Un auténtico lorerío anida en varios árboles de bulevar y la Costanera de Santa Fe
Un especialista explica que la población de estas aves fue creciendo porque están dadas las condiciones de alimentación y de lugares para anidar. ¿Migran o vinieron para quedarse?
Un auténtico lorerío anida en varios árboles de bulevar y la Costanera de Santa Fe
Una colonia bastante numerosa de loros anidó, desde hace algún tiempo ya, en varios árboles del ejido urbano santafesino. Los caminantes de bulevar Gálvez y de la Costanera Oeste escuchan el bullicio de las ruidosas bandadas cada vez que circulan por la esquina con Alberdi o en la punta del paseo costanera, cercana al Puente Colgante.
El nombre científico es Myiopsitta monachus, comúnmente llamada "cotorra argentina" o "monje argentino", y se trata de una especie nativa. Mide 30 cm de largo y pesa 140 gramos en promedio. Se caracteriza por su color verde claro, más grisáceo hacia el pecho, y posee un pico color cuerno y patas grisáceas.
Confundidas entre el verde de las ramas, también habitan los árboles de la Costanera Oeste, en el inicio del paseo, cerca del puente. Crédito: Mauricio Garín
Generalmente habitan en las zonas de campo porque se alimentan de granos de los sembradíos, pero lo curioso es encontrarlas tan instaladas en la ciudad, anidando en las copas de las palmeras u otro tipo de árboles de altura. "En Argentina hay unas 20 especies de loros, y en la provincia tenemos varias registradas, pero la cotorra argentina es la única especie nativa de la ciudad de Santa Fe", informó a El Litoral, Pablo Capovilla, experto en aves, guía e intérprete de naturaleza.
"La verdad es que hacemos mucho para que haya cotorras. Todo el sistema agroproductivo que tenemos las alimenta y ellas comen no sólo de las plantas, sino de los granos que se caen de los camiones, de las heces de las vacas. En este caso, seguramente se alimentan de los frutos de las palmeras, que son dulces", dijo el especialista, al explicar por qué están anidando en ese tipo de árboles.
Además, como hubo una época extensa de sequía, estas aves se aprovechan de que en Santa Fe hay palos borrachos y ceibos en flor. "Las cotorras buscan el néctar y comen la base de las flores, que es donde está ese depósito. En el piso se van a ver más flores caídas de las que hay habitualmente", añadió Capovilla, quien se desempeña en la Secretaría de Ambiente municipal en la Reserva Natural Urbana del Oeste y en el Jardín Botánico.
Del campo a la ciudad
Consultado sobre si estas aves pueden seguir reproduciéndose y aumentando la población en el ámbito urbano, el experto destacó que en algún momento van a llegar a un límite de su población y que éste "seguramente va a ser alto, porque no sólo que le damos de comer sino que les ofrecemos árboles espectaculares para nidificar".
"En su momento trajimos eucaliptus al país, que es un árbol de Australia, de bosques sumamente altos, y acá se los plantó en los campos, en los cascos de las estancias, entonces desde lejos se sabía que donde estaban esos árboles, allí había casas. También se empezaron a traer eucaliptus a la ciudad, para aprovechar la madera -destinadas a papel, portones, postes y demás-. Esos eucaliptus que trajimos hicieron que las cotorras pudieran nidificar más alto, y así no le llegan los depredadores como las víboras o las comadrejas", amplió Capovilla.
"Otras especies ocupan los nidos de las cotorras y cohabitan con ellas", dijo un especialista. Crédito: Mauricio Garín
Además de la gran oferta de alimentos y de lugares para anidar, otra causa de la superpoblación de cotorras, es que disminuyeron sus depredadores naturales. "Quedaron sólo algunas aves rapaces que las cazan, entre ellas, el carancho, el halcón peregrino, el halcón plomizo, el taguató, el gavilán mixto -que se está viendo mucho en la ciudad este último-. Esas son las aves rapaces que controlan un poco la población de cotorras", amplió el ornitólogo.
Las Myiopsitta monachus construyen un gran nido de palitos, que a veces son comunitarios porque varias aves utilizan un mismo espacio, y con entradas falsas para que los depredadores se confundan y, al no ver nada en ese sector, se vayan. En los ciclos de la naturaleza, "el nido de cotorras sirve para que nidifiquen muchas otras aves, como el halconcito colorado o los patos de collar que habitan adentro del nido de cotorras. Después, hay aves rapaces como el águila coronada, caranchos, de jabirú, que nidifican arriba del nido de cotorras".
Antes se vendían las patitas
Gente de campo recuerda que, décadas atrás, se cazaban loros y se vendían sus patitas, en campañas auspiciadas por el propio Estado. Aseguran que, incluso, se multaba a los propietarios si no se veían nidos quemados o indicios de que se las estaba combatiendo.
La altura de las palmeras evitan que las alcancen sus depredadores naturales. Crédito: Mauricio Garín
"Esto ya no sucede; ahora todo lo que son aves, entre ellas las cotorras, se regula con la ley de caza menor que todos los años indica cuáles son los meses en que está habilitada para cada especie", aclaró Capovilla.
La última normativa -Resolución 133, del Ministerio de Ambiente y Cambio Climático de la provincia- estipula que la caza deportiva de la cotorra estará habilitada desde el 28 de abril al 6 de agosto de 2023, en la misma fecha que el morajú o negrucho y la liebre europea.
No son mascotas
Es importante aclarar que estas aves no son mascotas. "No se recomienda tenerlas en casa porque no son de criadero", remarcó Pablo Capovilla. Y advirtió que "a esta especie se las llevó, seguramente de manera ilegal, como mascota a otros países y, al escaparse o liberarse, empezaron a reproducirse allá. Hoy invaden España, Chile, Francia, Israel, Estados Unidos, Italia. En varios lugares está prohibida su tenencia y venta".