Como informó El Litoral, investigadores locales dieron con un pozo ciego, que perteneció a la propiedad que hoy es el Museo Histórico Provincial, ubicado en San Martín y 3 de Febrero. Al avanzar con los trabajos, se encontraron diversos elementos, entre los cuales se destacan botellas y recipientes de vidrio, algunos relacionados con las farmacias de fines de siglo XIX y principios del XX.
El frasco esconde los secretos de cómo eran las primeras farmacias y boticarios de la ciudad.
De preparados
Preparar remedios y pócimas curativas siempre ha tenido algo de misterioso, desde el sacerdote de antiguas culturas dedicado a mezclar las hierbas y los agregados de su imaginación, pasando por los brujos de la tribu hasta los pulcros y académicos farmacéuticos de hoy.
En el marco de una dinámica económica agro-exportadora caracterizada por una “Argentina aluvial” que había recibido corrientes migratorias europeas, la provincia de Santa Fe triplicó su población entre los años 1869 y 1895. Hacia el año 1914, la población pasó de casi 400 mil a 900 mil, y para 1947, ya contaba con más de 1 millón y medio de habitantes.
Imagen de 1886. Desde la azotea de la farmacia Goupillant se puede ver la antigua calle Comercio (actual San Martín).
El desarrollo económico y las nuevas posibilidades que ofrecía Santa Fe la convertirían en una de las capitales más importantes de la región del litoral. El pequeño comercio concentrado en el viejo casco del sur colonial dejó paso a una oleada de comerciantes que llegaron en las tres primeras décadas del siglo XX con nuevos emprendimientos de distintos rubros y ocuparon la actual área comercial.
Farmacias como Irigoyen, pero también Parpal, Las Colonias, Goupillaut, del Carmen, El Inca, son algunas de las míticas farmacias de aquellas época de crecimiento y transformación.
Por entonces pocos eran los medicamentos envasados. Todo se hacía con recetas magistrales que se anotaban en un libro, numeradas. Se medían prolijamente las proporciones, se mezclaban, se hacían pastillas, jarabes, infusiones, inyectables, fricciones, colutorios, pomadas, ampollas, tópicos. Había que esterilizar, diluir, fraccionar.
El interior de la farmacia Las Colonias.
Figura clave
Manuel Irigoyen Garzón, oriundo de Córdoba, nació el 6 de diciembre de 1865. Se instaló en Santa Fe, a fines del siglo XIX, donde contrae matrimonio con Amalia Freyre Iturraspe. Llegó a la ciudad con el titulo de Químico Farmacéutico, obtenido en la Facultad de su provincia natal, y muy pronto comienza su actividad profesional.
Retrato de Manuel Irigoyen, uno de los impulsores de la actividad farmacéutica en Santa Fe.
Abrió las puertas de su farmacia, denominada Colón, en la calle San Jerónimo esquina Mendoza. Posteriormente se traslada a la calle San Martín y Buenos Aires (hoy Monzeñor Zaspe) inaugurando el nuevo local con el nombre de Farmacia Irigoyen de tradicional existencia.
Los aromas de aquella farmacia Irigoyen fueron mezcla de hierbas, perfumes, preparados y esencias como salido de un frasco mágico que vuelve abrirse convocado por una mano ausente en esa especial ensoñación de las cosas olvidadas, pero que en un pasado remoto tuvieron una intensa vida interior que se proyectaba en miles de personas que pasaron por sus mostradores en busca de un remedio que calme su dolor.
Una multitud de objetos ordenados en vitrinas y estantes que convivieron por años, cuando los trenes salían y llegaban desde la estación del ferrocarril francés. Vivencias que se refugiaron en esos espacios que trepan por esas escaleras que llevan a la parte más alta de las estanterías cuyos ornamentos revelan una fina artesanía.
Asi lucía una farmacia a principios de siglo XX.
Mármoles y cristales, frascos de procedencia europea que muchos de ellos contenían fórmulas magistrales. Paquetes y pequeñas cajas que contienen hierbas, sellados con etiquetas que desprenden intensos aromas, alhucemas, arazá, raíz de helecho, siete sangría, zarzamora, yerba del toro, mastuerzo, hierba sanguinaria. Botellas de agua destilada con esencias de anís, eucalipto, agua de rosa.
El recorte de El Litoral con la noticia del fallecimiento de Irigoyen.
Manuel Irigoyen Garzón, al margen de sus actividades profesionales, fue presidente del Club del Orden y alterno en la política provincial siendo elegido diputado a la Convención Constituyente de 1899, y posteriormente bajo el gobierno de Rodolfo Freyre actuó como Senador provincial representando a los departamentos de Belgrano y San Cristóbal.
Más tarde fue designado Intendente municipal, en cuya gestión se creo el Jardín Botánico, el edificio de la Asistencia Pública, la finalización del Teatro Municipal, el edificio del Banco Municipal, adoquinado y alumbrado público con lamparas arco voltaico, el camino carretero de Santo Tome- Santa Fe y la remodelación de numerosos parques y paseos en la ciudad. Murió en Santa Fe en 1921.
Antigua postal del frente de la farmacia Colón.
Políticas sanitarias
A fines del siglo XIX y principios del siglo XX, signada por esta abrupta transformación demográfica, la provincia de Santa Fe debió afrontar diversas problemáticas sociales relativas a la higiene pública que dieron inicio a una serie de políticas sanitarias. Claros ejemplos de este proceso, en la ciudad de Santa Fe, son la fundación del Hospital de la Caridad, el Hospital Italiano y la Casa de Aislamiento.
Sin embargo, fue a partir de la década del ’30 cuando se promovieron ciertas políticas públicas que tuvieron como claro objetivo dar respuesta a una serie de problemáticas sociales que atravesaba la provincia de Santa Fe por aquellos años.
De tal contexto, se desprenden dos estatutos representativos de aquellas dinámicas de transformación social: la sanción de la Ley de Sanidad en el año 1932, y la Ley de Colegios Profesionales promulgada en 1950.
El 3 de diciembre de 1932 se sanciona la Ley provincial de Sanidad que surge para dar respuesta a la necesidad de conocer cuántos profesionales del “Arte de Curar” existían en la provincia de Santa Fe y en que localidades desempeñaban sus funciones.
La Ley de Sanidad expresaba en su artículo veinte que “Nadie podrá ejercer una rama del arte de curar si no está inscripto en la matrícula correspondiente que llevará el Consejo Médico” y en su artículo 18 argumentaba que “Sólo podrán ejercer en el territorio de la provincia el arte de curar y ramas auxiliares, los habilitados por la Universidad Nacional”.
En ese contexto, la Ley de Sanidad, sancionada por la legislatura provincial en diciembre de 1932, creaba la Dirección General de Higiene (DGH) que delimitaba las distintas áreas de incumbencia y los espacios de organización de los profesionales en el “Arte de Curar”.
De esta manera, se crearon dos Consejos Médicos con sede en la Capital y en Rosario, que tenían como objetivo regular el ejercicio profesional de médicos, odontólogos, obstetras, veterinarios y farmacéuticos inscriptos en distintos Consejos Deontológicos.
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