Transcurría el año 2001 cuando la vida de un joven ingresante al Instituto Superior de Música empezaría a dar un giro de 180 grados; giro que recién entendería años más tarde.
Mauro De Giovanni tiene 40 años. Es conocido en el mundo y muy demandado porque no existen muchas personas que realicen esta actividad.
Transcurría el año 2001 cuando la vida de un joven ingresante al Instituto Superior de Música empezaría a dar un giro de 180 grados; giro que recién entendería años más tarde.
Todo comenzó hace más de dos décadas, cuando se "topó", por casualidad o causalidad, con una persona no vidente que precisaba ayuda para ingresar al instituto.
"Me acuerdo que ese primer día llegué y vi que todo el mundo entraba al instituto, menos un chico no vidente. Entonces me freno y le pregunto qué estaba haciendo. Me respondió que tenía que entrar a cursar, que era nuevo como yo. Lo ayudé y cada uno siguió su camino. Mi comisión era la 6, así que fui hasta ahí y me senté. En un momento empiezo a ver quiénes eran mis compañeros y veo que estaba el chico no vidente. Demasiada casualidad o causalidad", cuenta Mauro.
Con las horas, Mauro supo que a quien había ayudado se llamaba Rafael. Y desde ese mismo instante supo también que serían amigos de por vida.
"Obviamente me acerqué, hablamos y prometí ayudarlo siempre. Le grababa con mi voz los apuntes que me daba el profesor. Usaba un grabador de periodista y los viejos TDK. Entonces, él después los escuchaba y estudiaba", recuerda Mauro.
El reconocido transcriptor de partituras asegura que interiormente sentía que podía ayudar aún más a su amigo Rafael y, por qué no, a otras personas no videntes. Entonces decidió acercarse a la ONG santafesina Nueva Cultura -que trabaja con personas ciegas y con baja visión- para que le enseñen a escribir en Braille.
"En Nueva Cultura aprendí a manejar la máquina Perkins y empecé a darle los apuntes a mi amigo en sistema Braille para que los pudiese leer él y no escucharlos", cuenta.
Hasta que un evento allí mismo, en esa ONG, significó un antes y un después en la vida de Mauro. El "maestro" Bertone del Coro Polifónico de Ciegos daría una capacitación de Música en Braille, a la que asistió y en donde le nació una idea: crear la primera biblioteca de partituras en ese sistema.
Así fue como Mauro De Giovanni arrancó a transcribir partituras para que pudieran ser estudiadas por personas ciegas. Las primeras, asegura, fueron "un desastre". Pero a medida de que se fue capacitando, estudiando y aprendiendo lo logró. A la par seguía estudiando música en el Instituto.
"La primera partitura que transcribí fue La Misa del Hombre Armado. "L'Homme Armé" en francés. El profesor de historia me lo pidió tanto que un día la hice. Esa y otras que transcribí están en el Instituto de Música, las doné", cuenta.
El salto de las transcripciones a Braille desde una máquina Perkins a una computadora fue trascendental. Y ello fue posible gracias a un amigo de Mauro que pudo crear un programa. Luego, había que encontrar la forma de imprimir. Convencido de que estaba dando un paso enorme en el tema, Mauro viajó en 2016 a Buenos Aires y realizó un curso sobre manejo de impresoras en Braille.
"¿Qué me permitió la digitalización de las partituras y el curso de impresión? Algo tan espectacular como transcribir una partitura y poder entregársela a toda la población ciega apretando un botón".
Hoy, a Mauro De Giovanni lo llaman desde todos los continentes, con la finalidad de que transcriba obras musicales a sistema Braille. Lo hace desde hace varios años. Pero ahora se encuentra frente a un desafío que hasta el momento nunca le había tocado. Debe transcribir El Preludio para la Siesta de un Fauno, de Claude Debussy, para un joven chileno no vidente que realizará en su país el curso de dirección orquestal.
" A mi me contacta el Maestro Helmut y me dice que tiene un alumno ciego entre los aspirantes al curso, que si le podía transcribir una partitura. Y acepté, pese a que estaba trabajando en otras partituras para un chico venezolano", cuenta Mauro.
"Hacer una partitura orquestal requiere mucho tiempo, mucha concentración… Porque intervienen muchos instrumentos. Hay violines, viola, chelo, contrabajo, clarinete, flauta, oboe, contrabajo, fagot, corno, percusión… Y de cada uno hay que hacer su traducción en Braille porque el director así lo necesita. Cada uno de estos instrumentos tiene su transcripción específica, que yo tengo que conocer de memoria antes de transcribir porque no puedo consultar el manual cada vez que tengo una nota. Yo ya tengo que saber toda la nota, toda la figura, todos los silencios, todos los índices acústicos…", agrega.
Actualmente, además de transcribir partituras a sistema Braille, Mauro De Giovanni dirige coros y trabaja en el área de Inclusión de la UNL. También trabaja en la Biblioteca de Partituras en Braille que tanto soñó y tiene su espacio físico en el Molino Marconetti. Sobre Rafael, aquel ingresante que le hizo descubrir un nuevo mundo, contó que "no terminó la carrera en el Instituto de música, tiene dos hijos y trabaja de telefonista en una repartición pública".
Evidentemente, desde aquel primer encuentro frente al Instituto de Música, entre Mauro y Rafael, surgió una hermosa amistad, que fue casualidad y también causalidad, es decir el principio o el origen de algo.
Uno asocia el sistema Braille con la forma que tienen los ciegos de leer el abecedario. Sin embargo, su creador, Louis Braille creó primero el sistema musical y luego lo adaptó para leer textos.
En 1827, Louis Braille asiste a una escuela para niños no videntes y aprende un sistema de 8 y 10 puntos para poder leer. Pero más grande, y sabiendo que tenía una enorme sensibilidad en los dedos, crea otro sistema basado en dos columnas de tres puntos verticales (6 puntos en total). Con su sistema crea el alfabeto y crea la música (1826). ¿Por qué crea la música? Porque él era profesor de piano y tocaba también el violonchelo. Obviamente con los años él lo fue mejorando al sistema y otras personas también, porque faltaban signos musicales.
Recién en 1994 se puede decir que se unificó todo (lo que hizo Braille y lo que hicieron otras personas para que las personas ciegas puedan tocar, leer y hacer música) y se confeccionó un Manual de Música Braille que es el que estudió Mauro De Giovanni para poder hacer las transcripciones.