Casi todas las personas sienten en sus propios cuerpos, en mayor o menor medida, las consecuencias de vivir en una sociedad que plantea estándares de belleza inalcanzables. El Litoral dialogó con una activista, una psicóloga y una nutricionista, para abordar esta compleja temática de manera integral.
Las personas gordas sufren distintos tipos de violencia, que van desde no poder vestirse como se quiere sino como se puede (por la tan común “faltante de talles” de los locales de ropa), hasta no poder acceder al sistema de salud o tener que realizar ciertos estudios en máquinas para animales porque tienen un peso máximo y hay corporalidades que lo exceden.
Así define a la gordofobia Ma. Florencia Alegre, activista gorda y modelo plus size de la ciudad de Santa Fe. “Nuestra sociedad es gordo-odiante: se asume que todas las corporalidades gordas son tristes, fracasadas y feas, lo que genera un concepto de gordura que define y va moldeando la sociedad”.
La activista dialogó con El Litoral sobre la “cultura de la delgadez” y cómo premia ciertos tipos de cuerpo y los hace más visibles y valiosos que otros. “La gordura es una de las corporalidades excluidas” advierte.
Al ser un problema que atraviesa transversalmente a nuestra sociedad, existen ciertas conductas que están naturalizadas pero no por eso son menos dañinas. “Nos enseñaron desde que nacimos a opinar sobre el otro. Si es alto o bajo, gordo o flaco, lindo o feo. Opinar de forma permanente sobre los cuerpos ajenos es una construcción social, un aprendizaje desde lo colectivo” señala Sofía Juarez, psicóloga.
Sin embargo, sostiene la profesional, nos resulta imposible pensar en las implicancias que eso tiene en la construcción de nuestra imagen corporal y en la forma en que vivimos nuestro cuerpo. Si todos opinan del cuerpo de todos, ¿por qué no van a opinar del mío? “.
“Tenés que bajar de peso, te lo digo por tu salud”
Uno de los mitos más comunes en torno a esta problemática, refiere al comentario que juzga el cuerpo de otro por cómo se ve, disfrazado de comentario altruista: “Te lo digo por tu salud”. Es imposible determinar a simple vista y sólo por el aspecto, la salud o no de una persona.
“Las enfermedades no tienen talle y el IMC (Índice de Masa Corporal) no sirve para determinar el estado de salud de una persona. Podes ser una persona gorda y estar saludable, o podes ser flaco y no estar bien de salud. No existe un solo tipo de cuerpo saludable, hay un amplio margen de posibilidades” destacó Macarena Pinatti, nutricionista.
La profesional asegura que son muchos los aspectos a tener en cuenta para saber si una persona tiene un cuerpo saludable o no, y un simple cálculo matemático no alcanza para determinarlo. “Es algo que hay que hacer de forma personalizada y con un profesional”, de manera integral.
¿Cómo desterrar el gordo odio de la sociedad?
Como todos somos parte del problema, la solución es colectiva. Para tumbar estas violencias y construir una sociedad más justa y amigable, las profesionales consultadas coinciden: urge dejar de valorar a las personas por su corporalidad.
“Para empezar, dejemos de hablar de cuerpos, ya que en vez de ser una solución al problema, lo refuerza. ¿Qué otras cualidades nos definen? ¿qué podemos decir de una persona más allá de cómo se ve?” se pregunta Sofía.
Florencia asegura que el activismo “le cambió la vida”, y que visibilizar el problema es una forma de empezar a resolverlo. “Me permitió entender que no es natural odiarse, es aprendido. Es posible transformarlo, hablando y contando nuestra historia”.
“Hay muchísimo por hacer: que los locales tengan diversidad de talles, que se vean distintos tipos de cuerpo en sus redes, mostrar cuerpos gordos comiendo, yendo al gimnasio, básicamente existiendo” es una buena manera de empezar, asegura la activista.
No nacemos odiando determinado tipo de cuerpo, lo aprendemos. Por eso, Sofía destaca la necesidad de “educar en que las palabras pueden ser mortales, que los chistes son chistes si nos reímos todos, que porque a uno no le afecten las opiniones de otros, no significa que a otro no puedan afectarle. Que el conflicto con el cuerpo esconde muchísimas otras dificultades y sobre todo, mucho sufrimiento”
“El cuerpo no define la calidad de persona, y se puede gozar de salud en cuerpos no estereotipados, y estar enfermos en cuerpos hegemónicos. La clave es aprender que si no transitó el camino con el zapato del otro, no debo juzgar” concluyó.