Domingo 5.6.2022
/Última actualización 21:42
Las hubo de tiento, de cuero. Ahora los materiales son más dinámicos, asociados al plástico. Miles de millones de pelotas ruedan a lo largo y a lo ancho del mundo en busca de alegrar el corazón de niños, jóvenes y adultos. Los potreros que quedan, los parques, alguna cancha de F5 o el patio de casa, cualquier lugar es válido. La peor noticia es cuando ese preciado balón se rompe o se pincha. Frente a la desesperación que ello implica, existen profesionales, unos verdaderos cirujanos, que “reviven” el valioso objeto que le da vida al deporte. El Litoral entrevistó a Jorge Varela, titular del tradicional taller ubicado en barrio Candioti.
Cámara y edición: Fernando Nicola
De cliente a dueño
La historia del mítico lugar emplazado en la esquina de Marcial Candioti y Maipú determinó que Varela sea quien tomó la posta del antiguo dueño, Héctor Rioja.
“Yo era cliente de acá, soy profesor de educación física.Venía a comprar materiales y arreglar pelotas para poder trabajar. Surgió la posibilidad de comprarlo ya que el dueño anterior estaba cansado. Me busqué un socio y le metimos para adelante”, contó el entrevistado.
Al ser consultado sobre cómo aprendió el oficio, Varela reconoció: “Rioja nos enseñó el 90 por ciento de las cosas. Los secretos están en las herramientas que tenemos nosotros, de los tiempos, a la hora del pegado, los tipos de costura y de la forma de ajustar. Todas lo que hace a la técnica y tienen un punto justo, lo que lo hace único”.
“Una vez que lo compre al negocio, me pidieron que siga con el taller pero yo igual lo iba a hacer, por convicción propia. Le metimos y continuamos con el legado. Para mí es una responsabilidad y una satisfacción que puedo y tengo que manejarlo”, agregó el entrevistado.
Créditos: Fernando NicolaCuidar la pelota
Un viejo refrán asegura que el fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes de la vida. Y la salud de la pelota como elemento vital del deporte debe ser atendida con cuidado.
En un breve repaso, Varela comenta el paso del tiento al cuero y luego a los materiales actuales. “Hay casos particulares, como cuando viene alguien que quiere restaurar una vieja pelota, más por lo sentimental y eso me emociona”, apunta.
Fue entonces que se lo invitó a abrir el baúl de sus recuerdos, de sus anécdotas más preciadas desde que está al frente del local. “Una vez, un muchacho quiso arreglar las pelotas de las viejas y eran durísimas. La iba a guardar en un trofeo en ese estado, rota. Entonces me la dejó y cuando la vino a buscar no lo podía creer que estaba entera, nueva como para poder usarla. Fue un lindo momento”, rememoró.
Créditos: Fernando NicolaPisar la pelota
Cuando los sabios del fútbol hablan de frenar el ritmo, de pensar y distribuir mejor el juego, lo refieren como “pisar la pelota”. Salvando las distancias, es lo que tuvo que hacer este cirujano del balón para subsistir ante los recurrentes problemas económicos que tiene Argentina.
“En un momento tuve que anexar el tema de venta comercial porque no había tantos arreglos, pero ahora se revirtió”, señaló Varela.
“La gente no tiene para comprar un balón nuevo entonces lo traen para arreglarlo. Se puede decir que se equilibró la balanza”, cerró.
Si bien las de fútbol se llevan las miradas, en el taller de barrio Candioti se reparan pelotas de básquet, las “guindas” de rugby y también de voley.