Otra vez, una mitología de apariciones fantasmales, luces y timbres que suenan en una vivienda sin residentes, ruidos de cadenas tenebrosos y gritos estentóreos se reactivó alrededor de las historias urbanas que guarda la ya famosa “casa embrujada” de barrio Sur, en calle 3 de febrero y A. Freyre.
Ocurrió que ahora, el caso se amplificó a través de las redes sociales. El periodista rosarino Nicolás Maggi, que además se especializa en temáticas paranormales, vino a visitar el inmueble. A sus registros los fue publicando en la red social “X” (ex Twitter) y, con el correr de los días, los comentarios y retuits de otros usuarios se multiplicaron por miles.
Maggi narra su vivencia. Fue acompañado por Lorenzo Canteli, conocido como el “Chimi Santafesino”, divulgador turístico de la ciudad. La visita ocurrió de noche: “Vimos algo raro”, arranca la serie de microrrelatos hilados del comunicador del sur provincial.
“Empezamos a notar que dentro (de la casa) había una luz extraña prendida, que no se suele ver. Se veía por el agujero de la cerradura y por debajo de la puerta”.
La vieja casona guarda aún cierta belleza de otros tiempos. Pero también penetra en los ojos, interpela y sugestiona los relatos fantasmales que se construyeron a su alrededor. Crédito: Luis Cetraro
“Ruidos, apariciones y luces que se prenden y apagan solas son episodios repetidos en la vivienda, que está llena de historias (...). Hay muchos mitos tejidos alrededor (de la casa). Por ejemplo, a veces se ve una nena apoyada en una baranda del segundo piso. O se prenden las luces solas y suena el timbre”, sigue contando el periodista.
Sugestión colaborativa
“El lugar emana tristeza. Angustia. El aire se pone denso cerca de la reja. El aspecto deteriorado no ayuda. Pero hay algo siniestro en cómo se yergue la casa en medio de la oscuridad. Algo desafiante y desangelado que te perfora y te dice en las tripas: ‘Acá hay algo malo’”, relata Maggi.
Su hilo de “X” sigue: “Durante la inundación de 2003 se metió un grupo de indigentes. No duraron nada. Prefirieron quedarse en la calle que seguir viviendo en esta casa siniestra. Cada vez que mandan albañiles a arreglarla, se van a las dos semanas. Adentro les silban”.
Pero como las redes sociales permiten ser colaborativas, muchos usuarios comenzaron a contar, con videos y comentarios, sus “experiencias” en torno a la supuesta “casa embrujada”. Por ejemplo, tres jóvenes saltaron las rejas e ingresaron al inmueble, pero -dicen-, “la misma casa nos echó”. En un video nocturno, se ve que dentro de la casa se prenden y apagan luces, y suena un timbre solo.
Un usuario escribió un mensaje, que el periodista Maggi compartió. “En 2019, entramos mi viejo y yo una noche (eran como las 2 de la mañana) porque pasamos y vimos la famosa ‘casa embrujada’ con las puertas abiertas, algo rarísimo. Saltamos la reja y entramos”.
“Ya adentro -prosigue el testimonio-, escuchamos vidrios rompiéndose y gritos como de una bebé. Entramos a la sala de arriba y mi viejo sintió como que lo empujan y se cayó. Yo sentí que me rasguñan la espalda. Salimos corriendo y nos fuimos, aterrados. Y tuve pesadillas como por cuatro meses seguidos”, confiesa el joven.
Tragedia y zona prostibularia
La historia de esta casa está bastante bien documentada. “Pero alrededor de ella, hay tantas leyendas urbanas como santafesinos tenemos en la ciudad. Cada cual le da su impronta, y así el mito de que está embrujada se retroalimenta”, le dice a El Litoral Lorenzo Canteli, el “Chimi Santafesino”.
El guía y divulgador turístico hace un resumen de la historia del inmueble. La construcción de la casa data del primer cuarto del siglo XX (entre las décadas de los años ‘20 y ‘30). Era de las denominadas casas “baratas”, por su bajo costo de alquiler. Toda esa zona del barrio era para los obreros del viejo ferrocarril de la Estación Mitre. “Era una zona prostibularia por excelencia”, relata el divulgador histórico.
La casa, en la mirada del ilustrador santafesino Lucas Cejas. Crédito: Archivo El Litoral
“Luego, fue a vivir a la casona una familia con muchos hijos, y dos eran mellizos. En la década del ‘70, ocurrió la tragedia: uno de esos mellizos andaba en la calle con su triciclo, y es atropellado por un camión”, prosigue Canteli.
Esos camiones de antaño eran de hierros duros, muy pesados. Quizás por eso el chofer no se dio cuenta del accidente y siguió de largo, hasta que la gente que presenció el infortunio se lo advirtió. “La historia dice que el chofer, cuando vio al niño muerto, no soportó la culpa comenzó a golpearse su cabeza contra el chasis del camión. Al poco tiempo murió”, añade el “Chimi”.
La casa quedó mucho tiempo abandonada. Luego fue comprada, pero esa compradora no vivió allí. “También se sabe que durante la inundación de 2003, un grupo de inundados se metieron a guarecerse a la casa. Pero por los ruidos raros que escuchaban, se fueron espantados”, concluye.
La casa aparece en sitios de lo más raros. La tradición oral y ahora el poder amplificador de las redes sociales, tienen mucho que ver en la construcción de esta mitología urbana en torno a la “casa embrujada”. Lo único cierto, más allá de los relatos fantasmales, es que la sugestión humana parecería necesitar desesperadamente de estos mitos. El resto es materia de los parapsicólogos.