Luka Iorlano nació y vive en La Loma, ese rectángulo que marca el mapa urbano bien reclinado sobre el cordón noroeste. Es uno de los sectores más postergados de la ciudad, con problemas de vulnerabilidad social; faltan el pavimento, los cordones cuneta, muchos servicios básicos. De niño se sumó al grupo de scouts que trabaja desde hace más de una década en ese distrito, con el objetivo de mejorar el entorno en el que se vive. Luka se recibió de Técnico en Mecatrónica: egresó de la UTN Santa Fe.
Ahora bien: esa es la historia abreviada. El joven de 21 años ha llevado una vida inspiradora, apuntalada en la íntima convicción de salir siempre adelante, de aprender sorteando obstáculos, en el amor y el acompañamiento familiar. Es que a pesar de un contexto barrial que podría considerarse adverso para cualquier desarrollo personal, Luka logró su primera gran meta: recibirse de una carrera universitaria. Ahora vendrán otras, pero el primer empujoncito ya está dado.
Toda su familia, de clase laburante, nació allí, en La Loma. El sustento diario es una ladrillería artesanal y Luka sigue trabajando allí, con su abuelo; su padre es mecánico (repara colectivos urbanos) y su madre ama de casa. Tiene un hermano menor, Juan Manuel, de 12 años.
"Todos me bancaron en esto de estudiar. Si mi familia no tuviera tanto amor hacia mí, yo no hubiese llegado tan lejos. Ese amor es como una roca: por más que yo fracase siempre me va a estar sosteniendo, en cualquier cosa que haga. Mi forma de ser, de querer salir adelante, se lo debo a mi familia", confiesa agradecido en diálogo con El Litoral.
Pero hay un elemento biográfico que muestra su pasión por la carrera universitaria que eligió: de niño y luego adolescente, Luka pasaba muchas horas en el taller de mecánica de su abuelo, taller que lo tiene como hobbie aunque de tanto en tanto arregla tractores y otras maquinarias. El joven iba siempre a dar una mano: le gustaba estar rodeado de motores, de pistones, de bujías.
Y todo aquello lo fascinaba. "Entonces ingresé a la facu ya totalmente decidido: la carrera que satisfacía esa afición mía por la mecánica era la Tecnicatura en Mecatrónica. Hoy por hoy, estoy enamorado de lo que estudié", cuenta el joven.
El trayecto universitario
Luka hizo la primaria y secundaria en una escuela evangélica (la San Marcos), ubicada en el norte de la ciudad. No es una escuela técnica; y cuando Luka llegó a la facultad sintió un cambio abrumador, puesto que no tenía una base sólida de preparación en matemática y física.
Y claro: cualquier facultad siempre es muy exigente, más aún al principio de la carrera. "Había días en que llegaba a mi casa llorando porque no podía, no entendía. Pero bueno. Decidí dar la lucha, aprender, leer y obtuve mi resultado: me recibí". Ese quizás fue el primer obstáculo sobre el cual logró imponerse.
El joven es Promoción 2019; es decir que se recibió de técnico en tiempo y forma: el plan de la carrera es de dos años y medio de cursado y medio año. En el medio, apareció el coronavirus. "La UTN fue la primera institución a nivel nacional que dio clases virtuales. Si la pandemia arrancó la tercera semana de marzo de 2020, nosotros ya teníamos clases virtuales a finales de ese mes. De ahí no paramos nunca, hasta que volvió la presencialidad", recuerda.
La Mecatrónica es una mezcla de la ingeniería mecánica y de la electrónica. "Y la tecnicatura tiene un poco de todo; por un lado, el control de variables (de una temperatura, por ejemplo), pero también hay una parte de programación, de diseño (para hacer diagrama eléctricos de planos), de mantenimiento de equipos, todo pensado a nivel industrial, para trabajar dentro de grandes fábricas, incluso dentro de laboratorios", explica Luka.
En el tramo final de su carrera, tuvo que salir a golpear puertas para poder hacer las prácticas. Es que con la pandemia, las empresas no tenían mucho tiempo como para prestarle a la formación de un estudiante avanzado. "Pero una vez que te recibís, se ven las diferencias respecto de las buenas ofertas que hay en el mercado laboral -agrega-. Lo bueno que tiene Mecatrónica es que se trata de una carrera muy versátil, y se sabe un poco de todo".
"Aquello que te haga feliz"
"¿Y qué le dirías a ese o a esa joven que tiene pasión por algo, pero siente que no puede o bien no se anima a estudiar una carrera universitaria?", le preguntó este diario. Luka Iorlano piensa bien su respuesta: "Sé que no tengo mucha experiencia de vida, con 21 años… Pero lo único que puedo decir es: 'Estudiá algo que te haga feliz y que te guste hacer'. Porque si lográs encontrar eso, el camino hacia la meta va a ser hermoso".
Y refuerza su concepto: "Por más que llores, que te sientas triste, que reniegues y que te cueste sentarte hasta que el conocimiento entre en tu cabeza, todo el trayecto universitario es más fácil si estás enamorado de lo que hacés. La pasión es lo que moviliza a las personas. Amar lo que se hace, y el tiempo no importa: no importa si la carrera se hace en tres o en diez años".
A Lukas le gustaría seguir estudiando. Pero es consciente de que las circunstancias de la vida llevan ir para otro lado: "Hoy trabajo tengo en la ladrillería. Si el día de mañana no puedo desempeñarme como 'mecatrónico', haré otra cosa", dice con franqueza.
Y revela su lema laboral: "Mirá, yo pienso que hay que trabajar para aprender. Si trabajás sólo para ganar dinero entrás en un círculo vicioso del cual no salís más. Trabajar para seguir aprendiendo es lo mejor que una persona puede hacer". Y después, en Lukas está presente la ilusión de casarse, de formar una familia, de tener hijos y de formarlos por el camino del bien. En sus palabras, lo simple y lo cotidiano se vuelve mágico.
Educador
Dentro de un grupo scout hay diferentes subgrupos. Ir "ascendiendo" depende de que sus integrantes lleguen a una determinada edad. "En nuestro grupo en particular arrancás a los 10 años, hacés toda tu trayectoria como scout hasta llegar a los 21. Y una vez que alcanzás esa edad, estás en condiciones de pasar a ser un dirigente, aunque ahora se dice educador", explica Iorlano. Él ya es educador scout.
"Y al llegar a ser un Rover de partida (así es la denominación) ya estás 'del otro lado', devolviendo a la sociedad todo lo que aprendiste, todo lo que el movimiento scout te fue transmitiendo en cuanto a valores y enseñanzas", precisa el joven. De su grupo, él no se separa del todo: "Siempre está en mi corazón, va conmigo a todos lados. A veces vuelvo con los chicos aún sin tener que hacer alguna actividad, sólo para estar con ellos", cierra.