(Enviado especial a Buenos Aires)
Es el momento más difícil que afronta Munúa y la del Nuevo Gasómetro fue la cara más frágil e impotente que mostró su equipo. El chat de los dirigentes está que “arde” y otra vez hay dos posturas. El plantel iba a entrenar hoy, pero postergaron para este lunes.
(Enviado especial a Buenos Aires)
“Hay que ser fuertes y bancar este proceso”, dicen algunos; “más allá del resultado, no hubo respuesta de los jugadores y eso es muy preocupante; no le encuentra la vuelta al equipo”, dicen otros. La realidad es que todo tiene un color oscuro en Unión: las matemáticas, la “banca” al entrenador y se suma también la producción futbolística del equipo. Podrá decirse que San Lorenzo lo llevó al terreno de la inconveniencia y la incomodidad, algo que Insúa ha desarrollado muy bien en su equipo. Pero a diferencia de otros partidos, no hay nada que pueda rescatarse de la producción futbolística de Unión. Ni siquiera esos “goles errados” que al menos se convertían en una buena excusa para explicar por qué no llegaron algunas victorias en partidos cuya sumatoria resultaba escasa e improductiva.
Unión jugó realmente mal y ese golpe de timón que intentó Munúa con los cuatro cambios juntos cuando se jugaban 19 minutos del segundo tiempo pareció más un manotazo de ahogo y desesperación que algo meditado y, mucho menos, trabajado.
Nada podía hacer Cañete, volviendo al equipo luego de una lesión e ingresando para arrancar desde atrás y con mucho terreno para recorrer; tampoco podía esperarse mucho de un Luna Diale en un momento de mucha inseguridad e impotencia con la pelota. Con ellos dos en el mediocampo y tres delanteros esperando habilitaciones que nunca llegaron, Unión arrancaba con los de atrás llevando la pelota hasta la mitad de la cancha o en pleno campo de San Lorenzo, sector en el que el local empezaba la tarea de presión, achique de espacios y ahogo. No hubo una sola jugada de peligro cierto para el arco de Batalla y la impotencia fue el común denominador.
“Pensábamos que Gustavo iba a decir que se iba en la conferencia de prensa, después del partido, pero habló del proyecto y ni siquiera dejó la mínima duda respecto de su continuidad”, fue el comentario escuchado por varios allegados a la comisión directiva. Munúa volvió a poner en el tapete dos cuestiones: 1) el proyecto deportivo de Unión; 2) que este es otro año y que no se debería tomar demasiado en cuenta los números del anterior.
El partido en el Nuevo Gasómetro terminó pasadas las 7 de la tarde y el plantel partió de regreso más de dos horas después. ¿El motivo?, la demora de Esquivel y Corvalán para cumplimentar con el antidóping. La idea era volver a Casasol, descansar, entrenar por la mañana de este domingo y luego tener día libre el lunes. Hubo cambio de planes. Los ánimos no eran los mejores y el cuerpo técnico decidió que el plantel quede desafectado al regreso a Casasol, descanse durante el domingo y vuelva a entrenarse este lunes.
En sus declaraciones, Munúa empleó el mecanismo de “autodefensa” al que recurren los técnicos. Si bien dijo que “somos muy autocríticos con mi cuerpo técnico” y reconoció que el equipo jugó mal el segundo tiempo, apeló a reiterar los postulados del proyecto deportivo con el objetivo de que sean tan valorados como los mismos resultados, que son los que, en definitiva, definen la suerte de los entrenadores.
“Nosotros lo vemos trabajar y apreciamos la forma de llegarle al jugador. El equipo tiene un estilo, juega a algo y eso es lo que valorizamos en su momento para ofrecerle la continuidad. Es cierto que en este partido con San Lorenzo se jugó realmente mal, quizás si hubiésemos ganado el clásico podría tener un respiro importante, pero entendemos que es momento de bancar el proyecto”, comentan los que entienden que hay que hacer “de tripa, corazón” y esperar que el equipo reaccione y, sobre todo, que los resultados lleguen.
El acompañamiento dirigencial en Buenos Aires fue masivo. Por un compromiso familiar, faltó Luis Spahn. pero hubo “12 o 13 dirigentes y allegados”, algunos de los cuáles fueron advertidos por El Litoral en el Nuevo Gasómetro. Los que regresaron con el plantel, fueron Marcelo Piazza y José Cardonet, dos directivos que tienen el mayor acercamiento con el plantel y también con Munúa.
¿Y la secretaría técnica?. Es un tema delicado por el distanciamiento público y notorio que hoy existe entre ese cuerpo (integrado por Roberto Battión y Esteban Amut, que también estuvieron viendo el partido en el Nuevo Gasómetro) y el entrenador. Las diferencias no se zanjaron. Munúa fue el elegido de la secretaría técnica (cuando Repetto dijo que no) para llegar a Santa Fe y recibió todo el respaldo cuando vino el momento de la renovación. El veredicto fue contundente: hay que renovar con Munúa. Y se sabe que en la comisión directiva había opiniones divididas, más allá de que el presidente era uno de los que veía con buenos ojos la continuidad. Los hechos posteriores provocaron la grieta y no se advierte a simple vista si los integrantes de la secretaría técnica opinarán o si, en este caso, la decisión final (a favor o en contra) pasará exclusivamente por la dirigencia.
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