"Golondrinas de un solo verano, con ansias constantes de cielos lejanos". Ese verso del poeta Alfredo Le Pera no podría ser más atinado: las golondrinas están siempre yéndose y volviendo desde y hacia remotos puntos cardinales. La explicación se encuentra en el ciclo biológico de estas aves: buscan climas calurosos para sobrevivir y, ante la llegada del frío, emigran. Esto es lo que ha pasado por estos días en la ciudad de Santa Fe: un masivo éxodo de golondrinas.
Es curioso el viaje emprendido. Con el inicio del otoño, las especies de golondrinas que habitualmente llegan a esta capital ahora dan vuelo hacia Centroamérica, incluso hasta el sur de los Estados Unidos: entre 7 mil y 8 mil kilómetros, aletazo tras aletazo, surcando los cielos de la América profunda. Son unas 22 horas en avión, para dimensionar. Semejante travesía para subsistir en un clima cálido.
¿Y por qué eligen siempre Santa Fe? ¿Cuál es la razón por la cual, todas las primaveras y los veranos, las plazas de la ciudad, sobre todo las más céntricas, están llenas de golondrinas sobrevolando? ¿Es que acaso esta capital tiene algo particular que hace que sea una de las ciudades predilectas de estas aves?
"Hay factores climáticos y geográficos de Santa Fe que nos llevan a pensar que aquí las golondrinas encuentran un lugar muy confortable", le explica a El Litoral Pablo Capovilla, experto en aves, guía intérprete de naturaleza quien, con su colega Eduardo Beltrocco, trabajan para la Secretaría de Ambiente municipal en la Reserva Natural Urbana del Oeste y en el Jardín Botánico.
El especialista amplía el concepto: la ubicación que tiene la ciudad y sus condiciones climáticas (altas temperaturas) favorecen la llegada de estas aves. Pero además, es clave el hecho de que Santa Fe "esté rodeada de dos ríos muy importantes (el Salado y el Paraná), que son como dos 'autopistas naturales' para las aves que emigran: si tienen viento en contra pueden volar al ras del agua y no sienten tanto la resistencia; y si tienen viento a favor, no tienen nada para chocarse y pueden hacer muchos kilómetros en poco tiempo".
Existen 11 especies de golondrinas que habitan la provincia de Santa Fe en algún momento del año. En las plazas de la ciudad capital, son tres las especies predominantes: la golondrina doméstica, la negra y la parda.
"Éstas tienen una migración parecida pero no igual. Por ejemplo, la parda, que quizás es la más abundante junto con la doméstica, va durante el otoño-invierno nuestro hasta el sur de Centroamérica. Y en nuestra primavera-verano, descienden y llegan hasta la Argentina a nidificar (hacer sus nidos). La migración de la golondrina doméstica es la más larga, porque llegan hasta México y sur de los Estados Unidos", dice Capovilla.
La parda, por caso, nidifica adentro de huecos: eligen mucho los nidos de los horneros. La doméstica utiliza huecos artificiales, en edificios, en canaletas, etcétera. Y se alimentan exclusivamente de insectos voladores: "Cuando pensamos en insectos voladores, lo primero que se nos viene a la cabeza son los mosquitos santafesinos, claro -bromea el guía e intérprete-. Pero también se alimentan de polillas, mariposas, etcétera".
Vuelan a veces bajo, a veces alto: "Vuelan donde hay mayor concentración de alimento. Aunque no los veamos, en el aire hay ecosistemas de insectos voladores a diferentes alturas, y las golondrinas los cazan al vuelo. También por presión atmosférica, por corrientes de aire más caliente, la altura de sus vuelos puede variar", agrega Capovilla.
Las golondrinas se reúnen más en las plazas de la ciudad. Eso ocurre cuando terminan de reproducirse; los pichones juveniles empiezan a volar bien, abandonan el nido y se empiezan a agrupar. Y para agruparse, buscan los lugares donde haya más calor, que justamente es la ciudad, y particularmente su zona céntrica.
"Por eso se ven tantas en, por ejemplo, la Plaza Constituyentes, donde un día estimamos una población de más de 10 mil golondrinas. Las plazas son como 'islas de calor' para ellas. Siempre en verano hay unos grados más en el centro que en la periferia. Entonces estas aves están en la zona céntrica: prefieren 'bancarse' el ruido de los autos y las luces con tal de estar en un espacio más cálido y poder descansar de noche", dice el especialista.
"Hay que entender que las golondrinas generan varios factores biológicos benéficos; por ejemplo, mantienen el equilibrio natural de las poblaciones de insectos voladores. Pensemos en que el espectáculo que nos regalan las golondrinas a los santafesinos no se ve en todas las ciudades del país", añade Capovilla.
Las aves volverán a Santa Fe a mediados de septiembre, ya con el inicio de la primavera. Buscarán sus lugares de nidificación y comenzarán su "temporada estival" en la ciudad. De momento, están en plena travesía por el aire. Alfredo Le Pera ya las inmortalizó: "Golondrinas con fiebre en las alas, peregrinas borrachas de emoción".