Martes 30.6.2020
/Última actualización 17:27
A partir del 10 de diciembre de 2019, los tres estamentos del Estado (nacional, provincial y municipal) cambiaron de signo político. Y ese cambio significó, en muchos casos, discontinuar los proyectos encarados por gestiones anteriores. No hay nada nuevo bajo el sol, dice un viejo refrán, y esta situación se repite a lo largo de los últimos años en el país. En el área metropolitana de Santa Fe, tres instituciones emblemáticas de la región están en preocupante estado de olvido.
Si bien cada una presenta una realidad diferente, comparten la falta de políticas, de inversión y de proyectos a largo plazo para el beneficio no solamente de los santafesinos, sino de todos aquellos que visiten la capital provincial. Se trata del Aeropuerto Metropolitano, de la Estación zoológica Experimental “Granja La Esmeralda” y del Observatorio Astronómico Centro Observadores del Espacio (Code).
De la revolución aérea al aeropuerto acéfalo
Uno de los planes de gobierno de la gestión del ex presidente Mauricio Macri fue la apertura del espacio aerocomercial para fomentar la conectividad entre localidades del territorio argentinos separadas por miles de kilómetros. El ex ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, denominó a ese plan “Revolución de los aviones”. Fue entonces que durante 2015 y 2019 se incrementaron las rutas de Aerolíneas Argentinas y se sumaron compañías privadas que comenzaron a competir en el mercado interno. Fue el desembarco de las aerolíneas de bajo costo (conocidas por su nombre en inglés como low cost).
En la provincia de Santa Fe, la encarada “revolución” se plasmó en las mejoras que se hicieron en el aeropuerto de Rosario y el de Sauce Viejo, que tiene operatividad en el área metropolitana de la capital provincial. En este sentido, se creó un Ente administrador y la estación pasó a llamarse “Aeropuerto Metropolitano de Santa Fe”. Entre las principales obras, se actualizó la pista, se reacondicionó el sector gastronómico, se dotó de conexión WiFi para los pasajeros, entre otras.
Archivo El LitoralFoto: Archivo El Litoral / Mauricio Garín
En simultáneo se logró la llegada de dos aerolíneas privadas, hecho histórico para el aeropuerto en las últimas décadas. Avianca Argentina y Flyest tuvieron su lugar entre las oficinas de despacho y atención al cliente en el renovado aeropuerto. Para 2018, Santa Fe tenía el doble de ofertas para ir a Buenos Aires, con horarios más convenientes, por ejemplo para realizar reuniones en un día o hacer conexiones para otros destinos: es decir, se mejoró la operatividad no sólo para cuestiones de negocios sino también por turismo. Además, una de las empresas low cost requirió permisos para explotar rutas áreas y poder conectar Santa Fe con Salta, Misiones y Resistencia. Las habilitaciones fueron otorgadas pero nunca se avanzó.
La creciente conectividad aérea de la capital santafesina recibió golpes de knock out seguidos, en un período corto de tiempo. El primero fue la crisis y la recesión de 2019. La devaluación del dólar durante el pasado año encareció los pasajes y los costos operativos. Con el correr de los meses, una de las citadas empresas cesó sus operaciones en el país y dejó vacante las rutas. Con menos horarios, el aeropuerto de Sauce Viejo fue perdiendo pasajeros.
Llegó el cambio de gobierno y el segundo KO para la aeroestación local y provincial. Uno de los primeros decretos del gobernador Omar Perotti fue derogar un incentivo vigente para que compañías aerocomerciales se instalen en Santa Fe y puedan operar destinos nacionales e internacionales. Así, la empresa FlyBondi —que desembarcó en Rosario a principio de 2019 con tres destinos: Tucumán, Salta e Iguazú— comenzó a retirar vuelos desde el sur provincial. Quedaba entonces muy lejos la idea de una “low cost” que llegue a Sauce Viejo.
En el Metropolitano de Santa Fe, nunca se nombró al director del Ente que administra la aeroestación. Así lo contó El Litoral en el último verano, suponiendo que era cuestión de tiempo ya que transcurrían las primeras semanas del nuevo gobierno. “La decisión es de Perotti”, le dijo a este diario un funcionario de Empresas y Servicios Públicos, la órbita en la que funciona la estación.
