Monseñor Fenoy: "El Papa Francisco siempre se acuerda con mucho cariño de Santa Fe"
"Me ha hablado de vecinos concretos de la ciudad, tiene una memoria prodigiosa", confesó el arzobispo en una charla a fondo con El Litoral. A diez años del Papado, la mirada, los recuerdos y el análisis de la persona que fue su secretario.
Conversación. El Arzobispo recibió a El Litoral en su despacho, para hablar de la década de papado de Francisco. Crédito: Guillermo Di Salvatore
Se cumple una década de aquel "habemus papam" en el que Argentina, y el resto del mundo, se enteró que el nuevo Papa era celeste y blanco, como el cielo. "Jorgum Marium Bergoglium" dijo la voz que anunció a quien minutos antes había decidido llamarse en adelante Francisco. El actual arzobispo de Santa Fe, Jorge Fenoy, es una persona muy cercana al Papa. Fue su secretario durante cinco años y recibe su llamado rigurosamente cada año para su cumpleaños.
Fenoy contestó muy predispuesto al llamado de El Litoral para hablar de Francisco. Y recibió a este medio en el Arzobispado. "Tenemos media hora para conversar", dijo, e invitó a pasar a su despacho. La charla fluyó y al apagar la grabadora el registro marcó exactamente media hora, como por designio divino.
-Monseñor Fenoy, ¿quién es el Papa Francisco?
-Interesante pregunta… (piensa). Depende cómo miremos al Papa Francisco. Para mí es alguien muy conocido y querido, porque trabajé con él y compartí varios años en la Conferencia Episcopal Argentina. Entonces, el Papa que suele ser alguien que está lejos, no lo es para mí.
-¿Alguien que está lejos porque es Dios en la tierra?
-No, no. Lo digo porque él está en Roma. Hay un solo Dios, en la tierra y en el cielo (risas). Justamente el Papa Francisco ha descentrado la figura de la "Papalatría", eso de hacerlo un semi Dios, un señor feudal, con una Iglesia muy centrada en el Papa, ¿no? Si en alguna ocasión fue así se fue perdiendo. Me parece que este cambio es una de las revoluciones de Francisco, aunque ya se venía dando con Juan Pablo II, Pablo VI y Juan XXIII, desde la época del Concilio (Vaticano II). Entonces, te respondo la primera pregunta, Francisco es un humilde servidor en el campo del Señor.
-Tiene su temperamento. Otra característica es su autenticidad y su coherencia de vida.
-¿Recuerda dónde estaba aquel miércoles 13 de marzo de 2013, a las 16.12 horas de Argentina, cuando se escuchó "habemus papam", y nos enteramos de que el cardenal Jorge Bergoglio era el Papa Francisco?
-Estaba en mi anterior diócesis de San Miguel, sentado en el comedor de mi casa pegado al televisor. Más que un presentimiento, tenía una sospecha de que iba a ser electo Papa. Y eso me daba mucho miedo porque sabía lo que significaba para él, por su edad y su manera independiente de manejarse. Creo que nunca lo dije, pero mi primer sentimiento fue de pena. Dije "pobre Jorge". Porque imaginaba todo lo que significaba este cambio de vida.
-Aquella noche durante la primera cena junto a los cardenales el flamante Papa Francisco les dijo, en una humorada, "que Dios los perdone por lo que han hecho".
-Y sí… (risas).
-Fue una jornada histórica...
-En San Miguel, Bergoglio era muy conocido, había estudiado en el Colegio Máximo de los Jesuitas, se había ordenado sacerdote, había hecho una parroquia, por lo que se produjo un lindo gesto espontáneo de la gente. Yo vivía a siete cuadras de la Catedral a donde sonaron las campanas sin parar más de una hora. La gente se turnaba para tocarlas y celebrar.
Habemus Papam. "Más que un presentimiento, tenía una sospecha de que iba a ser electo Papa", dijo Fenoy.
-¿Qué recuerdos tiene de lo que compartió con Bergoglio en Argentina?
-Su grandísima capacidad de trabajo. Fui secretario de él en la Conferencia Episcopal Argentina durante cinco años, siendo él Arzobispo de Buenos Aires y presidente de la Conferencia. Así que lo tuve que sufrir bastante de cerca (risas), porque era muy estricto en sus pedidos, revisaba todas las cartas que llegaban y se enviaban, estaba hasta en el último detalle. Tiene una gran memoria, eso es algo que todavía admiro de él. Y una gran capacidad de trabajo, de manera organizada, con una gran disciplina personal, acostándose temprano, con cuidados en las comidas y mucha oración.
