La familia del comerciante asesinado decidió desprenderse del local
"El mejor homenaje a la memoria de Julito es vender la fiambrería"
Lo dijo Inés Masino, la mamá del comerciante de 29 años asesinado en el local de Urquiza al 2200, confirmó que la familia venderá la llave de local, y sólo se quedará con el negocio central, en Aristóbulo del Valle. “Sin mi hijo, ya no hay quien lo atienda”.
Guillermo Di Salvatore El frente del local comercial, ahora con llave en venta. Se venderá tal como la dejó mi hijo, aseguró Inés Masino.
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Inés Masino usó durante la marcha en reclamo de su hijo asesinado el 17 de septiembre, un martes, Julito Cabal, una remera de él que encontró en el cesto de ropa sucia. Julio la había usado el día anterior. “Todavía tenía su olor, yo necesitaba su olor, y la usé; llevaba la frase indicada”, dice Masino y rompe en un llanto íntimo, silencioso. En la remera se leía: “Todos fuimos, todos somos, todos podemos ser”, igual a la que usó Luis A. Spinetta en el mítico recital de las Bandas Eternas. Julio era fan del rock.
La mujer, golpeada emocionalmente por momentos pero con un temple admirable, confirmó a El Litoral que su familia decidió vender la llave de la fiambrería donde asesinaron a su hijo de 29 años. “Decidimos venderla así como está, sin tocar nada, dejando cada frasco en su lugar”.
La familia Cabal inició su negocio con una fiambrería en Aristóbulo del Valle al 6600. Esa es la casa central. Hace unos cuatro años, como la cosa iba bien, decidió abrir otra fiambrería en el centro de la ciudad, en Urquiza al 2200, donde ocurrió el calvario. “En el medio pasaron cosas: una de mis hijas tomó rumbo a Europa, y por supuesto, lo último fue determinante: era la fiambrería que atendía Julio, todos los días”, le cuenta Masino a El Litoral.
“No tenemos quién la atienda, sin Julito. Somos dos personas grandes, mi marido (Julio Cabal padre) y yo, nos faltan fuerzas y ganas. Y para qué vamos trabajar tanto. Nos quedaremos con la casa central”. Masino también es empleada del Hospital Cullen hace 20 años. “Además, debemos estar lo más juntos posible luego de lo sucedido con nuestro hijo, es la mejor forma de transitar este dolor, como se pueda”, confesó.
Pero claro: también está el recuerdo del hijo perdido. “No podría decir que me hace bien ir a la fiambrería (del centro), todo lo contrario. La mejor memoria que le puedo hacer a mi hijo es vender el local tal cual está. Y hacer un esfuerzo... porque a cada frasquito, él lo acomodó como le gustaba. Tenía una manera muy especial de manejar las cosa en ese local. Venderla tal como está es hacerle un honor a él. Cerrar sería fácil: cerrás y listo. Pero no”, dice, otra vez emocionada.
Masino sigue usando las remeras y la ropa de su hijo. “Ahora tengo puesta una camisa de él; pero tampoco quiero sentirme un museo de sus cosas”. El dolor por la pérdida de un hijo no se puede dimensionar: no hay ejercicio posible.
El Litoral
Foto: El Litoral
“No tenemos quién la atienda, sin Julito. Somos dos personas grandes, mi marido (Julio Cabal padre) y yo, nos faltan fuerzas y ganas”.