Domingo 20.3.2022
/Última actualización 11:30
"¿Cómo que un casino para aprender matemáticas?", pregunta ingenuo un jovencito que recién entraba al evento. Sí, allí estaban dos estudiantes de matemática aplicada, que con una paciencia de monje budista explicaban en qué consistía la actividad: principios de aleatoriedad. Más allá un bar (de juego, claro), y los mozos eran estudiantes y divulgadores, y había mesas, y cada participante elegía la "comida" del menú, como las porciones de una pizza de cartón, y allí se iban a sentar con el desafío de un desciframiento matemático.
En un rincón de El Molino Fábrica Cultural estaba el sector "Pi-Pis", atiborrado de niños y de niñas. Un muchacho con los pelos largos, un bonete colorido y un cinturón estilo "hawaiano" oficiaba de educador. "¿Te llamás Valentina? ¿Cuántos números conocés?", le convida a la pequeña de seis años, acompañada por su papá.
Había un péndulo con varias bolas ubicadas de determinada manera; en un momento, los dos estudiantes (con sus guardapolvos puestos, al estilo academia) contaban a la gente de qué se trataba aquello: las bolas, ubicadas y lanzadas de una determinada manera, hacía un movimiento de ola de mar: ojos curiosos se acercaban.
¿Qué era todo aquello? El Festival Santafesino por el Día Internacional de las Matemáticas -conmemorado este 14 de marzo-, una novedosa actividad de divulgación de la ciencia exacta, la cual está en cada aspecto de la vida cotidiana: desde los diseños de la ropa hasta cualquier electrodoméstico. "Vivimos gracias a ella", dice en tono casi enamorado un docente. "Sin π (Pi) no soy nada", el slogan elegido.
El número Pi es la proporción entre la circunferencia de un círculo y su diámetro. Es una constante (3,14; de ahí la fecha y el mes de la celebración invertidos), la cual da una cantidad infinita de números. "Pi aparece en todos lados; en un péndulo, en un juego de dados, en todas las actividades experimentales de este evento", le dice a El Litoral Pablo Quijano, docente de la FIQ y divulgador.
Pablo Aguirre En el bar de juego cada participante elegía su menú, que era un ejercicio matemático.En el bar de juego cada participante elegía su menú, que era un ejercicio matemático. Foto: Pablo Aguirre
En los pisos, bajo la atenta supervisión de las "sombrillas invertidas" de El Molino, estaban dibujados círculos de todo tipo, tamaño y color, justamente con sus circunferencias y sus diámetros bien marcados. "Si bien son distintos estos círculos que ves en el piso, todos nos llevan a Pi", añade.
En el bar imaginario eran cuatro los menúes: Pi-zza a la Cavalieri; Pi-nchos de bufón; Pi-fiando al Blanco y Pi-sco de Euler. "Acá el Pi manda", bromea al pasar un joven. Cada menú implicaba un desafío matemático: la gente iba eligiendo su menú y se sentaba en las mesas: se veían algunas caras muy concentradas frente a los ejercicios.
Pablo Aguirre El péndulo y las bolas, calibradas con precisión en la longitud de cada una de ellas.El péndulo y las bolas, "calibradas" con precisión en la longitud de cada una de ellas. Foto: Pablo Aguirre
En la carrera de bolitas había tres rampas con pendientes: una directa a destino, otra inclinada y otra muy inclinada, que luego subía. La menos esperada era la ganadora. "Este experimento se llama cicloide. Con la matemática se puede demostrar que si tenés una pelotita que cae por la fuerza de gravedad, la que más rápido llegará a la meta tiene forma cicloide", pone en claro Quijano.
En el laboratorio de física estaba el péndulo con las bolas de metal colgando: allí se encontraban Tomás y Luis, estudiantes de la FIQ. Aquello se trataba de una ilusión óptica que se asemeja al movimiento de una ola marítima. "Esto sucede porque está calculada a precisión la longitud de las cuerdas. Y cada longitud se mide con una función matemática, un parámetro. Cada 60 segundos, las bolas se van alineando de nuevo, y luego se repite el movimiento de la ola", cuentan los jóvenes.
El casino y el cumpleaños
El casino de Monte Carlo -así se dio en llamar- constaba de una mesa de dados y de una ruleta. Allí estaba, simulando ser la "crupier", Sofía, estudiante de la Licenciatura en Matemática Aplicada de la FIQ. Cada participante tenía dados, y los números iban siendo cargados en una tablet. Había cartas y una larga pizarra con números y -¡uff!- más números.
Pablo Aguirre La crupier en el Casino imaginario, que sirvió para explicar problemas de aleatoriedad y probabilidad.La "crupier" en el Casino imaginario, que sirvió para explicar problemas de aleatoriedad y probabilidad. Foto: Pablo Aguirre
"Aquí se enseña un poco de aleatoriedad, probabilidad y se descubrió que se puede llegar al número Pi a partir de una fórmula que relaciona la probabilidad; es decir, se trata de elegir dos números de forma azarosa y ver si si son o no son números 'coprimos'", explica la joven.
A lo lejos se veía otra posta de divulgación, con dos enormes pantallas y unos carreteles con cables extraños. Francisco Sosa, también estudiante de Matemática Aplicada, narra para qué servía ese curioso lugar. "Somos Los Paytons. Lo que hacemos es más un soporte tecnológico de las otras Estaciones que se muestran en este evento. Si alguien tiene alguna duda, nosotros las despejamos", cuenta el joven.
Pero además, los Paytons hacían búsquedas de fechas de cumpleaños en Pi. "Alguien viene y nos da su fecha de nacimiento. Aún no está probado, pero se estima que al ser Pi un número tan grande en dígitos e infinito, se podría encontrar en todas las combinaciones de fechas de nacimientos. La cifra más larga hasta ahora fue de una chica: con su cumple llegó a los 2 millones de dígitos", agrega el estudiante.
Al fondo estaba el escenario, y la presentadora daba la bienvenida al público y agradecía al público. Iba a haber un recital por la noche, y se veían atriles con partituras. Es que en cada nota musical también tiene matemática.
El Festival "Sin π (Pi) no soy nada" entrelaza ciencia, arte y cultura a través de una experiencias lúdicas y artísticas. La actividad fue organizada por la Facultad de Ingeniería Química (FIQ) de la UNL y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe, a través de los Ministerios de Cultura y de Producción, Ciencia y Tecnología.
"¿Por qué la gente es tan reacia a las matemáticas? ¿Es por las deficiencias en la enseñanza de los niveles primario y secundario, es acaso cultural?", se le pidió a Pablo Quijano su opinión personal. "Es evidente que hay un problema y que debiéramos juntarnos todos, en los distintos niveles educativos, para dejar de culparnos los unos a los otros. Y promover más y más este tipo de actividades de divulgación, para acercar las matemáticas a la gente", sostuvo.
Valentina Correa (estudiante de la FIQ del tercer año), dio también su apreciación sobre ese interrogante. "Creo que tiene relación con algo más cultural. Mucha gente desconoce la profundidad que implica la ciencia matemática, a la que usamos todos los días, está con nosotros todos los días. Tal vez en todo el sistema educativo se enseña de una manera que no permite ver justamente adónde está esa profundidad de las ciencias matemáticas en lo cotidiano".