-¿Qué relación tiene hoy con el Papa Francisco?
-Al principio de su papado lo visité tres veces. La primera fue en julio de 2013 cuando lo fui a saludar. La segunda fue cuando recibí de sus manos el palio como Arzobispo de Santa Fe, en 2018. Y la tercera fue en 2019, para la visita ad límina que hacemos los Obispos cada cinco años.
-¿Y telefónicamente hablan?
-El Papa Francisco me llama todos los años para mi cumpleaños (19 de mayo). Nunca dejó de hacerlo. Siempre me llama por la mañana. Lo hace él de forma directa, sin ningún secretario. A veces al fijo y otras al celular.
-¿Llama a todos los obispos o lo hace con usted porque siente cercanía?
-No sabría decirte eso.
-¿Y además de saludarlo qué le dice?
-Me hace bromas, como a él le gusta. Tiene mucha chispa. Después me pregunta cómo estoy, si estoy gordo o flaco, esas cosas muy domésticas.
-¿Qué le genera esa cercanía?
-La verdad que siempre lo viví de esa forma con él.
-¡Pero es el Papa!
-Sí, es cierto. Pero siempre primó su persona, lo que él fue siempre. Cuando yo le escribo lo hago como corresponde, me dirijo al Santo Padre, no a Jorge, pero igual siento su cercanía.
-¿Para qué le escribe? ¿Le pide cosas?
-Para saludarlo por su cumpleaños. Y él me responde siempre para agradecerme, en ese intercambio de correos electrónicos.
-¿No se escriben por WhatsApp? ¿No le manda un sticker del Papa?
-No, no (risas). Los debe conocer pero no se los mando (más risas).
-A mi pedido, usted me envió esta foto junto al Papa, en la que él le dice algo al oído. ¿Recuerda qué le está diciendo?
Su secretario. Monseñor Fenoy trabajó codo a codo con Francisco cuando era Bergoglio y vivía en Buenos Aires.
-No, no recuerdo qué me dijo. Esa foto fue en abril de 2019, la última vez que lo vi.
-¿Tiene previsto verlo?
-No, no hay ninguna visita en mi agenda.
-Tampoco en la de él…
-No se (risas). La agenda de él la maneja él… (más risas).
-Hablando de la agenda del Papa, los argentinos tenemos una espina. Nunca vino al país. ¿Usted qué piensa de ello?
-Es el Papa, no es cualquier argentino que está afuera del país.
-Pero vino a Brasil.
-Sí, sí. Pero no necesariamente tiene que venir a Argentina. A Brasil vino a una reunión prevista con los jóvenes, luego visitó Chile, Bolivia y Paraguay. Pero no pudo visitar Argentina por una cuestión de agenda.
-¿Usted cree que vendrá alguna vez a Argentina?
-Él dice que no descarta venir. Yo creo que no es necesario. Primero porque hay cosas que si no se hacen en un momento determinado ya no tiene mucho sentido hacerlas. Y segundo, porque elije países pequeños, llenos de conflictos, que precisan su respaldo como autoridad moral. Si viene, no va a venir por nostalgia o por turismo, tendrá que haber un sentido. Pero que ese tiempo ya pasó.
-Cada Papa es artífice de un tiempo para la Iglesia, ¿cuál es el tiempo de Francisco?
-La respuesta tiene dos sentidos. Hacia adentro de la Iglesia y hacia afuera. Hacia adentro, está haciendo un trabajo formidable de retorno al Evangelio.
-¿Qué significa eso?
-Que la Iglesia debe dejar de preocuparse de sí misma, de sus problemas, y volver a Jesús, que es su centro. Y ello lo está haciendo magníficamente.
-¿Qué es volver a Jesús?
-Es volver a sus enseñanzas, a su estilo de vida, de ternura, cercanía, misericordia y pobreza. Él insiste con que Dios es padre de todos. Incluso cuando se encuentra con otras religiones dice "todos somos hijos de Adán".
-¿Y hacia afuera de la Iglesia?
-Hacia la comunidad social y política, me parece que el Papa Francisco es hoy la mayor autoridad moral global. No hay otra. Eso es indiscutible. Por su denuncia sobre lo que él llama la globalización de la indiferencia, por ser voz de los más pequeños e indefensos, por su trabajo en el cuidado de la casa común, por el diálogo. Y, por supuesto, ello le trae consecuencias. Muchos se la tienen jurada por denunciar un sistema que descarta, margina, arrincona a los que aparentemente no sirven ni valen nada. No es un Papa políticamente correcto.
-¿Cuál es el gran desafío del Papa Francisco?
