A partir de la segunda mitad del siglo XIX comienza la construcción de un proyecto de modernidad para la nación argentina. Este proceso histórico tuvo una clara orientación: el progreso económico y desarrollo de las fuerzas productivas que lo protagonizarán. Sin embargo, la clave que también predominó en ese proceso fue el abordaje de ciertas problemáticas sociales, asociadas en buena medida a la materialidad de este proyecto modernizador.
Crédito: Archivo El Litoral
Esta orientación filantrópica, que se profundiza a medida que avanza el siglo XX, tuvo como causa principal el crecimiento de las ciudades y su concentración urbana que desemboco en el surgimiento de nuevos escenarios y conflictos sociales marcados por la orfandad, la mendicidad y salud pública. Bajo esa nueva realidad, la clase dirigente diagramó un sistema benéfico y asistencial en donde el naciente Estado moderno trababa distintas relaciones con diversos actores sociales bajo un mismo entramado.
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La Sociedad de Beneficencia de Santa Fe fue la expresión local de estos ámbitos de participación y vínculos con el Estado en el que algunas mujeres santafesinas fueron protagonistas. Mujeres pertenecientes a la élite, portadores de un capital simbólico y social que marcó a fuego las diferentes trayectorias individuales, demostrando el poder que esa élite tenía en la ciudad y la participación de las mujeres en el espacio público. La Sociedad de Beneficencia de Santa Fe, se fundó en 1860, pero tuvo su cenit con la creación del Hospital de Caridad inaugurado en 1911, un espacio de asistencia sanitaria que vinculó la salud local y regional.
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La mayoría de las mujeres que pertenecieron al consejo directivo de la Sociedad de Beneficencia, eran esposas de funcionarios públicos provinciales; estos últimos pertenecían a otros exclusivos espacios de sociabilidad como el Club del Orden o la misma Sociedad Rural, de esa forma conformaban un paisaje social cerrado y propio de la sociedad santafesina.
Estas influencias recíprocas son ilustradas por el historiador Alejandro Damianovich, quien marca como con la construcción del hospital de la Caridad, los recursos con los que dispuso la Sociedad de Beneficencia estuvieron vinculados a las relaciones que tenían con el poder político nacional y provincial. Así fue que durante la presidencia de la Sociedad por parte de Mercedes Cullen de Aldao se valió de los vínculos con su hermano, José María Cullen, quien siendo legislador provincial impulsó la donación de los terrenos e importantes subsidios para la construcción del Hospital de la Caridad.
Por esos años el antiguo hospital -ubicado en San Martín, entre Uruguay y Pasó- no contenía las necesidades de la población, que había sufrido un importante crecimiento demográfico. El 25 de mayo de 1902, bajo el gobierno del Dr. Rodolfo Freyre, se colocó la piedra fundamental, siendo inaugurado el 9 de julio de 1909. La construcción comenzó por la sala llamada “Pabellón San Buenaventura'', en homenaje a Ventura Coll y Andino, que había donado buena parte del dinero. Inmediatamente se perfiló la clásica estampa del hospital que hoy todos conocemos como “el Cullen” con su doble fila de salas, en número de 4 por lado.
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Luego, con el correr de los años, en la parte posterior, se levantó el asilo y la capilla. Pero también, cada una de las salas fue bautizada con el nombre de los médicos que se destacaron por entonces en su labor hospitalaria: los Dres. Pedro I. Funes, Cándido Pujato, Pedro Beleno, Miguel Parpal, José María Cullen, Luis de Aguirre y Francisco Eguiazu. Todos ellos pertenecientes a las capas más altas de la sociedad capitalina, por lo que las redes sociales que se tejían en estos ámbitos de sociabilidad eran claves para su trabajo profesional. Por otro lado, fue fundamental para este actor formar parte del nuevo hospital, ya que por estos años los médicos obtuvieron la exclusividad total y el reconocimiento público de su profesión para la cura de las enfermedades frente a la práctica informal de la medicina.
Además de este actor social, la Sociedad de Beneficencia no actuaba en soledad. La presencia de la congregación Hermanas de la Caridad Hijas de María fortalecía ese aspecto caritativo y benéfico del asistencialismo social. Además, cabe destacar que su emplazamiento, en la zona oeste de la ciudad, no es fortuito. De esa manera, se buscaba disminuir la propagación de enfermedades por polución ambiental, al ser lugares con circulación de aire, y por otro lado, el hospital estaría en cercanía a los asentamientos populares y viviendas más precarias de la ciudad, así como también, la disponibilidad de las comunicaciones que el ferrocarril, en la estación Mitre, podía otorgarle a enfermos de la región para ser asistidos en la ciudad.
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