Unión y ese "bendito" tema llamado "mercado de pases"
El técnico reclamaba al punto de haber dejado la puerta abierta para irse. Ahora defiende a muerte el plantel y dice que peleará arriba con lo que tiene. Faltan cinco días para que cierre todo definitivamente y nadie asegura si alguien vendrá.
El tiempo apremia, las horas pasan y el mercado más largo de la historia llegará a su fin este viernes. ¿Vendrá alguien a reforzar el plantel del Kily?. Crédito: Manuel Fabatía
Dio que hablar este mercado de pases. Ante todo, hay que dejar en claro que fue un grave error haber prolongado tanto el levantamiento de la inhibición. Hayan sido 300, 400, 500 o 600 mil dólares (Unión prometió informarlo detalladamente en breve) los que hubo que poner para arreglar con la dupla Munúa-Lezcano, no se entiende la demora por una sencilla razón: desde la venta de Gastón González hasta la última de Luna Diale (que, dicho sea de paso, tiene serios problemas de ser cobrada en lo inmediato por un problema ajeno al club), Unión ha recaudado una suma de dinero prácticamente inédita en la historia del club.
Y fue grave también porque la oficialización del levantamiento de la inhibición se produjo el mismo día en que se cerró el libro de pases para jugadores que estaban jugando en el exterior. Y allí, parece ser, apuntó la mira del Kily. El viernes dijo que fueron tres los jugadores que tenía en carpeta y que jugaban afuera. De uno de ellos se conoció el nombre (Franco Fragapane, por el cuál había que hacer una fuerte erogación para que saliera del Minnesota y un buen sueldo para convencerlo de que vuelva). De los otros dos no se pudo saber con certeza la identidad (se supone que uno era Emanuel Ojeda, que se quedó en Chile). Ninguno llegó porque el club estuvo inhibido hasta el último día, aunque acá vale hacer una aclaración: a principios de año, Unión tuvo que levantar tres inhibiciones (Capiatá, Plaza Colonia y el DIM), pero pudo traer a los hermanos Pittón, Torrén, Balboa y Thiago Cardozo, que llegó desde el exterior, aún habiéndola levantado – a las inhibiciones – a poco del debut ante Racing en la Copa de la Liga.
También dijo el Kily que hicieron un “scouting” de 150 jugadores, entre ofrecidos o con posibilidades de llegar. Y ninguno, por lo visto, terminó de convencer. Tras cartón, el discurso fue “proteccionista” de parte del entrenador. Y se escucharon frases como “no voy a traer por traer”, “si viene alguien, tiene que ser mejor de lo que tengo” o “si tengo que poner a los pibes del club, los voy a poner como hice siempre y si nos tienen que putear, que nos puteen a todos”. Frases muy elogiables, pero dichas ahora y en el marco de una situación anterior muy distinta, en la que él venía reclamando a gritos que el plantel tenía que reforzarse.
Los rumores en el estadio, el viernes, eran muy firmes. “Si el Kily lo llama a Malcorra, lo trae”, fue uno de ellos. Quizás el más fuerte y sobre el que el técnico habló, diciendo que “cualquier entrenador quisiera tener a Malcorra en su plantel”, aunque también dejó escapar una frase que no deja de llamar la atención: “Santa Fe es chiquito y es fácil mandar algún mensaje para instalar algún nombre. De boludo, sólo tengo la cara, pero no lo soy. Y tampoco soy un caprichoso”. Entonces, la pregunta es: ¿realmente es cierto que Malcorra estaría en condiciones de venir?, ¿hubo alguna gestión en concreto? Por lo que dice el Kily, nadie le habló de Malcorra. ¿Y por qué sonó tanto su nombre o el del “Perrito” Barrios, el de San Lorenzo, en la noche del 15 de Abril?
Faltan cinco días, Unión necesita incrementar el potencial del plantel por más buena respuesta que haya tenido de algunos jugadores, como es el caso de Vargas y de Rivero (dos aciertos, como el de Pardo). Así lo entendieron todos desde el mismo momento en que se le ganó a San Lorenzo, antes de la Copa América y el equipo quedó primero, a sabiendas de que se podía dar alguna baja, como luego pasó con Vera y con Luna Diale. Pero se demoró en demasía el levantamiento de la inhibición y ahora el tiempo se acortó peligrosamente en este mercado de pases en el que, si algo sobró, fue justamente tiempo (casi tres meses abierto).
El Kily se enojó en su momento y amagó pegar el portazo. El día de la derrota injusta ante Racing, dijo que “yo ya sé lo que tengo que hacer”, sin ocultar su fastidio y su bronca por todo lo que estaba pasando. Eso “obligó” al presidente Spahn a ir a Casasol al día siguiente a hablar con él para calmarlo. En realidad, para darle explicaciones que debió darle antes sin la necesidad de llegar al nivel de descontento al que el Kily llegó esa nochecita en Avellaneda. Y todo este cuadro de situación se dio en el marco de una muy buena campaña, para muchos impensada y que, con más razón, requería de una atención especial a la hora de intentar el salto de calidad con alguna incorporación que mejore el potencial del plantel.
Dinero no le debe ni le puede faltar a Unión por las razones ya apuntadas: muchas ventas en los últimos tiempos y recursos extraordinarios que aumentaron las posibilidades de no generar deudas y de dar ese salto de calidad que cambie los objetivos e impida el enorme sufrimiento del año pasado.
Quedan cinco días para ver qué es lo que pasa. ¿Es tarde?, sí, es tarde. ¿Debió evitarse esta situación?, sí, debió evitarse. ¿Se pudo evitar?, uno supone que sí por aquello del flujo de ingresos que recibió el club por la transferencia de sus jugadores. En el medio de todo esto, un equipo que fue creciendo, un técnico que fue madurando y esa sensación de que se trataba de una gran oportunidad para hacer todo lo posible para ir por más. Habrá que ver si estos cinco días dan “vuelta la tortilla”.
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