La falta de vocación sacerdotal en los jóvenes preocupa a la Iglesia Católica argentina y fue uno de los principales temas que fueron abordados la semana pasada durante la asamblea plenaria de obispos de todo el país.
En la actualidad son sólo 14 los jóvenes seminaristas. El tema fue abordado en el último plenario de obispos. “El testimonio de los sacerdotes quizá no es tan claro para los jóvenes. Pienso que no estaremos a la altura, brindando un testimonio de alegría, de entrega suficiente, para lograr el entusiasmo”, confesó con crudeza el arzobispo Sergio Fenoy. Habló de la celebración de Mama Antula y puso un alerta por la cuestión social.
La falta de vocación sacerdotal en los jóvenes preocupa a la Iglesia Católica argentina y fue uno de los principales temas que fueron abordados la semana pasada durante la asamblea plenaria de obispos de todo el país.
La Conferencia Episcopal se reúne dos veces al año, en abril y en noviembre. La reunión de fin de año sirve además para realizar un balance y plantear las preocupaciones que marcarán la agenda del año entrante. “Nos hemos detenido bastante en la realidad juvenil y las vocaciones sacerdotales, que es un tema que nos preocupa a todos”, dijo el arzobispo de Santa Fe, Monseñor Sergio Fenoy, en una entrevista ofrecida a El Litoral en la sede del Arzobispado, tras su participación de la reunión sacerdotal.
“Ninguno en este momento en la Iglesia está exento de de sufrir la disminución de las vocaciones, sean religiosas femeninas o religiosos masculinos”, agregó Fenoy durante la extensa charla en la que se pasó agenda por varios temas de interés público. “En este momento tenemos sólo 14 seminaristas en Santa Fe y cinco seminaristas más en Rafaela”, enumeró el Arzobispo, para graficar la preocupación que reina en la Iglesia. “Son pocos”, reflexionó luego. “Estoy contento con lo que tenemos porque creo que estamos haciendo un lindo camino de formación, pero esa necesidad de mayor vocación la experimentamos todos”, arrojó. Por ese motivo, “hemos dedicado un día entero (en la asamblea de obispos) para ocuparnos de esta situación”, dijo Fenoy.
-¿Cuántos seminaristas había antes en Santa Fe?
-Cuando yo llegué aquí, en 2018, ya el número era escaso. En un momento llegábamos a 20, pero en años anteriores había hasta 40 seminaristas. Así que estamos en menos de la mitad. Están faltando vocaciones.
-¿A qué atribuyen la falta de vocaciones?
-En esta asamblea no hemos analizado las causas, sino qué es lo que podemos hacer, cuáles son las acciones que podemos realizar. Ahora bien, ¿a qué atribuyo la ausencia de vocaciones? Primero, me gusta mirarme a mí. Debe ser que falta nuestro testimonio. El testimonio de los sacerdotes a lo mejor no es tan claro, no es tan elocuente para los jóvenes, porque me parece que el primer llamador es el propio cura. Así que yo quiero empezar por mí. Pienso que no estaremos a la altura, no estaremos brindando un testimonio de alegría, de entrega suficiente, para lograr el entusiasmo. A veces el cansancio, alguna crisis, algún modo de ser, enturbia el testimonio, y el joven no se siente atraído. Esto puede pasar en cualquier vocación. Vos sos periodista, ves un periodista que te gustó y querés ser periodista. Falta el testimonio que tendríamos que dar.
Fenoy mencionó luego otro problema vinculado a la falta de vocaciones y lo relacionó a “la falta de acompañamiento, que es fundamental”. En ese sentido dijo que “no es fácil hoy por hoy acompañar a los jóvenes, tenerles paciencia y escucharlos”. Y agregó: “Para nosotros es muy importante el acompañamiento espiritual, la dirección espiritual y la confesión. Y como faltan curas y hay mucho trabajo, falta el acompañamiento que tenemos que darles a los jóvenes. Sin acompañamiento difícilmente un joven se decida a seguir su vocación espiritual”.
-¿Cuánto puede influir el contexto sociocultural?
