Silla eléctrica para 2 anarquistas y revuelo en el mundo obrero en la crónica de El Litoral
Sacco y Vanzetti, dos anarquistas de procedencia italiana que fueron sentenciados a la silla eléctrica por el Estado de Massachusetts, EE UU, bajo un presunto robo a mano armada y asesinato de dos personas.
Archivo El Litoral
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Como afirma la canción de 1971, del genial compositor Ennio Morricone: “Estáis aquí, Nicola y Bartolomeo, siempre vivos, siempre valientes. Nunca la muerte os llevará; ¡Estáis aquí para siempre jamás!”. El anarquismo supo consolidarse y ganarse la empatía de la clase trabajadora argentina enmarcado en un movimiento político obrero transnacional.
El censo nacional de 1914 reveló que la población extranjera en el país era del 30% y solo en Capital Federal ese porcentaje ascendía al 50 por ciento. Una población urbana y preferentemente trabajadora.
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Foto: Archivo El Litoral
A comienzos del siglo XX, las corrientes políticas que se disputaban la representación de la clase trabajadora en Argentina eran el socialismo, el sindicalismo y el anarquismo, sobre todo este último, que hasta 1915 dominó a la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), la central que nucleaba a la mayoría de las asociaciones gremiales argentinas y que a partir de su Quinto Congreso (1905) había adoptado el comunismo anárquico como orientación. La Protesta, periódico fundado en 1897 fue la publicación más importante del anarquismo argentino, con una tirada diaria de ejemplares.
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Luego de la Gran Guerra mundial, años en donde el diario El Litoral salía a las calles por primera vez, el mundo obrero argentino cambia tangencialmente su fisonomía. Empiezan a predominar un gran número de trabajadores no especializados y en menor medida artesanos y obreros calificados. Otras formas de protesta desplazan a las de raigambre anarquista y el espacio público empieza a ser ocupado de otras maneras. Los trabajadores prefieren las propuestas del socialismo y el comunismo, que proponen una participación en la política y el Estado nacional.
De esta manera, se puede pensar que la fraternidad internacional que despertó entre anarquistas y trabajadores aquel juicio perpetrado contra Sacco y Vanzetti debido a su impopularidad y crítica feroz de parte de la prensa del mundo, sea quizás la última gran gesta del anarquismo a nivel mundial.
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La silla eléctrica como escarmiento y el repudio internacional
El Litoral titulaba por aquellos días “La ejecución y pena de muerte de Sacco y Vanzetti demuestra que la justicia norteamericana no resiste a los prejuicios de clase social”.
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El historiador Pablo Ansolabehere, basándose en un documento histórico, el “tratado cronológico” de 1905 de Cesare Lombroso, da cuenta de la existencia del delito anarquista o mejor dicho de una patología anarquista que fundamenta una fuerte criminalización del anarquismo.
Popularmente el delito anarquista se lo asocia a una serie de atentados cometidos, hacia fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, contra la vida de varios líderes o figuras políticas del mundo y en nombre del anarquismo. Sin embargo, Ansolabehere repasa las historias del delincuente anarquista y demuestra que no sólo el atentado político es lo que define su condición criminal. Además del atentado político resonante, lo que define al delincuente anarquista es su tendencia impulsiva y constante a la agitación social, al desorden, al caos.
En 1921, un controvertido juicio atrajo una enorme atención internacional. El juez Thayer dictamino que por conducta impropia los anarquistas e inmigrantes italianos Sacco y Vanzetti sufrieran la pena de muerte luego de un juicio de pocas horas y con un jurado enarbolado en sentimientos xenofogos. Después de 7 años presos, de múltiples apelaciones y pedidos de indulgencia por parte de Albert Einstein o Sigmund Freud, los anarquistas mueren en la silla eléctrica.
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El caso se convirtió en una polémica internacional y para 1927 las protestas masivas de apoyo ya habían ocurrido en Nueva York, Londres, Ámsterdam y Tokio, así como huelgas a través de Sudamérica y disturbios en París, Ginebra, Alemania y Johannesburgo.
En agosto de 1927, a días de la pena capital, en Santa Fe se registraron movilizaciones de trabajadores en la calle San Luis y Av. Alem, en cercanía al puerto de la ciudad. Y un paro general de actividades de los empleados portuarios, al que se sumaron el sindicato del Ferrocarril y Tranviarios.
Como apostilla histórica, el tren que transportaba al entonces gobernador Aldao desde Rosario a Santa Fe fue víctima de un accidente por un riel colocado sobre las vías del tren. Durante mucho tiempo se creyó que fue un atentado político contra el funcionario provincial y sus ministros, sin embargo no se sabe con certeza si fue autoría de los anarquistas santafesinos.