Sin conducción política, el deterioro fue creciendo. Se dejó caer el sitio web, que contenía noticias, imágenes, horarios y otra información importantes para los pasajeros. ¿Qué aeropuerto del mundo no tiene actualizada su página en Internet? Cuesta creerlo. Algo que llamó la atención por aquel entonces fue la eliminación de los perfiles en redes sociales. Sin Facebook, Twitter ni Instagram no se pueden conocer las novedades de la areoestación local. Sí quedó en pie la cuenta de Flickr con galerías de fotos de distintos eventos y obras que se llevaron a cabo en los pasados años.
A principios de marzo de 2020, se conoció un informe de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) que lo posicionaba al aeropuerto santafesino como el que más pasajeros perdió, comparando los meses de febrero de 2019 con los de este año. “El Aeropuerto Metropolitano de Santa Fe registró en el segundo mes del 2020 una caída del 58,3% comparado con igual mes de 2019, ocupando de este modo el primer puesto del top 10 elaborado por la ANAC”, explicó El Litoral en ese entonces.
Unos días más tarde, el aeropuerto de Sauce Viejo recibió el tercer puñetazo al mentón: la llegada de la pandemia de coronavirus. El 20 de marzo, el gobierno nacional decretó un aislamiento preventivo y obligatorio para prevenir los contagios masivos de Covid-19. Una de las principales medidas fue cerrar las fronteras y reducir a la mínima expresión los vuelos en el interior del país. Así, la estación aérea de la capital santafesina tuvo otra caída.
En los primeros días de junio, cuando se cumplieron los primeros seis meses del gobierno de Perotti, El Litoral intentó contactar con funcionarios del Ministerio de Infraestructura, Servicios Públicos y Hábitat provincial para conocer novedades respecto al aeropuerto: quién será el director del Ente, qué planes se analizan para el mediano y largo plazo, y si existen gestiones para sumar destinos desde la capital de la provincia, entre otras consultas periodísticas. Sin embargo, no hubo respuestas satisfactorias más que la reiteración de que “la decisión es del gobernador”.
Un dato de color que aporta al grado de desamparo que sufre la estación aérea: en la nómina de autoridades del gobierno, en la sección correspondiente al citado ministerio se deja constancia de quienes integran el directorio en el Aeropuerto Internacional de Rosario; no ocurre lo mismo con el de Sauce Viejo, que sólo figuran los datos de ubicación y un teléfono fijo.
¿Qué pasará con el aeropuerto cuando se habiliten los vuelos de cabotaje? ¿Qué planes de fomento y crecimiento para atraer turistas se tiene proyectado? ¿Se podrá conectar el área metropolitana de Santa Fe con otras ciudades del país? Son preguntas que aún no se conocen las respuestas oficiales.
Los estudios y la curiosidad por el espacio, las estrellas, satélites y demás cuestiones se hace carne en la ciudad de Santa Fe a través del Centro de Observaciones del Espacio, popularmente conocido por sus siglas como “Code”. La institución nació a mediados de la década de 1960, pero recién en los ‘90 consiguió un espacio físico. En el medio hubo un proyecto de planetario en el Parque del Sur pero no avanzó. Fue en la gestión municipal del ex intendente de esta capital Jorge Obeid (ya fallecido) cuando en 1993 se le entregó en comodato el edificio a la vera de la costanera santafesina, a la altura de la calle Calcena.
Se trataba de un antiguo restaurante que tenía destino de demolición. En el inicio de los 2000, el propio Obeid (ya siendo gobernador de la provincia) tuvo otro gesto para con la institución y otorgó un subsidio que fue utilizado para la construcción de la nueva cúpula y la adquisición de un telescopio más moderno.
Con el correr de los años, el Code pudo realizar ciento de muestras en sus instalaciones y recibió la visita de miles de santafesinos. El inevitable paso del tiempo también decía presente en el edificio, por lo que se imponía un proyecto de renovación y ampliación. El ansiado plan de refacción se presentó a mediados de 2016. Ese día “bisagra” para la institución, Jorge Coghlan, la cara visible del Code, presentó junto a autoridades provinciales y municipales la maqueta de un “planetario digital”.
