La polémica por un movimiento de suelos sobre el riacho Santa Fe durante los últimos días puso sobre relieve otro problema aún mayor: la gran cantidad de edificaciones irregulares que se levantaron en la isla, al otro lado del río, durante los últimos años.
El caso que desató un fuerte contrapunto que ahora deberá resolver la justicia es el del terreno ubicado en la orilla sobre la margen norte de la desembocadura del Riacho Santa Fe, junto al Puente Palito y la Fuente de la Cordialidad. Allí su propietario había iniciado una obra de defensa del terreno para nivelarlo y darle un uso, según la normativa vigente. Pero tras una constatación provincial y municipal se suspendieron los trabajos "hasta que presente los permisos, si es que los tiene".
Sin embargo, el problema de fondo en toda esa zona son las construcciones que ya se hicieron, muchas de ellas sin permiso de edificación, estudios de impacto ambiental ni final de obra. Las mismas se pueden observar al ingreso a Alto Verde, luego de atravesar el puente Héroes de Malvinas, o desde el Puente Oroño.
La lonja de tierras donde se erigen hoy las construcciones ilegales es la isla Sirgadero, en jurisdicción de una parte de barrio La Vuelta del Paraguayo y otra parte de Alto Verde. Allí hay viviendas particulares, quintas, clubes, un galpón gigante de venta de embarcaciones, una guardería náutica, una empresa de acopio de escombros (que está rellenando la zona), una gran mansión con parque sobre el río Santa Fe y otra casa de fin de semana con amarradero, además de los ranchos de pescadores y precarias viviendas de familia que se fueron asentando durante los últimos años. Todo ilegal.
Quienes levantaron dichas edificaciones no contaron con un permiso de construcción, ni de movimiento de suelo, estudios de impacto ambiental, ni habilitaciones comerciales (los que son emprendimientos); es decir que lo hicieron sin los debidos controles. Al avance de los privados sin ese derecho sobre la isla Sirgadero se le debe sumar el agravante de la inacción del Estado durante muchos años, que permitió que ello suceda.
A modo de ejemplo del caso, una de las últimas construcciones que se levantaron en esa zona es una quinta de fin de semana con amarra sobre la isla Sirgadero a la orilla de la desembocadura del riacho Santa Fe. La casa no pasa desapercibida en una vista panorámica del lugar cuando se atraviesa el Puente Oroño con sentido a la Costa (ver foto). Pero sí parece haber pasado desapercibida para las autoridades que permitieron su construcción, pese a las denuncias de varios vecinos preocupados por el caso.
El otro caso es la guardería náutica que funciona en el lote lindante, donde una familia explota el lugar con amarra de yates, veleros y lanchas desde hace décadas ante la mirada de todos, menos de las autoridades, con total impunidad. Allí la situación se agrava debido a la falta de controles para la explotación comercial y la seguridad naval. Con claridad se evidencia que es más fácil controlar a los comercios en el centro de la ciudad; siempre es más fácil "cazar dentro del zoológico".
Y lo mismo ocurre con el lote que está al otro lado de la calle Demetrio Gómez, sobre el bañado de la isla Sirgadero, donde la firma Méjico Contenedores vuelca escombros para elevar la cota y ganarle suelo habitable al lugar, sin ningún permiso para hacerlo y sin controles para la explotación comercial.