Lía Masjoan
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Tras el enfrentamiento de dos bandas en el subsuelo y el robo al cura de la capilla, sigue sin existir una limitación para ingresar. Esta mañana, El Litoral caminó por los pasillos, entró a la sala de Guardia por dos puertas diferentes y nadie lo impidió ni consultó identidad ni motivo.
Ya hay cuatro policías en el nuevo destacamento pero aún no les asignaron un protocolo de acción. Autoridades de los Ministerios de Salud y Seguridad anunciarían medidas mañana. Los médicos trabajan con temor. Y se sienten desprotegidos por las autoridades.
El hospital Cullen volvió a ser escenario de hechos violentos. Ayer al mediodía, le robaron al cura en la capilla que está muy alejada del ingreso al edificio y en otro suceso dos grupos de familiares de un paciente internado se enfrentaron con cadenas y cuchillos por los pasillos. “Esto superó todos los límites, en especial porque desde el viernes hay cuatro policías para reforzar la seguridad”, aseguró esta mañana el jefe del Servicio de Guardia, Gabriel Martínez Dorr. Por este motivo, resolvió restringir la atención durante varias horas.
Los policías apostados en la nueva guardia aún no tienen indicaciones sobre cómo actuar pero de igual forma debieron actuar ante los hechos violentos de ayer. Sentados en la habitación destinada al destacamento, le contaron a El Litoral que esperan que mañana les indiquen un protocolo de acción.
¿De qué sirve insistir con un hospital de puertas abiertas si los médicos no pueden atender a los pacientes con tranquilidad? Ya es habitual que denuncien que son amenazados, que no se animan a abrir la puerta que separa la sala de espera de la Guardia porque temen recibir reacciones violentas, que les han robado equipamiento (como desfibriladores) y medicamentos, que les rompieron vidrios de las puertas de acceso, entre tantas otras situaciones desagradables.
En el hospital Cullen no hay controles. Cualquier persona puede entrar, recorrerlo, llevar objetos y quedarse el tiempo que quiera. Nadie se acerca a preguntarle qué hace ahí, a quién visita, o si necesita algo.
El Litoral hizo la prueba esta mañana, tras los graves sucesos de ayer. Luego de traspasar por el portón principal, un periodista ingresó al hall central, cruzó una puerta, caminó por uno de los pasillos, abrió la puerta de la Guardia -que tiene un mecanismo de traba pero no estaba activado- y entró. Allí estaban los médicos y enfermeros, y los pacientes en las camillas. Atravesó todo el pasillo, dialogó con ellos y salió por la puerta que está al otro extremo, por donde llegan las ambulancias.
Esto no era posible hace varios años atrás, cuando ya en el portón principal se consultaba la identidad del visitante y luego un personal administrativo ubicado en el hall de la Guardia admitía o no el ingreso a los pasillos.
“Más gente que en la peatonal”
Los médicos piden medidas de seguridad desde hace tiempo. Es que, directamente, no tienen garantizadas las condiciones mínimas para hacer su trabajo.
“Necesitamos la restricción del pasaje de gente porque estamos muy expuestos, en algunos horarios del día, acá hay más gente que en la peatonal de Santa Fe”, aseguró el Dr. Santiago Walther, jefe de Guardia de los días domingo. Ayer presenció los incidentes y para él tampoco fue “un hecho más de violencia; hubo agresiones hasta para con la policía, peleas, forcejeos y ‘facas’ en los pasillos. Y se escaparon todos, tanto agresores como agredidos”, contó.
La Dra. María Pía Bernardi es la jefa de Guardia de los lunes y trabaja en el hospital desde hace 15 años. “Antes, esto no era así. Hace 8 años que comenzó a cambiar y a relajarse el acceso de gente. El concepto de hospital de puertas abiertas es que todo el mundo ingrese y sea atendido, pero no que venga cualquiera a cometer un acto de violencia dentro de la institución”, destacó. Lo ideal sería “ hacer un listado para registrar quién entra y quién sale, y que sólo puedan ingresar dos personas por paciente”, agregó.
Walther no puede entender cómo no es posible controlar el acceso de gente: “Este es nuestro lugar de trabajo, no puede ser que cualquiera entre y salga y que seamos agredidos todo el tiempo; ni siquiera podemos llamar a un paciente en la sala de espera porque el que llega con dolor de muela pretende que se lo atienda antes que el que está con un infarto; ni siquiera entienden que tenemos que atender la prioridad médica y no el orden de llegada”.
“Ojalá que las autoridades entiendan esto de una vez y no tengamos que lamentar que un personal del hospital sea una víctima para que tomen alguna medida”, expresó Walther.
Seguridad
Desde el viernes pasado, cuatro policías están apostados en el nuevo destacamento dentro del hospital, junto al portón de acceso. Esta mañana estaban el oficial Hugo Derotier; los suboficiales Débora Gómez y Fernando Alegre y el sargento ayudante, Miguel Enrique.
Todavía no recibieron indicaciones sobre qué tareas tendrán que realizar, sólo tienen un lugar para estar. Según trascendió, es muy probable que mañana las autoridades del hospital y de los Ministerios de Salud y de Seguridad anuncien un nuevo protocolo de actuación y organización para la institución.
Presiones
Hace 15 días, cuando otro grave hecho de violencia ocurrió en el hospital, dos médicos de la Guardia hablaron con El Litoral. Esta mañana, uno de ellos se acercó y contó que por esa razón “fue amedrentado por las autoridades del hospital, que en vez de estar ocupadas en resolver la grave situación nos enviaron una nota donde nos piden que expliquemos lo que habíamos dicho, los ratifiquemos o lo rectifiquemos. Me parece una presión tan grande y tan inútil, y muestra lo que realmente nuestras autoridades opinan de la Guardia; así es como nos cuidan”, dijo.