Archivo El LitoralFoto: Archivo El Litoral / Mauricio Garín
“La principal innovación es la construcción de una cúpula geodésica con tecnología para que 50 espectadores puedan mirar una proyección del cielo en 180 grados”, contó El Litoral el 29 de junio de 2016. “La obra también plantea una intervención de las instalaciones para provocar nuevos recorridos, generar nuevas áreas de proyección en la planta baja, alrededor del planetario digital, y habilitar el patio central como articulador de actividades. El perímetro se transformará con una piel de vidrio, con permeabilidad visual, que invite al uso de los espacios. Mientras que la terraza será mejorada para hacer observaciones de cielo”, agregaba el citado artículo. Además, se explicaba que el presupuesto es de 9 millones de pesos, que serán aportados por el gobierno provincial, mientras que el municipio tenía a su cargo la ejecución de la obra. Por aquel entonces esperaban finalizar los trabajos al año siguiente, es decir 2017.
La primera entrega de dinero por parte de la provincia fue de $ 5,6 millones y llegó a fines de 2016: faltaba entonces llamar a licitación. Tras un fallido proceso licitatorio, las ofertas recién se conocieron en octubre de 2017; en aquel entonces este diario indicaba que se habían presentado dos empresas: Ashoka Construcciones SA y Auge SRL, siendo la primera firma la que resultó adjudicada. Pasaron unos meses, y recién en abril de 2018 comenzaron los trabajos de refacción. Este diario contó que la primera etapa demandaría seis meses.
Llegó 2019, año eleccionario en Argentina y aparecieron los problemas en las obras del Code. A mediados de junio, El Litoral advertía que los trabajos se habían frenado un mes atrás. “Los trabajos se avanzaron en un 50%”, se explicó en un artículo, en el cual también se publicaron una serie de imágenes que mostraban al Code en plena refacción, pero sin trabajadores ni máquinas funcionando.
Las malas noticias siguieron. Pasó un mes (junio de 2019) y la empresa Ashoka Construcciones abandonó los trabajos y dejó a 9 obreros sin empleo. Horas más tarde, el entonces intendente de Santa Fe, José Corral, anunció la rescisión de contrato con esa firma y la necesidad de volver a licitar la obra. Nada nuevo ocurrió.
Campaña, elecciones en la provincia y en el país, y el planetario seguía inconcluso. En diciembre, ya con nuevas autoridades en los tres estamentos del Estado, los trabajos continuaron frenados y, para peor, las abundantes lluvias provocaron filtraciones y más pérdidas para la institución. “Todo fue un desastre, hubo falta de controles por parte de provincia y del municipio, se dejó muy abandonado al Code y realmente es una vergüenza que una obra tan sencilla demore tanto tiempo”, le dijo Coghlan a El Litoral los últimos días del año pasado, y anticipó que entregó carpetas con detalles de la obra a los nuevos gobernantes.
Archivo El Litoral / Mauricio GarínFoto: Archivo El Litoral / Mauricio Garín
Cansados de esperar, quienes integran la comunidad del Code encararon trabajos de arreglos y acomodaron el edificio (prácticamente en ruinas) para, aunque sea, poder abrir un sector de las instalaciones. Este diario contó a fines de enero que, encabezadas por el propio Coghlan, iniciaron tareas de restauración en la nave central.
“Estuve restaurando muebles, pusimos luminarias led, se pintó todo adentro y se ganó un nuevo espacio, que será destinado a las maquetas. En otro sector armaremos un pequeño auditorio”, dijo a principios de año. Además, agregó: “Se firmó un convenio poco días antes que se retire el gobierno anterior en donde se pusieron todos los presupuestos actualizados, a lo que quedó en 27 millones a septiembre de 2019”.
Reclamos a ¿oídos sordos?
El más reciente de los capítulos sobre la inconclusa obra en el Code se escribió a principios de junio de 2020. El incansable Jorge Coghlan hizo públicos, a través de El Litoral, los reclamos a la gestión de Omar Perotti para que se retomen los trabajos y poder finalizar el planetario. “El gobernador tiene que tomar la decisión para saber si vamos a tener el observatorio y si algún día tendremos el planetario. Estamos a menos de un 50% del proyecto original”. Y agregó: “Es una gran pena que la capital de una de las provincias más importantes del país no sólo se quedó sin anhelo de planetario sino que también sin el observatorio. Es increíble, porque ha funcionado desde 1993”.
Se cumplen seis meses de gestión provincial y municipal y todavía no se conocieron los planes para continuar la obra del Code. En el medio, el esfuerzo de un grupo de personas que pone hasta lo que no tiene para ver concretado un sueño. Ese anhelo que pudo ser y que todavía la política no lo deja. Uno de los símbolos de la ya tradicional costanera santafesina que bien podría ser otro atractivo turístico y se muestra actualmente en ruinas ante los ojos de los visitantes.
