(Enviado Especial a Junín)
Arrancó ganando cuando había hecho nada, luego le hicieron dos goles de pelota quieta, no se entendieron muy bien algunas decisiones iniciales de Munúa y tuvo que cambiar en el complemento, pero tampoco alcanzó. Flojo partido y justa derrota.
(Enviado Especial a Junín)
Por la cabeza de Munúa pasó un partido que no se dio en ningún momento. Ni cuando arrancó. Ni cuando en el entretiempo metió tres cambios para rectificar un rumbo totalmente equivocado. Y lo digo más allá del resultado en sí. Pero haber cambiado la fórmula que le dio buenos resultados y que ha sido muy trabajada en este tiempo por Munúa, desmejoró el nivel individual y colectivo del equipo. Porque Unión se destacaba por ser un equipo de desborde por afuera y fue a Junín con Peñailillo (zurdo) por derecha y con Juárez (diestro) por izquierda. Y no funcionó. Y porque dejó afuera a González, al que posiblemente haya querido cuidar, pero que terminó siendo una baja sensible y mal sustituida.
Sarmiento jugó el partido como una verdadera final y eso también marcó una diferencia sobre Unión. No digo que Unión no haya tenido actitud. Pero sí digo que Sarmiento tuvo más y que eso se notó. Inclusive, en la propuesta misma. Porque Damonte planteó un partido ofensivo, con Brea (la figura) y Quiroga por afuera, con Torres y Toledo por adentro y atacando siempre. Se encontró con un gol de Unión que salió casi de la nada, porque hasta ese momento no había hecho absolutamente nada y de pronto iba ganando el partido por un remate desde afuera del área. Pero la iniciativa era de Sarmiento. Y los goles llegaron con dos jugadas de pelota quieta que se genera en maniobras donde también hubo errores. En el primero, una falta inútil de Corvalán en las inmediaciones del área, derribando desde atrás a un rival que estaba de espaldas al arco; y en el segundo, un cabezazo de Polenta que no alcanza a retener Moyano y se genera un córner que termina con el gol de Andueza.
Unión jugó mal, no tuvo reacción, terminó tirando pelotazos y lo de Munúa en el entretiempo fue un “manotazo de ahogado” para tratar de cambiar. Peralta Bauer apenas aprovechó esporádicamente las espaldas de Montoya y Gastón González no desbordó nunca. Aparte, la defensa de Unión, que había mostrado solidez en los otros partidos, esta vez tuvo problemas. Sobre todo en el primer tiempo, con los desbordes de Brea, que se tiraba por el costado derecho de la defensa de Unión. Para colmo de males, se lesionó Vera y hubo que cambiar el armado de la defensa. Y así llegaron los goles de pelota quieta que sufrió Unión.
Hay otro aspecto sobre el que deberá trabajar Munúa y que ya se dio en el primer tiempo ante los tucumanos: las dificultades cuando se debe salir a buscar el partido o cuando se tiene más la pelota que el rival. Daría la impresión de que el equipo juega mejor cuando presiona en su terreno y pasa rápidamente al ataque, porque es un equipo de buen cambio ritmo y rápido. Eso se observa claramente cuando se juega por los laterales, justamente los lugares de la cancha que resignó Munúa con las modificaciones iniciales que hizo.
Sarmiento fue más y ganó bien. Unión dio un paso atrás, fue un retroceso que se acentuó luego de un primer tiempo flojo del otro día ante Atlético, en un partido que se abrió con el golazo de Alvez, pero en el que Unión no estaba jugando bien. Ahora, el gol de Roldán no sirvió para que Unión se sintiera cómodo en la cancha. Fue un retroceso. Y no lo digo porque pretenda comparar el rendimiento con el de River, que fue excelente. Quizás no se pueda repetir una actuación así. Pero tampoco es saludable caer tanto.