De antiguos buques y secretas bitácoras: viaje hacia los tesoros ocultos del Museo del Puerto
En el edificio patrimonial frente al Dique 1, el lugar exhibe la historia grande del Puerto de Santa Fe. Allí pueden descubrirse verdaderas gemas que testimonian no sólo la fundación mítica, sino también el crecimiento de la ciudad moderna a la par de la actividad portuaria.
Postal de la bella fachada del inmueble del Ente Administrador, donde funciona el Museo del Puerto. Crédito: Luis Cetraro
Está aquí nomás, pegado al área turística-comercial y recreativa más importante de la capital: es el Museo del Puerto de Santa Fe. Su puerta es el "eje de navegación ceremonial" del Dique 1, frente a su cabecera. Allí se materializó oficialmente el ámbito de la administración portuaria: se elevó el plano y se lo coronó con el reloj, ese imponente reloj que se alza sobre el techo. El lugar es el "corazón" del puerto artificial de ultramar, construido entre 1904 y 1910 por cientos de obreros holandeses.
Lo visual, lo que se ve, es un "artefacto portuario": la apropiación y modificación artificial del espacio, como por ejemplo los muros de atraque revestidos con piedras: aquello es una extraordinaria obra de ingeniería. A la derecha, el imponente elevador de granos. Pero de fondo y como espacio natural está la isla, el paisaje costero, que es además cultural, bien propio de la ciudad capital.
Bienvenidos. La entrada del museo desde adentro, con el paisaje artificial y natural del Dique 1. El inmueble es el corazón de todo el gran "artefacto portuario" de la ciudad. Crédito: Guillermo Di Salvatore
Dentro del museo empiezan los tesoros que forjan, sostienen la historia de la fundación mítica del Puerto santafesino, que está en el kilómetro 584 de la hidrovía Paraná-Paraguay. Hay una réplica de una antiquísima cartografía de 1562. "Los cartógrafos fueron los primeros grandes comunicadores sociales: aquí se remarca el gran río Paraná", narra a El Litoral la museóloga Graciela Pérez, directora del Museo del Puerto, mientras señala la enorme pieza cartográfica.
Línea del tiempo y réplicas
A un costado, no pasa desapercibida una línea de tiempo que el museo está elaborando en conmemoración a los 450 años de la ciudad de Santa Fe. Pérez muestra la réplica exacta (hecha por el taller de La Guardia) de un bernegal encontrado durante las excavaciones del sitio arqueológico de Santa Fe La Vieja.
"Es un recipiente con una forma de calabaza, muy simbólica y representativa del contacto hispano-indígena, y se utilizaba para tomar mate. A esta pieza la elegimos como emblema para los 450 años de la ciudad, porque nosotros vamos a acompañar esa conmemoración", explica la directora del museo.
La línea del tiempo que está armando el museo por el 450 aniversario de la ciudad, que se conmemora este año. Se ve el bernegal (réplica) encontrado durante las excavaciones del sitio arqueológico de Santa Fe La Vieja. Crédito: Guillermo Di Salvatore
Hay una réplica del barco de Shell, que llega a la terminal con combustible líquido, de la cual luego salen los camiones cargados. El museo cuenta con un taller de modelismo naval: hay otra réplica del barco Cuter "Luisito", el cual "tiene relación con nuestra soberanía", apunta la museóloga. Y la más imponente réplica a escala es de un barco del modelista naval Esteban Bogosavljeich.
También, en un rincón, se ve una señal lumínica, "un semáforo" del elevador, pues allá lejos en el tiempo no había telecomunicaciones, y estos semáforos posibilitaron el ingreso y egreso correcto de los buques de cargas. Se están restaurando tres, con distintos colores: blanco, verde y rojo, que son los colores náuticos.
La señal lumínica del elevador, que allá lejos y hace tiempo posibilitaba el ingreso y egreso de los buques de cargas. Crédito: Guillermo Di Salvatore
Y más allá, está impreso un afiche con una imagen de la NASA, tomada desde un satélite, que muestra toda la "ciudad portuaria". Y se ve una maqueta exclusiva para personas no videntes, aunque los nenes de los jardines de infantes ¡se vuelven locos!". La maqueta muestra el Museo, el Dique 1, el Dique 2 , el elevador de granos, la Casa de Gobierno, el distrito Alto Verde y el Puente Colgante, entre otros lugares emblemáticos.
Libros de embarque
En la sala de reuniones hay más tesoros. Primero, un reloj péndulo del Ente Administrador del Puerto de Santa Fe, donde otrora los trabajadores portuarios marcaban el fichaje de entrada y salida de sus horarios de trabajo. Se utilizó hasta la década de los años '70 aproximadamente.
