el hecho de cambiar termina purificando el ambiente y eso se nota adentro de la cancha. Tan viejo como el fútbol mismo.
Sin Portillo (también lesionado) ni Cañete, los jugadores de mejor rendimiento individual o al menos en el cuadro de honor de los más destacados, Mosset arma línea de cuatro atrás, dos volantes centrales, un "8" bien definido como Roldán, un volante por izquierda como Gastón González y dos puntas de características distintas (Luna Diale para ir por afuera en intentar con diagonales y movilidad, y el Cuqui Márquez para pivotear e intentar capitalizar algún desborde que llegue por afuera).
Con Nardoni-Pittón jugando como volantes centrales, seguramente el equipo tendrá gente para combatir y recuperar la pelota en ese sector. Y también para ser la rueda de auxilio en el caso de que alguno de los laterales, sobre todo Vera, busque sorpresa con sus proyecciones.
No va a ser sencillo este partido ante Patronato. Viene de caer derrotado por Boca pero en definición por penales en la Copa Argentina, instancia a la que llegó hasta cuartos de final. Tiene 14 puntos, dos más que Unión, con la misma cantidad de goles a favor (10) y 5 goles en contra menos que el Tate. Con Delfino, logró estabilizarse, sacó algunos buenos resultados y le complicó la vida a muchos equipos. Viene de perder ante Estudiantes de local, en un partido que comenzó ganando y se lo dieron vuelta. Es un equipo en condiciones de competirle en igualdad de condiciones a un Unión que deberá adoptar, si puede, una actitud más protagónica para ser más que el rival.
Insisto en que el cambio de entrenador purifica el ambiente. Y en este caso, se hacía necesario para cambiar el semblante de un plantel que estaba inseguro y confundido con Azconzábal. En el fútbol, esto es moneda corriente. Por eso, uno siempre se pregunta en qué puede incidir un técnico, con dos o tres entrenamientos, para cambiar el aspecto de un plantel. Y más allá de decisiones futbolísticas -que Mosset las está tomando-, también hay cuestiones que tienen que ver con lo anímico. En definitiva, lo moral también cuenta y mucho. Porque hay que estar bien desde la cabeza para poder rendir. Desde la cabeza de un grupo (el DT) y también desde la cabeza de cada jugador. Y Unión, en este aspecto, venía dando muchas ventajas.