-Dios le dará el tiempo de vida que le toque. Su gran desafío será mantener hoy sus fuerzas y su lucidez para gobernar. Y deberá reforzar las reformas hacia adentro de la Iglesia lo más que pueda, dejar un camino, porque es un experto en procesos. No toma decisiones coyunturales. Mira muy hondo y lejos.
-En su tiempo de papado, uno de los desafíos de Francisco fue fijar posición sobre temas candentes como el aborto, las denuncias de abusos, delitos sexuales, corrupción, su posición respecto del matrimonio igualitario, el rol de la mujer en la estructura eclesial, entre otros. ¿Cree usted que puede hacer algo más en estos temas?
-Lo está haciendo. Quizá podemos discutir si lo hace a la velocidad de la manera que uno quisiera, pero es innegable que es muy claro cuando habla de estos temas y toma decisiones. Concretamente sobre la mujer -por ejemplo- que es imprescindible en la Iglesia, pone su papel de relieve casi diariamente. La mujer está presente no sólo en las acciones sino en la toma de decisiones. Las ha nombrado en la curia romana para ello, no son adornos. Eso es muy importante. Es cierto que no bastan las declaraciones. Hoy no podemos juzgar si es poco o mucho. Lo dirá el paso del tiempo.
-Francisco es el primer Papa jesuita, el primero proveniente del hemisferio sur y de América. ¿Tiene esto algún significado o relevancia?
-Católico significa universal. Es un lindo signo que el Papa haya surgido de acá. Auguro que esto continuará, no creo que con otro argentino (risas).
-Tuvimos a Maradona y después a Messi; tenemos a Francisco, así que falta otro…
-(risas) No, no, no, otro argentino no. Pero sí que venga de otra cultura no europea. Porque así enriquece a la Iglesia.
-¿En qué la enriqueció Francisco?
-Con su capacidad de establecer un proceso de reforma, escucha, diálogo; con gestos muy cercanos como lo son sus homilías, muy comprensibles. Luego también con gestos de mucha ternura y compasión. Francisco le dio a la Iglesia el tono latinoamericano, que es muy cálido, cercano, muy nuestro. Incluso todavía no fue del todo comprendido.
-Hablando de la cercanía, cuando el Papa era un joven sacerdote jesuita, en 1964, vivió acá en frente, en el Colegio Inmaculada, a donde fue maestrillo. Habitó la ciudad y caminó estas calles. Eso para la ciudad es algo histórico...
-Yo estaba haciendo la primera comunión (risas). Él siempre se acuerda con mucho cariño de Santa Fe. Estuvo muy poquito tiempo (un año).
-¿Se lo dijo?
-Sí, sí, claro. Él me nombró Arzobispo de aquí. Guarda un lindo recuerdo, también se acuerda del clima, del colegio, los ex alumnos y de cuando lo trajo a (Jorge Luis) Borges con la Academia Literaria. Me ha hablado de vecinos concretos de la ciudad. Tiene una memoria prodigiosa.
-Se cumplen 10 años del papado de Francisco. ¿Cuál es el mensaje para la comunidad santafesina?
-Pedimos que durante toda la semana se organice en cada comunidad parroquial y en las escuelas algún modo de celebración particular. Y el domingo 19 a las 19.30 horas voy a celebrar la misa de gracias en la Basílica de Guadalupe.
-No es tiempo de balance, pero cumplir una década invita a reflexionar. ¿Cómo cree que se lo recordará a Francisco?
-Eso será según quién lo recuerde, ¿no? Si se tiene fe y se lo verá como algo más que un funcionario. Voy a aventurar una respuesta que puede abrazar a todos. Me parece que Francisco es alguien comprometido y coherente con su vida. Comprometido con el mensaje que transmite y coherente con su vida religiosa. No es alguien frívolo, ni utiliza su poder y prestigio para otros fines. Es muy auténtico. Y yo, como sacerdote, lo recordaré siempre como alguien que me reclamó fidelidad al llamado, una persona religiosa que me invitó a ser un cura con todo lo que ello significa.
-Por último, ¿qué le enseñó Francisco?
-Que linda pregunta. Primero, me enseñó a ser sacerdote, a no descuidar la oración.
-"Recen por mí"…
-Así es, porque él reza también por nosotros. Y también siempre me pidió que no deje de estar cercano a las parroquias. A veces me quejo un poco porque lo administrativo cansa, las reuniones, las audiencias. Siempre me pide que visite a las parroquias y esté con la gente. Eso me enseñó.
-¿Cree que el Papa Francisco leerá esta conversación?
-(risas) No sé, pobre, tantas cosas le van a llegar estos días.