Hay máquinas de escribir antiquísimas. "En algunas visitas, hubo personas que me preguntaron: 'Disculpe, ¿qué son esas máquinas? (risas)'. En la era digital, hay una generación que desconoce este instrumento que fue tan valioso, donde se tipeaban todos los documentos administrativos", cuenta Pérez.
Dos réplicas. Abajo, el Cuter "Luisito"; arriba, la Fragata Libertad. Hay un taller de modelismo naval que despierta el interés de los jóvenes. Crédito: Guillermo Di Salvatore
Pero otros documentos aguardan ahí, como agazapados, esperando que algún visitante curioso los ojee y consulte. Son libros de embarque (bitácoras de viaje naval) de 1904 a 1993. Además hay carpetones de Mesas de Entradas y expedientes. Los libros de embarque o bitácoras guardan los registros de cada viaje con precisión de reloj suizo, pero en papel: la hora exacta en que zarpaba un barco, qué pasaba adentro, lo que se cargaba y lo que se descargaba, si había una tormenta, etcétera.
La máquina del reloj
Y por allá se ve una muestra temporal de cascos de protección que utilizan los trabajadores del puerto. Fueron intervenidos artísticamente, con la colaboración de alumnos de la Escuela Mantovani. "El casco tiene un valor enorme para el trabajador portuario: es su elemento de protección principal. Puede salvarle la vida", subraya Graciela Pérez.
El sistema del reloj actual del Museo del Puerto cuenta desde hace un tiempo con un sistema automatizado. Con la última tormenta eléctrica, el pararrayos no aguantó: cayó un rato y el reloj hoy tiene problemas que se solucionarán en breve, pues está en reparación. Pérez trae y muestra cómo quedó el pararrayos: se ve en su base como un fatídico "infarto" de electricidad que vino del cielo y golpeó el metal.
La imponente maquinaria del viejo reloj del museo, que fue traída desde Francia. El reloj -al que se le incorporó un sistema moderno y automatizado- fue afectado por un rayo y está en reparación. Crédito: Guillermo Di Salvatore
Al levantar la vista, se ve un vitral de la "Rosa de los Vientos", que es una orientación para ubicar los puntos cardinales en el mapa. Lo que se atesora con cariño es la vieja máquina mecánica que le dio vida por décadas al reloj. Está custodiada celosamente por una estructura vidriada. Y a un costadito, el péndulo que marcó los minutos y las horas del tiempo de esta ciudad por décadas. Justamente el tiempo, "esa región en que el Ayer pudiera ser el Hoy, el Aún y el Todavía", el decir de Borges.
Para visitas
El Museo del Puerto está abierto al público de lunes a viernes de 10 a 14 horas. Las visitas de contingentes pueden solicitarse por correo electrónico en [email protected] o bien telefónicamente al número 0342 – 155 165342 / 4554393.
Breve historia
La historia del puerto también cuenta con muchas aristas interesantes. Santa Fe tiene puerto desde 1573, con distintos ámbitos, tecnologías y momentos históricos. El puerto actual de ultramar se construyó entre 1904 y 1910, y fue inaugurado este último año. "Pero la obra de ingeniería es de una magnificencia y de una nobleza digna de ser vista", resalta Graciela Pérez, en la entrevista con este diario.
Los libros de mesas de entradas y de embarques, otro de los tesoros documentales del espacio cultural. Crédito: Guillermo Di Salvatore
En 1904 se colocó la piedra fundamental. Pero nadie imaginaba que un año después, Santa Fe iba a padecer una inundación extraordinaria, la cual hizo que se decida elevar la cota de coronamiento. "En el caso de otra inundación, el pelo de agua no nos superaría, con lo cual el puerto seguiría operable. Además, se abrió el canal de acceso, para garantizar la operatividad", relata la museóloga.
Para la elevación de la cota, se hizo un movimiento del suelo de gran magnitud. "Sobre la línea de ribera casi sin intervenir, natural, había que esperar en aquel entonces el amarre de los buques, las cargas, los trenes, las grúas. Y toda esta obra de ingeniería es la que nos sostiene hoy", explica la especialista. Trabajaban obreros de una empresa holandesa. Hay filmaciones históricas que muestran un buque amarrado en donde hoy está El Palomar, en la Plaza Colón.
Para sostener el territorio, hubo que hincar a vapor pilotes de pinotea de 12 metros de largo de 30 por 30 centímetros de diámetro. Sobre éstos, se hizo una losa y sobre ésta apoya el "artefacto portuario". Todo se hizo en apenas seis años: el Puerto es uno de los faros de la modernidad en la ciudad capital.
Los dos muros de atraque revestidos en piedra hacen el cerramiento del Dique 1. Un dique es un espacio de aguas quietas para poder subir y bajar pasajeros. El elevador de granos, que tiene capacidad para 53 mil toneladas (contando los silos), está activo y es parte de nuestro orgullo y del acervo patrimonial de la ciudad.
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