Fue una noche para el olvido, con un primer tiempo muy malo y una leve reacción que no alcanzó para nada en el complemento. Independiente lo superó de principio a final y le ganó sin discusiones. El 3 a 0 fue tan contundente como justo.
Dura derrota para el Unión de Kily, que venía de ganar dos seguidos. Foto: Matías Napoli
Como la de Junín, fue una noche para el olvido. Unión fue menos que Independiente durante todo el partido, sin ninguna reacción ni tampoco algo para rescatar. Para colmo, en el cierre del primer tiempo –y perdiendo- se quedó con uno menos por la expulsión de un Paz otra vez desbordado y pasible de tarjetas amarillas, que le quitó chances. Salvo Cardozo, el resto no se salva de la crítica. Así de simple y contundente.
Se enojó con razón el Kily en un momento del primer tiempo, por la falta de respuesta que veía de parte de su equipo. Independiente manejaba la pelota y lo ganaba bien con el cabezazo de Avalos que le dio la ventaja parcial. ¿Y Unión?, ausente, sin juego y dando ventajas en la marca.
Recién a los 40 minutos del primer tiempo remató al arco por primera vez y fue con un disparo de Mauro Pittón que se fue por encima del travesaño. Muy poco de parte de casi todos. Y como si todo esto fuera poco, en el final de esa parte inicial se fue expulsado Nicolás Paz por doble amonestación en otro desborde temperamental que el joven defensor rojiblanco tendrá que aprender a controlar porque es un abonado constante a recibir la tarjeta amarilla.
Kily Gonzalez le pedía más a un equipo que no respondía. Foto: Matías Napoli
El panorama era muy oscuro para Unión. Perdía el partido, no había tenido la pelota en toda la etapa, no pateó al arco y se había quedado con uno menos. Roldán no entraba en juego, Mosqueira tampoco y enfrente, Montiel, Mancuello (que se fue lesionado sobre el cierre de la etapa), Loyola y los dos puntas (Avalos e Hidalgo) tenían precisión, velocidad y prepotencia para complicar a una defensa con muchos inconvenientes para encontrar solidez.
Si la idea del Kily, con tantos cambios, fue la de poner jugadores más descansados para que el equipo no pierda intensidad, no lo logró. Independiente corrió más, ganó todas las divididas y Unión pareció tener puesto el freno de mano durante toda la etapa inicial.
Cardozo fue el único que zafó de ese panorama totalmente desalentador. Sacó en forma espectacular un cabezazo de Loyola que se metía junto a su palo derecho, lo cual habría resultado ya decisivo en el caso de convertirse en gol.
Cardozo, figura de un Unión para el olvido. Foto: Matías Napoli
Cuando Unión tenía la pelota en el fondo, no cabía otra alternativa que el pelotazo largo salteando líneas. Así, los volantes también quedaban al margen del manejo de la pelota, cosa que no pasaba en un Independiente preparado para asumir la iniciativa del partido desde que la pelota se puso en movimiento, aprovechando la pasividad de un Unión que se asemejaba a ese equipo impotente y sin respuesta de partidos para el olvido, como por ejemplo el de Junín ante Sarmiento que tanto enojo le provocó al técnico.
Prueba de todo esto es que en el entretiempo, Balboa, Gerometta y Rivero por Gamba, Vargas y Mauro Pittón para intentar cambiar la suerte esquiva. Línea de cuatro en el fondo, tres en el medio y otra vez la dupla de centrodelanteros que venía siendo la preferida por el Kily. Pero no solamente se necesitaban cambios de nombres, sino de actitud.
Algo cambió a favor de Unión, al menos se notaba otra predisposición en el comienzo de la parte final. Sin embargo, el jugador de menos se notaba cuando a la pelota la recuperaba Independiente y en cada avance llegaba hasta las inmediaciones del área con cierta facilidad porque el partido se hacía más abierto y de ida y vuelta.
Unión jugó mejor en el segundo tiempo, cuando tenía 10 jugadores. Foto: Matías Napoli
El control del partido siguió siendo de Independiente, pero el cambio de actitud de Unión se hizo evidente. Faltaba claridad, a veces se seguía exagerando con los pelotazos, no había sutileza ni precisión en el último toque. Pero ya no era el Unión apático del primer tiempo.
Duró un rato, hasta que Gerometta pisó a Avalos y el árbitro cobró el penal a instancias del VAR. Lo pateó Montiel con firmeza y violencia, un “fierrazo” que dejó sin chances a Cardozo y cerró el partido a favor del local. Con uno menos y con una desventaja de dos goles en el resultado (mucho más justa que la diferencia mínima), Unión se quedaba sin posibilidades de nada en el tiempo que le faltaba para terminar el partido.
En el final, Tanda y Fascendini por Orsini y Roldán parecieron más bien para evitar que Independiente le convierta más goles que para intentar una reacción. Nunca estuvo Unión en condiciones de discutirle el partido a Independiente.
Ni siquiera una mano de Laso que podría haber sido revisada por el VAR, en la primera parte del segundo tiempo, le dio una chance a la visita de revertir lo que fue una noche en la que todo le salió “para el Diablo”. Y si para muestra vale un botón, el rodeo de Maestro Puch en el final fue el corolario de una noche horrible.
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