La celebración se realizó en la casa de Mariela Noguera, donde se sucedió su femicidio días atrás.
Redacción El Litoral
El arzobispo de Santa Fe, Monseñor José María Arancedo, ofició una misa en en memoria de las víctimas de la masacre cometida el pasado 29 de diciembre en el barrio Santa Lucía. La misma fue llevada a cabo junto al padre Sergio Kanagusuku, quien está a cargo de la capilla de la zona, y el padre Horacio Suárez, párroco parroquia de la Merced.
Monseñor Arancedo y padre Kanagusuku
Alberto Noguera - Hermano de Mariela
Con un insondable clima de angustia y dolor, pero con muchísimo respeto, se reunieron vecinos, familiares y personas allegadas para compartir la palabra del clérigo. Alrededor de doscientas personas se congregaron en Monseñor Vicente Faustino Zazpe al 4100, lugar donde el último 29 de diciembre se dio el hecho.
Bajo la premisa de que “Santa Fe tenga otra relación a nivel familiar”, y con un insistente pedido de “paz, verdad y justicia”, la casa del dolor fue transformada, al menos por unos momentos, en un lugar de encuentro y solidaridad.
“Nos hemos reunido hoy, como hermanos, para compartir el dolor. Y queremos, desde la fe, decir una palabra de compañía, consuelo y esperanza para estos momentos”, comenzó la ceremonia Arancedo. “He querido venir a estar cerca de ustedes y acompañarlos en el dolor. Las palabras no alcanzan, pero queríamos acompañarlos”, aclaró.
En referencia a lo sucedido, monseñor Arancedo manifestó que “lo vivido es un signo de muerte, donde se ha quebrado la dignidad y el diálogo. Por eso queríamos estar presentes para dar un símbolo de vida, a los familiares, a la verdad, a los amigos, la solidaridad, el encuentro y al amor”.
Para finalizar, Arancedo brindó un esperanzador mensaje a la vida y expresó un rotundo rechazo a la muerte. “Bendigo al barrio para que sea un ‘no’ profundo al odio, a la violencia, egoísmos, que llevan a la muerte, y un sí profundo al amor, al sacrificio y todo lo que conduce a la vida”.
Luego, en momentos posteriores a la misa, Arancedo se quedó a dialogar y consolar a la familia de manera personal. “Que Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo desciendan sobre quienes padecieron el horror de la muerte, y sobre este barrio que se merece la bendición de una vida nueva”, fueron las palabras finales para todos los allí presentes.
Reviví parte de la misa