-Yo quiero dejar ese factor cultural en un tercer lugar, porque quiero empezar siempre por casa. Y creo que estas dos cosas son nuestras (de la Iglesia) y debemos corregirlas: nuestro testimonio y nuestra capacidad de acompañar a los jóvenes. Después, estos chicos son de una generación que es muy vulnerable. Los medios de comunicación social han puesto en el tapete situaciones de la Iglesia muy dolorosas como, por ejemplo, la pedofilia o relaciones con el poder político, que también influyen.
-La corrupción humana…
-Cierto, la corrupción humana. El ambiente cultural siempre influye, sobre todo a una cierta edad cuando son más grandes y cuando es muy fuerte el bombardeo. Por otra parte hay un descreimiento hacia las instituciones y la sensación de que no hay nada para siempre, y lo nuestro es un compromiso para siempre. Esos son todos elementos psicológicos, culturales y afectivos que también pesan. Pero a mí me gusta siempre insistir más en los problemas propios, porque los otros van a estar siempre.
-¿Qué le dice usted como arzobispo a ese joven que tiene dudas sobre su vocación espiritual?
-Tengo poco para decirle. Primero, que enfrente el deseo, que no lo oculte, que no lo niegue, que no mire para otro lado, que se enfrenten con lo que siente. Y después, que lo converse con alguien. Si no encuentra un sacerdote, que lo hable con un buen amigo, con sus padres, con alguien que que entienda un poquito la índole de la vocación, con alguien de fe. Es muy importante enfrentar el llamado, no esconder la cabeza como el avestruz, como solemos decir, y conversarlo con alguien, sacarlo, y ser prudentes en el discernimiento: ni dejarlo en el cajón y tirarse a la pileta de manera de loca y tonta. Esos son los dos consejos que yo puedo dar, además del espiritual, que es seguir su camino de oración, su camino de lectura del Evangelio; a eso lo doy por descontado.
-¿Puede influir en la falta de seminaristas el crecimiento de otras Iglesias?
-No creo, no creo, no creo que influya eso, no, no. Eso es un sube y baja. No conozco los números de las otras confesiones religiosas, sería interesante saberlo.
-¿Cómo impacta en el funcionamiento de la Iglesia la falta de sacerdotes?
-Eso sin ninguna dudas que influye. Nosotros ya estamos pensando en un sistema de atención pastoral que no esté centrado exclusivamente en el sacerdote o en el diácono, en alguien ordenado. Mi deseo es promover cada vez más los liderazgos laicales para que puedan asumir con mucha responsabilidad, preparados, con un perfil de servicio y no de autoritarismo. Yo ya estoy pensando en eso.
En la asamblea plenaria de obispos tomaron la decisión de pedirle explícitamente al Papa Francisco que visite Argentina el año entrante. “En cada reunión se hace un telegrama de saludo al Papa. Esta vez pusimos con un poquito más de énfasis en la invitación, fue como un poco más más puntual”, dijo Fenoy.
-¿Intuye que el Papa Francisco vendrá a Argentina?
-No lo sé, no tengo intuición (risas). El Papa es muy libre en esto, ¿no? Hasta ahora no hemos recibido respuesta. En el medio está su salud y su edad. Algo que lo aflige profundamente ahora al Papa es la guerra. Entonces, él verá. Pienso que también estarán el deseo de ver a su Patria, estar en su tierra.
-¿En qué momento del año define el Papa la agenda del año entrante?
-No lo sé.
-¿Cuándo habló con él por última vez?
-Últimamente nos estamos manejando por mail, no por teléfono. Fue hace dos meses. Yo se lo escribo en la computadora y él me contesta en un manuscrito. Nunca ha dejado de responderme, pero la verdad es que yo intento no molestarlo, lo hago menos posible, porque tiene grandes preocupaciones, las mías son nimias.
-¿Hablaron de su posible visita?
-No. Hablamos de cuestiones personales.
Mientras se llevaba adelante el plenario de obispos se conoció la noticia de la consagración del Papa Francisco de Mama Antula como la primera santa argentina. El Papa fundó su argumento para consagrarla en un milagro que se le atribuye ocurrido en Santa Fe.
