Las aventuras de dos prófugos que se infiltraron en la sociedad santafesina antes de intentar huir a Uruguay
Archivo El Litoral D.R
14:07
Roura y Estévez, fueron dos delincuentes prófugos de la justicia que pasaron por la ciudad con el propósito de seguir huyendo hacia Uruguay, su destino final. En Santa Fe, se mimetizan con la élite de la ciudad esgrimiendo pertenecer a una prestigiosa familia de Buenos Aires.
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Foto: Archivo El Litoral
En 1928, Jorge Roura fue autor de una estafa, la defraudación de 500.000 pesos nacionales a la Compañía Continental de exportación de cereales, una de las firmas exportadoras más grandes de Buenos Aires por aquellos años. Roura, cambió su nombre a Juan Carlos Rossi Echagüe, junto a su cómplice Alfonso Estevez, pasaron dos meses en Santa Fe, viviendo en una pensión sobre la calle Uruguay y formando parte de tertulias con las familias más distinguidas de Santa Fe, haciéndose pasar por hacendados e hijos de distinguidas familias de Buenos Aires. Acompañados por un estudiante de Derecho, Pedro Lazarini, que vivía en la misma pensión y habría sido el que los vinculó dentro del círculo social santafesino, hicieron muchísima ostentación del dinero. Una de ellas fue comprar un auto en la “Casa Studebaker”, una de las primeras concesionarias en nuestra ciudad, hecho que llevó a que Roura recibiera el carnet de conducir sin pasar por ningún tipo de control por parte de las autoridades locales. Incluso, luego de comprar el auto protagonizó un accidente automovilístico en las calles Francia y Mendoza del que supo salir rápidamente sin ningún tipo de problema legal.
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Roura y Estévez, usaron el auto para viajar dos veces a Buenos Aires y a Córdoba, burlando a las autoridades que lo buscaban en sus pesquisas policiales, sin embargo fue la policía santafesina la que finalmente dio por tierra y capturó a los delincuentes. Las sospechas crecían día a día, dos sujetos desconocidos que ostentaban el dinero malversado y asistían a reuniones sociales bajo una falsa identidad pero sabiendo muy bien cómo moverse en un círculo tan cerrado socialmente. Al momento de detenerlos en la pensión sobre la calle Uruguay, Roura les dijo a los policías: “Los estaba esperando, pensé que nunca llegarían, lamento decirles que el dinero no lo tengo y sé que saldré bajo fianza a los ocho mese de estar encerrado”.
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La mayor apostilla histórica es el hecho de que estos dos sujetos lograron mimetizarse con la élite local, asistiendo a tertulias en el Club del Orden.
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Para pensar la élite santafesina es necesario observar como su conformación social está profundamente relacionada con las funciones inherentes al control político de la provincia durante el siglo XIX. Pero también, debemos tener en cuenta que a comienzos de siglo XX, en Santa Fe, se da inicio a un rápido proceso de modernización que influyó en los mecanismos de selección e inserción de nuevos integrantes en esa élite santafesina. Como afirma el historiador Bernardo Carrizo, quien realiza un recorrido por las biografías de los principales dirigentes radicales entre 1890-1916, en donde si bien integraban el sector notabiliar y una trama social dominante, en buena medida su ingreso a ese espacio de elite se originó por su “no” pertenencia a las familias más importantes, como tampoco a la vieja dirigencia de los años ’90 del radicalismo santafesino.