¿Lo ganó corriendo?, sí… ¿Lo ganó jugando?, sí… ¿Lo ganó por temperamento y convicción?, sí… ¿Lo ganó por concentración?, sí… ¿Lo ganó por virtudes e inteligencia tácticas y estratégicas?, sí… Unión ganó porque jugó un partidazo. Ni más ni menos. Sin grietas, convencido de cómo había que jugarlo y sabiendo que no había margen para el error. Compensado en todas las líneas, Unión fue transmitiendo seguridad, compromiso y un plan de juego que no admitía titubeos. Quizás, el único defecto que se le puede “achacar”, haya sido no haber convertido un gol en el primer tiempo, cuando tuvo tres situaciones demasiado claras como para irse al descanso en ventaja, más allá de que también había aparecido la figura de Moyano para desviar un remate de De la Cruz (con ayuda del travesaño incluida) y otro a Alvarez, en ambas ocasiones ingresando por el sector de Vera, que fue creciendo en su rendimiento hasta ponerse a la altura de todos.
River manejó un poco más la pelota, pero Unión lo compensó con un despliegue brutal… ¡Lo que corrió Unión!… Notable. Y efectivo. Porque en ningún momento descubrió espacios, supo esperar bien armado en la puerta de su área y así le quitó posibilidades a un equipo que hizo correr la pelota pero que no tuvo profundidad. Y cuando Unión la recuperó, la idea fue salir rápidamente de contra. Con un excelente comienzo de partido de Gastón González (gran primer tiempo), con una notable actuación de Luna Diale (imparable) y con un Portillo que se terminó “comiendo la cancha” por lo que corrió, porque apareció en todos lados y porque fue implacable a la hora de recuperar la pelota, muy bien auxiliado por un Nardoni de gran trabajo también.
Gallardo tuvo una lectura muy particular del partido, porque lo sacó a Quintero en el entretiempo (un creador de juego) y puso a Brian Romero (un definidor). Y eso le quitó claridad a River. Mucho más cuando dejó de complicar la subida de Elías Gómez por el sector izquierdo y cambiaron de posición los dos volantes laterales (pasó De la Cruz a la derecha y Simón al otro sector).
Unión se fue animando con el paso de los minutos. Y en esto fue clave Luna Diale, con mucho resto físico para correr por todos los sectores de la cancha, sacándose marcas de encima y aportando claridad. Arriba, Juárez y Gastón González tuvieron la misión del desborde por afuera, sin exagerar la subida de los marcadores de punta con el objetivo de no desmantelar un sector defensivo que mostró una gran solidez en los noventa minutos. Pero se desengancharon los volantes. Sobre todo Nardoni, que llegó a posición de gol y fue derribado por Armani en la maniobra que terminó con el penal que sancionó Pitana y gol de Luna Diale, como premio a una de las grandes figuras de Unión.
Si bien Alvez desperdició en forma increíble dos jugadas muy claras (un centro de Gastón González que terminó definiendo por arriba del travesaño desde adentro del área chica y un mano a mano en el que adelantó mucho la pelota y permitió que Armani se la quitara), puso ganas, sacrificio, fue solidario y aprobó con creces este primer examen. Es un típico exponente de esa garra uruguaya que tanto identifica a los orientales… Una garra uruguaya que se transmitió desde el primero hasta el último de los jugadores de Unión durante todo el partido.
Falta mencionar a otro artífice de la victoria: el técnico. Munúa entendió que había una sola forma de hacerle “partido” a River. Y que era corriendo más que River, cosa que no es fácil de lograr. Eso permitió que Unión estuviese siempre bien parado, que casi nunca aparezcan espacios (salvo las dos jugadas mencionadas del primer tiempo en las que apareció Moyano) y que a la hora de contragolpear, la llegada se produzca en forma masiva. Cuando digo masiva, me refiero a que, al menos, Unión tuvo cuatro jugadores con obligaciones ofensivas: Luna Diale, Alvez y los dos carrileros. Los cuatro tuvieron un despliegue descomunal. Pero a la hora de hablar de eso, del despliegue, es injusto resumirlo en algunos. Fueron todos, sin excepciones, los que entendieron que al partido se lo ganaba así: corriendo, metiendo, con concentración e inteligencia táctica y, cuando se podía, también jugando. A todo eso, Unión lo hizo muy bien.