Se trata de la supervivencia milagrosa de Claudio Perusini (nacido en Santa Fe en 1959), quien en 2017 sufrió un “ictus isquémico con infarto hemorrágico en varias zonas, coma profundo, sepsis, shock séptico resistente, con fallo multiorgánico”, y tras permanecer en la Terapia Intensiva del hospital José M Cullen en estado vegetativo durante 28 días, con presuntas lesiones cerebrales irreparables, recuperó su salud. Sus familiares le habían pedido esto a Mama Antula. De allí el presunto milagro y la consagración.
“Cuando llegué a Santa Fe, en diciembre de 2018, clausuré lo que se llama el proceso sobre el milagro de Mama Antula -recordó Fenoy-. Se tuvo que recabar las informaciones, consultas médicas, entrevistas con la persona que fue curada, la historia clínica, un trabajo muy exhaustivo y muy completo. Yo terminé ese trabajo que se había empezado”, dice.
Pero más allá del milagro “a mí me ha impresionado siempre mucho la figura de Mama Antula”, confesó el arzobispo. Entonces “decidí en ese momento que en la Catedral iba a haber una imagen de ella, independientemente del milagro. Y quizás el milagro reforzó un poco esa decisión. Pero yo quería tenerla porque para mí es un ejemplo de una mujer que en el 1700 recorrió medio país descalza para hacer presente la Compañía de Jesús que había sido expulsada. Recibió críticas de los vecinos, de los obispo; la trataron de loca, le tiraron piedras, y ella siguió promoviendo a la mujer, promoviendo los Ejercicios Espirituales, catequizando, abriendo casas de ejercicios. Es una maravilla de mujer fuerte, entregada. Esa capacidad, ese arrojo, esa audacia, para mí fue deslumbrante. Y la verdad que yo le tengo mucha devoción, le rezo todos los días, independientemente del milagro, de que sea santa. Me alegro de que la canonicen, pero yo ya le rezaba. Y en ese momento dije: tiene que haber una imagen en la Catedral, cerquita de Santa Teresita.
-¿Habrá alguna celebración particular en la ciudad por esta consagración de Mama Antula?
-Voy a hacer todo lo posible para que la imagen esté, para que le rindamos culto cuando el Papa determine su fecha de fiesta.
“Los curas le debemos dos cosas a Mama Antula. Primero, la devoción de San Cayetano. Ella fue la que trajo al país su devoción bajo el aspecto de la Providencia. Y fijate vos cómo ha calado en nuestro pueblo San Cayetano. Y segundo, la devoción al Niño Jesús. Ella fue la primera que le pidió a los sacerdotes que el día de Navidad les den a besar el Niño Jesús a los fieles, como un gesto de ternura”, contó Fenoy. “Me parece una figura a rescatar por encima de los milagros. El milagro confirma, ratifica, pero ratifica una vida. Bueno, yo me quedo con la vida”.
-Lo último que le pregunto es sobre la cuestión social. Con esta realidad que nos está atravesando a todos, con esta inflación, la plata que no nos alcanza para llegar a fin de mes, la Iglesia cumple un rol importante en los barrios, en el acompañamiento de la gente, y también en la asistencia a través de Cáritas. ¿Qué es lo que está viendo? ¿Cómo lo están manejando?
-En la práctica, en lo concreto, se está manejando a través del trabajo en Cáritas. En cuanto al reclamo de comida, no tanto de los bolsones, en los comedores hay más necesidad. Lo estamos viendo porque lógicamente dentro de esa inflación, tanto la vestimenta como el alimento es inalcanzable. A nivel más local, Cáritas sigue atendiendo estas necesidades junto a otras organizaciones. Lo están haciendo lo mejor posible. La Conferencia Episcopal no ha querido hacer un pronunciamiento la semana pasada. Pero el cardenal Ángel Rossi en su homilía pidió una jornada para rezar por la patria (convocada para este viernes en todo el país).
Ofrecimiento
“En momentos tan difíciles como éste, además de la asistencia nosotros siempre nos ofrecemos para la posibilidad del diálogo, de estar presentes en el reclamo como ciudadanos. La situación es extremadamente dura. Está siendo un año difícil”, dijo Fenoy.
Por último, cabe mencionar que n la misa para celebrar los 450 años de Santa Fe, el martes pasado el arzobispo Fenoy consagró a la ciudad al Corazón de Jesús, lo que significa ponerla bajo el cuidado de la Virgen o del Corazón de Jesús.
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