Desazón y enojo de comerciantes por el socavón de bulevar y 9 de Julio en Santa Fe
"Las ventas son pésimas y la circulación es nula; estamos muy mal", reclamaron.
Una heladería ubicada en la esquina de bulevar y 9 de Julio quedó cercada por vallas y una pasarela. "No viene nadie; tuvimos que suspender empleados e ir rotando en las semanas", dijo el encargado. Crédito: Manuel Fabatía
Los comerciantes de la zona aledaña a bulevar Pellegrini y 9 de Julio, donde el 4 de abril pasado se abrió un profundo socavón, ya llevan más de dos meses de baja concurrencia de clientes con el consecuente impacto sobre las ventas: registran caídas del 50 y 60%. A esta altura y sin plazos de finalización de la obra de reparación de la cloaca máxima, manifiestan desazón, angustia y enojo porque no saben cómo mantener el negocio ni se sienten acompañados.
Entre el vallado puesto desde el principio y la interrupción del tránsito por precaución, sumados a los trabajos de magnitud que se llevan a cabo para reparar la cañería causante del hundimiento, la concurrencia de personas a todo ese sector bajó ostensiblemente. Los locales comerciales más afectados son los que están ubicados en las cuadras de bulevar mano sur -a la altura del 2700 y 2800- y sobre calle 9 de Julio, entre bulevar y Obispo Gelabert, que están vedadas al paso de vehículos desde que se iniciaron las tareas más gruesas.
"Es como si estuviéramos en pandemia", dijo la dueña de una reconocida franquicia de heladerías que se instaló hace dos años en bulevar, al tiempo que le pedía a su socio que hablara él en la nota porque ella "iba a llorar". Edmundo Ramos tomó la posta y contó a El Litoral que "las ventas son pésimas y la circulación es nula; entonces lógicamente casi no viene gente". Marcó que a pocos metros, en la esquina de bulevar y San Jerónimo, donde el tránsito sí está habilitado, ya el panorama cambia. "Es notable cómo trabajan, mientras que acá, cero", indicó.
Compungido, el socio propietario señaló que la baja de las ventas es "superior al 60 %". E indicó que "con dos mesitas ocupadas no podemos sostener el negocio" que el año pasado para esta época funcionaba muy bien con la cafetería. "Alquilamos el local, que en bulevar tienen un precio elevado, y se hace todo cuesta arriba. La verdad es que estamos muy mal", aseguró.
Ramos añadió que si bien hablaron con autoridades municipales "es muy poco lo que nos ofrecen". Pidieron organizar algún tipo de evento o festival en la calle a cargo del municipio, para recuperarse un poco, "pero nos dicen que no se puede reunir mucha gente porque hay peligro de hundimiento".
Un local vacío y una demolición, al lado de la crítica postal de obra. Crédito: Manuel Fabatía
"Inoperancia"
Gustavo Auday, encargado de un comercio de venta de productos veterinarios, manifestó directamente su enojo con la situación y las autoridades municipales. "La calle está cerrada y llevamos dos meses desde que todo comenzó. Esta es la tercera boleta del Drei municipal que pago, pero tengo una disminución de las ventas del 50%", se quejó, y añadió: "A mí comercialmente, esto me mató".
Por las características del negocio, necesita que los clientes estacionen su auto frente al local -ubicado en la vereda sur de bulevar, a mitad de cuadra entre 9 de Julio y 1° de Mayo- "para poder llevarse la bolsa de 20 kilos de alimentos balanceados. Con la calle cerrada no pueden. Para compensar un poco que la gente no viene, llevamos la mercadería a algunos clientes pero eso implica gastos de personal, nafta, etc".
Auday reclamó porque las "autoridades no aparecieron y tampoco me dejaron que el inspector corra la valla de la esquina para dejar pasar por unos minutos a los clientes a buscar la mercadería. Recién ahora, dejan pasar uno cada tanto, pero hay que pedir permiso. A mi local no se acercó nadie a preguntar cómo estaba, si me faltaba algo o cómo me podían ayudar. Acá hay una inoperancia total de la Municipalidad, nadie te escucha, estamos en un laberinto que nadie soluciona nada".
Como una zona de desastre
La esquina de bulevar y 9 de Julio se asemeja a una zona de desastre, en medio de las tareas de refacción que implican movimiento de escombros, tierra, el trabajo de retroexcavadoras, obreros, levantamiento de muros de acero y materiales de obra en el cantero central de bulevar y la calle. A este panorama se suma el maxikiosco de la esquina sureste que cerró a días de que comenzara el problema y quedó un local enorme vacío. Al lado, por 9 de Julio una panadería que ya había cerrado, ahora comenzó con la demolición del inmueble, que suma escombros y albañiles a metros de obra.
En la vereda de enfrente, una heladería tradicional de Santa Fe está impactada no sólo por el corte del tránsito y el paso de maquinarias por el bulevar, sino también por la pasarela sobre la vereda que rompieron en parte cuando la empresa de energía efectuó el by pass de cables de alta tensión soterrados, antes de que den inicio los otros trabajos para llegar al conducto general cloacal.
Los comerciantes piden ayuda para salir de este momento. Plantearon su inconformidad con las autoridades municipales. Crédito: Manuel Fabatía
"Acá la gente tiene que pasar por una pasarela, sobre la vereda. No viene nadie en todo el día porque tampoco pueden llegar caminando; quedamos prácticamente cercados", contó Alejandro Carballo, encargado del comercio que estaba vacío en horas de la tarde.
A la baja normal de ventas de temporada, se sumó este problema. "Estamos trabajando al 5% de lo que solemos hacerlo. Otros inviernos quedábamos 9 personas, ahora somos 3 y van rotando por semanas para que no queden sin trabajo. Pero hay suspensión de personal, sumado a los tarifazos que vinieron", planteó el comerciante, quien dijo que está pensando hacer una presentación formal al municipio y a las empresas intervinientes en la obra "para conseguir algún tipo de ayuda".
"Tienen miedo"
Por 9 de Julio, más cerca de Obispo Gelabert, una peluquería incorporó un kiosco como intento de salir de este momento. "Es una apuesta, porque por ahora me quedé con las clientas habituales, pero la señora que pasaba por acá y entraba para hacerse un corte de cabello al paso, esa clientela la perdí. Mucha gente no viene porque tiene miedo de que esta zona se venga abajo; me lo dicen y esa es la verdad", contó el peluquero Diego Piazza.
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