Unión es un equipo físico, intenso. Aplasta a sus rivales desde el principio, los somete, se los lleva por delante y trata de convertir. En Santa Fe, Unión es así. Y la producción -matemática y de funcionamiento- es el fiel reflejo. No en vano Unión ha logrado el 70 por ciento de los puntos que jugó en condición de local. De visitante le cuesta repetir. Parece que necesita del marco, de su gente, para envalentonarse y salir a "apurar" al rival, a mojarle la oreja desde el mismo comienzo del partido. Es un equipo que, en el pitazo inicial, uno no puede distraerse un solo instante. Y la apertura de la tarde-noche tuvo ese condimento.
¿Qué pasó?, que hubo una merma física. Y se notó mucho en Juan Ignacio Nardoni, un motorcito del mediocampo, que no pudo controlar la exigencia de su trajín y terminó saliendo de la cancha totalmente acalambrado. No fue el único. La imagen final fue la de un equipo "planchado", ya sin resto físico ni aire. Jugadores parados en la cancha, que contrastaban con lo que es un síntoma muy claro y evidente de este equipo: la adecuada respuesta física.
El bajón físico en la parte final, fue una de las evidencias. Y la otra, algo que se viene observando en este equipo: la falta de claridad cuando el rival cede pelota y terreno. Los ejemplos abundan: primer tiempo con Atlético Tucumán, segundo tiempo con Sarmiento de Junín, primer tiempo con Sportivo Las Parejas. No es una crítica absoluta, porque el primer tiempo de Unión fue bueno. O al menos aceptable. Unión hizo el gasto, intentó abriendo la cancha (Gastón González redondeó un buen primer tiempo, igual que Corvalán, algo de Machuca y el empuje de Portillo y Nardoni). Pero está claro que cuando la pelota pasa mucho por los pies de Brítez, de Portillo o de Nardoni, en campo contrario, el equipo pierde sorpresa y cuesta abrir o encontrar espacios para el resto. Igual, algunas cosas se hicieron bien, hasta que metieron la pelota adentro del área. Y allí faltó precisión.
En la virtud, también estuvo el defecto. La virtud es arrollar al rival en lo físico, someterlo a una exigencia poco común. Y sorprenderlo, como lo hizo en varias ocasiones con goles tempraneros. En esa virtud, Unión se encontró con el defecto. Que fue la merma que hubo en un segundo tiempo extremadamente cortado por la capacidad de Junior para dormir el partido y meterlo en un freezer, con la inestimable colaboración de un árbitro errático y permisivo, que le dio todas las facilidades para que el partido entre en una zona gris de total intrascencencia.
¿Qué pasó al final del partido?
Cuando culminó el encuentro, desde el sector que une la cabecera donde se ubica la barra de las bombas y la tribuna que da a Cándido Pujato, comenzaron a arrojarse toda clase de proyectiles al campo de juego, sobre todo botellas de plástico con agua.
Los destinatarios de esos proyectiles y gritos por parte del público que se retiraba del 15 de Abril, era el personal policial ubicado adentro del campo de juego. De inmediato se inició la retirada de los efectivos, aunque quedaron en el campo de juego los elementos contundentes que volaron desde la tribuna.
Si bien no se conoció con exactitud qué fue lo que pasó, evidentemente hubo algún gesto o actitud de parte de alguno de los efectivos que exacerbó al público de Unión que abandonaba el estadio, minutos después de concluido el encuentro.
Se comentó que el presidente de Unión, Luis Spahn y otros dirigentes, se dieron cuenta de la situación y de inmediato hablaron con las autoridades del operativo policial.
Al margen de esto que pasó al término del partido, vale rescatar también lo que aconteció mientras se jugaba el primer tiempo y, desde el sector de tribunas, voló un encendedor de color azul. El mismo fue advertido por el árbitro uruguayo, quien de inmediato alzó el encendedor y lo llevó al sector en el que estaba ubicado el cuarto árbitro. Habrá que ver si consta en el informe o si alguno de los veedores de Conmebol resuelve hacerlo. Hay que tener en cuenta que la Conmebol aplica duras sanciones (la mayoría económicas) cuando se produce algún disturbio que ensombrezca la normal realización del espectáculo.