“La ciudad está espantosa para un discapacitado”, resume Alicia Lorenzi, quien desde hace 40 años está en silla de ruedas por un accidente de tránsito. El principal problema con el que se encuentra a diario es la falta de bajadas en las esquinas. Y las pocas existentes están en malas condiciones.
“Muchas veces sucede que tenés la bajada, pero se hace como una zanja por la cantidad de capas de asfalto, que queda muy alto. Entonces no podés manejarte sola, sino que necesitas ayuda porque hay que hacer mucha fuerza para sacar la silla adelante”, explicó.
Alicia tiene una agenda cargada: va a natación, al kinesiólogo y estudia filosofía, entre otras actividades. Para todo, se maneja sola en su silla y su auto. Y en este punto se encuentra con otra dificultad. “Son muy poquitos los lugares de estacionamiento exclusivos para discapacitados y siempre están ocupados por vehículos particulares. Me cansé de sacar fotos de autos estacionados sin la oblea correspondiente. La población tiene que entender que esas dársenas están reservadas para quienes tenemos una discapacidad”, planteó.
Magdalena de Paul es empleada en el Centro Cívico y en su trayecto al trabajo se topa con una barrera inexplicable. “El trayecto por Illia desde Entre Ríos hasta Amenábar lo tengo que hacer por la calle porque si bien la esquina tiene rampa, la vereda es tan angosta que la silla no pasa entre las columnas de alumbrado y la pared. Es un peligro porque en ese tramo Illia es doble mano”, detalló la mujer.
En reiteradas ocasiones, desde la Unión de Entidades de y para Discapacitados, a la que de Paul asesora legalmente, plantearon varias necesidades a los funcionarios políticos. “Algunas fueron escuchadas y otras no, hubo algunos cambios y es verdad que la ciudad está un poco más adaptada, pero todavía hay muchas falencias. Hay un desconocimiento de las necesidades del otro y de nuestra prioridad porque existe legislación que nos ampara. Todo lo que se logró fue en base a luchas”, evaluó Magdalena de Paul.
En su opinión, la principal falencia es el transporte adaptado para personas con discapacidad. No todos los taxis o remises cuentan con el espacio para llevar la silla de ruedas y en los pocos colectivos que hay rampas, éstas no siempre funcionan. “Al trabajo tengo que ir y volver en taxi porque el único colectivo que pasa cerca de mi casa es el 8 y no le funciona la rampa. Si no tuviese los medios económicos para tomarme un taxi, no podría trasladarme”, señaló Magdalena y aclaró que ya tiene identificados los coches que pueden llevarla, “porque es todo un tema conseguir un taxi que te cargue la silla de ruedas o que te ayude a subir o bajar, por lo que siempre se necesita un acompañante”.
Otra falencia del transporte público: los micros de larga distancia no están adaptados. “Ningún colectivo larga distancia tiene rampa. Éste es un punto neurálgico para las personas con discapacidad porque muchas veces es necesario viajar a Rosario o Buenos Aires por cuesiones de salud”, cuestionó de Paul.
En materia de salud, se presenta otro obstáculo: la falta de accesibilidad en sanatorios y clínicas. “Quienes controlan estos edificios tendrían que tener en cuenta que las personas con discapacidad también nos enfermamos y necesitamos concurrir a un sanatorio. En algunas clínicas, hay que atravesar un laberinto para llegar hasta los consultorios. Además, sólo hay un sanatorio en la ciudad que tiene un baño adaptado para personas con discapacidad”, planteó.
La falta de baños accesibles se repite en varios lugares públicos de la ciudad. “Prácticamente ningún restaurante de la ciudad tiene un baño para discapacitados”, indicó de Paul, pero rescató que el shopping La Ribera y el casino están totalmente adaptados.
Sin embargo, lamentó no poder concurrir al cine del complejo. “A las personas en sillas de ruedas nos ofrecen lugar en la primera fila, pero es imposible ver la película desde ahí porque te hace mal a las cervicales”, criticó.
Si bien la peatonal no presenta desniveles en su traza -obstáculo frecuente en las veredas santafesinas-, los negocios no cuentan con rampa. Otro inconveniente habitual: no en todos los cajeros automáticos entra una silla de ruedas.
“Hay veredas a las que no puedo subir por la altura de los cordones, entonces me manejo por la calle, con los peligros que eso implica. Hay edificios o locales a los que no puedo entrar, incluso hay ascensores en los que no entra la silla”, detalló Alicia y concluyó: “Es bravo moverse sola. Todavía hay un montón de cosas por hacer”.
En 2012 el Concejo Municipal aprobó la ordenanza 11.939 y creó el Plan Municipal de Accesibilidad, que apunta a mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos, en consonancia con la ley nacional Nº 26.378 (que reconoce la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad). Por accesibilidad se entiende “la eliminación de barreras arquitectónicas, urbanísticas, del transporte y de la comunicación para construir una ciudad accesible e inclusiva”.