Lía Masjoan | [email protected] | @lmasjoan
Durante años, se violó la ordenanza que prohibe el ingreso de menores de 17 años.
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Hace frío; a la 1 de la madrugada el termómetro no llega a los 2°. Los grupos de adolescentes caminan rumbo a la zona de boliches. Saben que tienen prohibido el ingreso —los menores de 17 años no pueden entrar, según establece la ordenanza 11.622—, pero todos consiguieron el DNI de un amigo o hermano mayor. A la hora de salir, una nena de 15 puede simular ser una joven de 20. Los varones recurren al mismo artilugio, y todos adentro.
Así, cada fin de semana, los boliches se llenan de chicos de 14, 15 y 16 años.
Pero hace un mes, algo cambió en la noche santafesina. El Municipio intervino el área encargada de controlar la nocturnidad en la ciudad, separó del cargo a la directora de Control de Actividades y Vía Pública, Silvia Cejas, e inició un sumario administrativo por posibles irregularidades en el área, que aún continúa. Una de las líneas de investigación tiene que ver con cómo ingresaban los menores a algunos boliches. Así, con controles más firmes, las salidas fuera de la ley parecen haberse complejizado. Al menos por ahora, con el avispero revuelto.
“Mamá, vení a buscarme, rebotamos todos”. Son las 2.30 de la madrugada y muchos chicos se quedaron afuera de uno de los boliches más grandes que están a la vera de la ruta 168, a donde hasta hace sólo unos fines de semana los dejaban entrar. No todos los locales permitían el ingreso de menores, pero en algunos los controles se habían relajado. El mecanismo era “sencillo”, e involucraba a todas las partes: los adolescentes mostraban un DNI falso, los padres autorizaban la salida, algunos empresarios los dejaban entrar y los inspectores “hacían” la vista gorda.
Alcohol desde los 14
Nada justifica que se viole una ordenanza. Mucho menos que las primeras salidas de los chicos sean incumpliendo varias leyes a la vez: prohibido el ingreso de menores de 17 años, prohibida la venta de alcohol y utilizar una identidad falsa ¿Qué mensaje les están dando los adultos? ¿Y la sociedad que lo avala? Pero hay otro problema de fondo: en la ciudad no hay opciones de divertimento nocturno para los adolescentes, una etapa de la vida en la que el encuentro con los pares es el mayor interés que tienen. Terminada la temporada de las fiestas de 15, los chicos que no llegan a los 17 años no tienen dónde ir. No hay opciones que les ofrezcan un espacio de diversión seguro fuera de sus casas, que propicien el encuentro con música, luces psicodélicas y... ¿alcohol?
Y aquí surge otra gran arista del problema: sin tragos, parece que no hay fiesta posible para los chicos. Pero en la ciudad la venta de bebidas alcohólicas está prohibida para los menores de 18. Con lo cual, abrir un teenagers y no vender alcohol, es un negocio arriesgado.
“Los chicos de 14 años quieren alcohol, organizamos un teenager y lo tuvimos que cerrar porque no concurrían, no lo aceptan y los papás se lo permiten”, contó con mucha preocupación Jorge Reynoso, propietario de La Pirámide, un boliche ubicado a la vera de la ruta 168.
Por la misma situación pasaron los dueños de Grupo Kwan / Club Alta Vista, aunque en la actualidad los elige un público mayor de 18 años: “Los teenagers son una problemática de hace muchos años, hacíamos pero tuvimos que dejar porque no venían”, contó Agustín Macinsky. Los dueños de Island Corp prefirieron no hablar.
El consumo de sustancias atraviesa a los jóvenes desde siempre, pero la tendencia indica que cada vez comienzan a edades más tempranas, y en mayor cantidad, con los riesgos que ello puede ocasionar en la salud.Una fiesta de 15 puede llegar a fracasar por ausencia de varones si no se les ofrece alcohol, y muchos padres acceden al ruego de sus hijas. Así, cuando comienzan a salir a los boliches, ya llevan un año de consumo.
Para Reynoso, “el tema de los menores es muy complejo. El Municipio y nosotros tenemos un problema, que es ver cómo nos enfrentamos a los usos y costumbres que son muy diferentes a los que establecen las leyes. Hay una normativa muy clara respecto al ingreso y consumo de alcohol de menores; sin embargo, en los cumpleaños de 15, con anuencia de los papás, se permite que los chicos tomen; la Municipalidad no tiene injerencia para no permitir eso, y los comerciantes tampoco”.
“Los chicos no terminan con un coma alcohólico por lo que consumen en el boliche. Una cerveza de 300 cm3 cuesta, adentro, $ 80, no les da el poder adquisitivo, si además pagan la entrada. El problema está en la previa. Hay que trabajarlo desde la casa y hacer hincapié en que los menores no pueden tomar alcohol”, agregó Macinsky, quien hace 14 años que se dedica a este rubro.
Con DNI falso
Controlar el ingreso a las confiterías es una tarea compleja, según la mirada de los empresarios. “Hay un impedimento fáctico para controlar el ingreso de menores. Imaginen más de 1.000 personas queriendo entrar en menos de una hora, porque se puede ingresar hasta las 2 y nadie llega a las 23, todos van a último momento. ¿Cómo hacemos para verificar visualmente, pidiendo el DNI a cada uno, que la persona que te lo entrega es quien es? No nos da el tiempo físico, termina quedando afuera mucha gente y algunos se te pasan”.