En la década de 1960, el Ministerio de Agricultura y Ganadería de la provincia dejó inaugurada las instalaciones de la Estación Experimental “Granja La Esmeralda”. La idea de aquel entonces era continuar los trabajos de la Escuela de Capacitación Tambera Ganadera dependiente de esa cartera. Fue entonces que habilitaron el predio ubicado en la Av. Aristóbulo del Valle al 8700 de unas 13 hectáreas de espacio verde del norte de esta capital.
Archivo El Litoral
En las décadas del ‘70 y ‘80 comenzaron a aparecer los primeros animales: aves, mamíferos y reptiles. En 1983, la estación abrió sus puertas al público, convirtiéndose con el correr de los años en un paseo para toda la familia. En el interior de la granja, se acogieron diversas especies autóctonas que necesitaban protección y cuidado; al tiempo que se estudiaban sus principales características. Para 1990 se creó el “Proyecto Yacaré” dedicado a la conservación de la especie y de los humedales en la provincia, iniciativa que subsiste por estos días y realizó trabajos encomiables.
El paso del tiempo le fue pasando factura a las instalaciones. Durante años se hicieron públicos los pedidos de distintos sectores para que se mantengan las instalaciones y se protejan las especies alojadas en el predio. La granja fue perdiendo su lugar dentro de la preferencia de los santafesinos como espacio para aprovechar al aire libre.
Cabe señalar que luego de varios años de presentaciones, en 2018 la Justicia santafesina dio lugar a un amparo para que no se exhiban animales a las personas. Casi en simultáneo, el gobierno provincial formuló un proyecto para renovar las instalaciones y reformular el concepto del predio. Se pensó en un centro educativo de interpretación ambiental, iniciativa para la cual se previó una inversión de 100 millones de pesos. El ambicioso plan pretendía liberar las jaulas y generar espacios de convivencia, mientras que se acoplaba a un plan educativo sobre la flora y fauna provincial.
Para mediados de 2019, la granja cerró sus puertas al público con el pretexto de poder comenzar los trabajos de transformación. Pero nunca prosperaron. Los tiempos políticos, las elecciones y el cambio de gobierno dejaron truncos los planes para la estación. Al igual que en los casos explicados antes, el gobierno de Perotti, a seis meses de su asunción, aún no informó de manera oficial si retomarán el proyecto de reconversión de La Esmeralda y bajo qué términos.
A principios de junio los concejales de la ciudad capital del Pro-Juntos por el Cambio, Luciana Ceresola y Sebastián Mastropaolo, presentaron una queja formal sobre el estado de abandono de la granja y exigieron la inmediata intervención de los gobiernos —tanto local como provincial— para refuncionalizar el lugar y conocer el estado actual de los animales que allí residen. En este contexto, El Litoral pudo hacer una recorrida por las instalaciones de La Esmeralda y comprobó la denuncia de los ediles. El predio presenta un grado importante de deterioro y se mantiene por el trabajo denodado de algunos funcionarios.
“Al recorrer las 13 hectáreas del predio pudimos enfrentar una realidad difícil, que lleva años sin resolverse a nivel de infraestructura: muros inexistentes, vandalismo sistematizado, amplios sectores caídos en un abandono total, yuyos y árboles que han avanzado impiadosamente sobre gran parte de las instalaciones”, señala el informe publicado en CampoLitoral, del multimedios de El Litoral.
Granja "La Esmeralda" - Estado a junio de 2020
En este artículo, se explica que la llegada de la pandemia frenó en cierta medida el inicio de los trabajos. En diálogo con Rubén Alcaraz, director de asuntos pecuarios y avícolas de la provincia, se conoció que la idea es poner una garita policial junto con las casas de los empleados, para brindar mayor seguridad a la Granja y al barrio. El funcionario afirmó que quieren llevar adelante una reestructuración del parque, “ponerla en una situación que se pueda circular para que se pueda reabrir el parque; hay mucho trabajo por delante, que nos va a llevar hasta 4 meses más”.
Las imágenes hablan por sí solas. Desde “boquetes” en los paredones exteriores, gran deterioro del cerco perimetral, hasta el estado precario de galpones. Una gran maleza se levantó en varios sectores del predio, lo que denota la falta de mantenimiento. Los animales rescatados subsisten en precarios espacios. Como si fuese poco, se formó un cementerio de vehículos inutilizados hace tiempo. Todo, en conjunto, conforma un gran abandono.