En las últimas décadas del siglo XIX, la incorporación de Argentina en el mercado internacional colocó a la región del litoral bajo un rol estratégico como proveedora de materias primas. Y en ese contexto, la ciudad de Santa Fe atravesó profundas transformaciones urbanas.
Aquella aldea colonial que dormía tranquila y apacible gozando de los perfumes de sus naranjos y jazmines, quedó envuelta en una marea de progreso que la empujó a convivir con el bullicio de las calles, talleres y tranvías que caracterizaron a las metrópolis finiseculares.
Los años comprendidos entre 1880 y 1890, fueron una época de distintas iniciativas en materia de políticas públicas por parte del gobierno provincial. Iniciada esta década con uno de los principales acontecimientos de la Argentina moderna: la federalización de la ciudad de Buenos Aires, la provincia de Santa Fe comienza a sancionar una serie de leyes que cambian la faz edilicia de la de la provincia.
Calle comercio antes del adoquinado. Fines del sigloXIX
En ese sentido, durante el gobierno de Simon de Iriondo (1878-1882) se impulsó el proyecto de construcción del ferrocarril a las colonias, que luego Manuel María Zavalla Comas (1882-1886) llevó a cabo con la financiación y construcción de aquel ferrocarril. Por último, durante el gobierno de José Gálvez (1886-1890) la ciudad y la provincia se transforman a partir de las fundaciones de nuevas colonias, vías férreas, puentes, caminos, institutos educativos y el proyecto de construcción del puerto de ultramar.
En 1882, Desiderio La Cuevas, propuso a la Comisión Municipal de Santa Fe, la construcción de los tranvías en Santa Fe, y más tarde la pavimentación de la ciudad, la implantación del agua corriente y por último una usina de gas para la iluminación de las calles. De todos estos proyectos, la Comisión sólo aceptó el del Tranvía. En la prensa y documentos de esa época, se puede observar que la discusión sobre la instalación de todos estos servicios estaba fuertemente cruzada por la polémica que suscitó el incremento de impuestos que demandaba y que gran parte de los vecinos de esas calles céntricas se resistían a pagar.
Sin embargo, en las primeras décadas del siglo XX, aquella materialización del progreso económico demostró límites y consecuencias. La élite dirigente con impronta liberal y nula planificación en lo referente a la cuestión social, se vio en la necesidad de abordar nuevas problemáticas sociales. Los problemas urbanos y las diversas formas que adquirieron la pobreza y el pauperismo, resultantes del crecimiento notable de las ciudades, llevaron a comprender la necesidad y los beneficios que acarrearía, limpieza, higiene y comodidad para la población.
En 1886, durante la intendencia de Mariano Comas comienza a pensarse la necesidad de pavimentar las calles de la ciudad de Santa Fe. Sobre todo por el flujo de visitantes y transeúntes que era cada vez más intenso debido al servicio público de las líneas férreas de Santa Fe a Esperanza, Pilar, Galvéz y Colastiné. Fueron muchas las empresas que acercaron sus proyectos de pavimentación a la intendencia, algunas de ellas con origen en Buenos Aires, Carlos Fassa, Juan Terrosa y compañía, Chamusy sociedad anónima y Florián Zapata.
Plaza de Mayo. Vereda del Colegio Inmaculada. Tranvia por calle Comercio.
Primer paso
Hasta que el 10 de noviembre de 1886, la Comisión Municipal de Santa Fe sancionó la ordenanza de nivelado y adoquinamiento. El 15 de marzo de 1887, Mariano Comas colocó en la esquina de la calle 23 de diciembre (hoy General Lopéz) y Comercio (hoy San Martín) el primer adoquín que sirvió de fundamento al pavimento de granito.
En 1887, Mariano Comas era una persona con una vasta trayectoria en la administración provincial y cargos electos. Fue en 1851 juez de comercio, y más tarde en lo civil y criminal. En 1853, desempeñó la presidencia de la Cámara de representantes y fue testigo presencial en la jura de la Constitución Nacional de 1853. Constituida la primera legislatura constitucional fue electo diputado y luego en 1857 fue designado presidente del Tribunal de Alzada. Más tarde, desempeñó funciones como legislador nacional, ocupó repetidas veces interinamente el gobierno de la provincia y formó parte de convenciones reformadoras de la Constitución provincial, hasta que de 1882 a 1887 actúa en la Comisión Municipal.
En el discurso inaugural de aquel primer adoquinado en la ciudad, el intendente, mediante un juego de palabras, evocó aquella célebre frase del novelista italiano Edmundo D’Amicis, cuando después de recorrer, en 1883, las colonias santafesinas, en pleno auge, llenas de vigor y en constante faena agrícola, denominó a la ciudad de Santa Fe como “La puerta vieja de un mundo nuevo”. Mariano Comas, contestando la afirmación un tanto despectiva del D’Amicis y como si fuera un futuro-pasado agrego que se debía: “llevar a la ciudad Capital nuevamente a ser la ‘abrió puertas a la tierra’ como manifestó ante el Rey su fundador, Juan de Garay, en 1573”.
De esa manera, Mariano Comas, entendía que la obra edilicia local, que comenzaba con aquel primer adoquín, debía ser una obra pública que fortalezca y encamine la ciudad Capital hacia un nuevo rumbo. El adoquinado representaba en buena medida poner en sintonía la Capital provincial con el ritmo innegable del progreso material de fines del siglo XIX. Sobre todo, en respuesta a la gran cantidad de personas que arribaban a Santa Fe a través del ferrocarril, y por otro lado, para evitar el descarrilamiento, producido por la incompatibilidad de las calles arenosas y las lineas férreas, del novedoso tranvía inaugurado en 1882. Que recorría las principales calles de la ciudad, tirado por ocho caballos y que había significado una importante inversión para las arcas municipales.
Ultimas calles de adoquines en la ciudad. Decáda del 70 foto Danilo Birri
Luego, con el correr de los años, la pavimentación fue en buena medida motivada por cuestiones referidas a la limpieza y la comodidad de la población. Desde aquella fecha histórica, hasta el día de hoy, la pavimentación de la ciudad ha sido modificada con una serie de reformas hasta llegar al asfalto con base de hormigón que transitamos diariamente.