Otro inconveniente con el que se topan los dueños de boliches es contar en la puerta con efectivos policiales que puedan exigir el DNI. “Tenemos que contratar adicionales de policía para que pidan los DNI porque un civil no puede exigírselo a nadie. Y aunque los paguemos, a veces no los mandan porque no hay efectivos en la ciudad para pedir DNI en todos los boliches”, agregó Reynoso.
“El adicional no es un empleado nuestro, no podemos exigirle nada respecto a cómo hace su trabajo; si ellos no controlan bien, nos multan a nosotros. Es una situación difícil. Los chicos ingresan con DNI apócrifo y muchos padres ni lo saben. El problema principal está en la casa”, insistió Macinsky, quien también es padre de adolescentes.
“Noche devastada”
Los empresarios advierten que todo esto atenta contra la consolidación del sector como espacio de diversión nocturna. Según los datos que ellos aportan, de 8 mil personas que salían hace 10 años, hoy salen menos de 3 mil, en una zona preparada para recibir a 10 mil.
“La noche está detonada en Santa Fe. Los grandes no vienen, porque vienen los chicos. Los chicos no vienen, porque entra la mitad. Si hago un turno para menores, no vienen porque no les puedo vender alcohol. Y se hacen “canillas” (fiestas con canilla libre de alcohol) para menores en cuanto lugar se te ocurra, quintas, clubes.... Se ordenó una parte de la noche y se desordenó por otro lado. Cerraron todos los boliches en la Recoleta, se hicieron inversiones por más de $ 30 millones por boliche en la nueva zona, y la gente no viene”, remató el dueño de La Pirámide.
Según aseguró Reynoso, estos reclamos los hacen llegar al Municipio casi en forma semanal. “Nos atienden y estamos buscando soluciones en conjunto, pero lo cierto es que tanto ellos como nosotros estamos en un brete, por más que haya controles tenemos toda la sociedad que nos da la espalda. Hay un quiebre entre la normativa y los usos y costumbres, hay una ley y estamos prisioneros de esa ley, tanto por cumplimiento como por inclumplimiento”.
“No hay que demonizar al boliche, nosotros apostamos al control para poder ofrecer la oportunidad de que se diviertan en un ambiente seguro. Pero todos tenemos que ocuparnos: los empresarios, la Municipalidad, los padres y los propios chicos”, finalizó Macinsky.
Corral: “No hay propuestas porque siempre encontraban un atajo”
Mientras la investigación en el área de control avanza, el intendente José Corral se refirió a la problemática de los menores en los boliches y puso énfasis en el cumplimiento de las normas y en respaldar la autoridad de los padres.
“La voluntad que siempre tuvimos es hacer cumplir las normas, que surgieron después de un debate muy importante que permitió ordenar la noche en la ciudad. Y creo que son razonables: se puede ingresar a partir de los 17 años y consumir alcohol desde los 18”, aseguró.
Respecto a los menores, y la falta de espacios de diversión nocturna, dijo que “los adolescentes tienen que transitar ese tiempo, en el que van ganando libertad y asumiendo más responsabilidades, de acuerdo a las normas; nuestra función es controlar que se cumplan y eso permite acompañar la autoridad de los padres, que siempre tenemos la preocupación de que estén seguros”, dijo, ya como padre de una adolescente de 15 años. De todos modos, aclaró que “uno se pone en la situación de los padres, que ven que se tolera socialmente que las normas no se cumplan, y así es difícil contener a tu hijo”.
Por último, agregó que “probablemente no hay propuestas para los adolescentes porque siempre había un atajo; ahora, luego de que corrimos a la persona que estaba ocupándose del tema y con controles más firmes, seguramente empezarán a surgir, y las vamos a alentar. Pero las normas están para cumplirlas”.
El año pasado, la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar) realizó un diagnóstico del consumo de sustancias en la población, ya que no se recababan datos desde 2010.
Encuestó a 20.658 personas de entre 12 y 65 años (que representan a 18.960.593 personas). La magnitud del estudio permitió por primera vez contar con información de cada uno de los 23 territorios provinciales y de la CABA.
En lo que refiere al alcohol, detectó que ha aumentado el consumo de sustancias ilícitas y abuso de alcohol en la población de entre 12 y 17 años y que hay abusos: de los niños y adolescentes que consumieron alcohol en el último mes, uno de cada dos lo hizo de forma abusiva. Esto representa 82.453 niños y adolescentes.
También se incrementó el consumo en mujeres: en 2010 el 6,1% de las mujeres de 12 a 65 años consumía alcohol de manera riesgosa y perjudicial para su salud; hoy es del 9%, equivalente a 567.285 mujeres.
Cerca del 40%, equivalente a 630.479 de los niños y adolescentes de 12 a 17 años, declaró tener 2 o más amigos o familiares que se emborrachan y más del 25%, equivalente a 398.924, dijo tener dos o más amigos que consumen drogas.
“Los chicos de 14 años quieren alcohol, organizamos un teenager y lo tuvimos que cerrar porque no concurrían, no lo aceptan y los papás se lo permiten”. Jorge Reynoso, propietario de La Pirámide
“Los chicos no terminan con un coma alcohólico por lo que consumen en el boliche. Una cerveza de 300 cm3 cuesta, adentro, $ 80, no les da el poder adquisitivo. El problema está en la previa. Hay que trabajarlo desde la casa y hacer hincapié en que los menores no pueden tomar alcohol”. Agustín Macinsky, dueño de Club Alta Vista