Por Juan Ignacio Novak
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Varios cuentos infantiles y la mitología griega llegaron a idealizar su cadencioso “canto”. También persisten ciertas creencias populares que consideran que su presencia pueden ser sinónimo de buena suerte. Pero la realidad, a menudo más prosaica, señala que los grillos (que nada tienen que ver con aquel simpático personaje que acompañaba a Pinocho en sus aventuras) pueden convertirse en una pesadilla nocturna, sobre todo en estas noches de verano cuando ya las altas temperaturas y los reiterados cortes de luz son un escollo suficiente para conciliar el suelo.
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