Redacción El Litoral
Levantan ranchos en el bañado.
Redacción El Litoral
En los últimos días, desconocidos comenzaron a levantar precarias viviendas en la zona inundable de Playa Norte, por Riobamba al 8.700, al noreste de la ciudad. Alertados de esta intrusión, los vecinos de la franja de viviendas sobre Riobamba, cuyos fondos dan sobre la playa, denunciaron en la Justicia la presencia de los “nuevos vecinos” al tiempo que alertaron sobre recientes casos de inseguridad y la abundante presencia de basura. Pero nadie frenó el avance de los nuevos ranchos.
Cabe señalar que toda la zona de terrenos inundables de Playa Norte, por calle Riobamba desde la altura del 8.300 hasta el 8.700 (vereda Oeste), es ocupada desde hace dos décadas por un precario asentamiento de vecinos que levantaron ranchos y luego casas de material. Hoy son aproximadamente unas 220 personas.
Además de basura acumulada en las calles hay chanchos, caballos y otros animales que deambulan la zona. Es que los ocupantes de los terrenos inundables de Bajo Judiciales se dedican en su mayoría al cirujeo, y entre ellos los vecinos aseguran que “se camuflan” delincuentes que mantienen en jaque al resto del barrio.
Años atrás, la zona se proyectaba como residencial (es la categoría por la que les cobran los impuestos). Pero en la actualidad está muy venida a menos por la inseguridad, la violencia y la acumulación de residuos. Y ello lo padecen las doce familias que habitan las últimas viviendas del noreste de la ciudad, sobre la hoy extinta Playa Norte. En paralelo, el peor padecimiento lo tienen las familias de indigentes que viven en precarias condiciones y en situación irregular.
Casas usurpadas
Entre las viviendas residenciales de Riobamba contra la playa hay al menos dos que fueron desocupadas por sus propietarios debido a las pésimas condiciones de hábitat de la zona y al quedar deshabitadas fueron intrusadas por ocupas. Incluso el club lindero, Luz y Fuerza, debió clausurar su antiguo acceso y construyó otro pórtico con fuertes medidas de seguridad en la esquina de Riobamba y French, más lejos de la zona donde en los últimos años habían sufrido asaltos.
En los cristales del antiguo acceso a Luz y Fuerza se observan hoy las huellas de piedrazos y orificios de balas. Al otro lado de la calle hay un cartel casi ilegible que reza “prohibido arrojar basura”, y detrás del mismo hay chatarras de autos desarmados, troncos y basura. Luego comienzan las precarias viviendas de quienes usurparon los terrenos.
Dos de los vecinos de Riobamba al norte le narraron a El Litoral sus padecimientos diarios. Pidieron reserva de identidad, porque conviven con algunos vecinos que pueden ser violentos y ven crecer a sus hijos en condiciones de insalubridad.
Una de las vecinas, con más de 20 años de antigüedad en el barrio, suele denunciar por radio lo que le sucede. Usa el seudónimo “Griselda”. Ella contó que cada vez que reclaman una solución a su problema los tildan de “oligarcas con playa privada”. Y dice que así los señalan también desde las organizaciones no gubernamentales que asisten a los ocupantes del asentamiento.
Durante la última emergencia hídrica de principios del año pasado, la Municipalidad de Santa Fe brindó asistencia a los ocupantes de la villa montada en una zona inundable. Les dio alojamiento primero en el refugio para inundados de la Universidad Tecnológica —sobre la Costanera— y luego en un terreno de barrio Nueva Esperanza Este, donde la ONG Techo les hizo refugios y luego, con la ayuda del gobierno nacional, el municipio les construyó un plan de viviendas de material (uno de los tres barrios para inundados en marcha).
Acción municipal
La promesa del municipio contemplaba, además, una intervención en la zona de Bajo Judiciales, Bajo Gada y Playa Norte para evitar que los terrenos vuelvan a ser ocupados con nuevos asentamientos. Pero la ausencia del Estado en la zona hizo que mucha gente vuelva a ocupar las viviendas que quedaron en pie. Y ahora, además, comenzaron a llegar nuevos vecinos que están levantando más viviendas de chapa y cartón, y luego de material, en dichos terrenos.
Otra vecina que se hace llamar “Romina” contó que hace dos semanas atrás la asaltaron a punta de pistola cuando viajaba en su auto particular junto a su hija de 11 años. Dijo que mientras la asaltaban con el arma apuntando a su hija apareció otro delincuente que la reconoció porque vive en frente de su casa y le dijo a su secuaz que la dejaran. “No se llevaron nada, pero nos salvamos porque me reconoció”, contó.
“¿Por qué somos nosotros los que nos tenemos que ir? —se pregunta hoy ‘Romina’—, si elegimos vivir aquí y pagamos impuestos carísimos”. Luego detalló: $ 700 de TGI y $ 4.000 de API. “Pero cuando queremos una pizza o un helado, los cadetes no quieren entrar al barrio, ni el basurero ingresa”, se lamentó.
Lo cierto es que pese a que todavía tienen la esperanza de que su realidad cambie, “en el fondo todos los vecinos se quieren ir del barrio”, dijo “Griselda”, “pero cuando vienen a tasarnos las viviendas nos quieren pagar la mitad de lo que valen, y no es justo”.
Mientras esperan una solución a su problema los vecinos se cuidan entre ellos. Tocan bocina con insistencia cuando llegan a su hogar para que les abran el portón y para alertar a los policías del destacamento Playa Norte, ubicado en Riobamba al 8.600. No bajan a la playa ni salen caminando de sus domicilios. Viven enjaulados.
Al otro lado de la calle, algunas de las precarias viviendas irregulares ya levantaron el primer piso de material y comenzó a formalizarse la cuarta manzana. “Vino gente de Paraná, de Córdoba y de la localidad de Alejandra, si no lo frenan ahora se les va a ir de las manos”, finalizó “Romina”.
La limpiaron, se llenó de basura
A mediados de septiembre la Municipalidad montó un operativo de limpieza integral de Playa Norte, pero dos meses después se volvió a acumular basura, con un claro riesgo sanitario para los vecinos.