Prendas usadas "se buscan": las ferias americanas se consolidan en Santa Fe
Son una forma de ganarle a la inflación ya que los precios son ostensiblemente más económicos que comprar ropa nueva. El santafesino ya quebró el prurito de usar prendas de segunda mano y hoy estos emprendimientos ya tienen una clientela fidelizada.
Caro tiene la feria en el garage de su casa, de barrio Candioti Sur. "Formamos con otras ferias una comunidad de entre 20 y 30 emprendedores que hacemos eventos comunes en el Skatepark", contó. Crédito: Manuel Fabatía
Algunas tienen 12 años, otras 7, otras son de formación más reciente. Fueron creciendo y consolidándose como una opción a los comercios tradicionales de ropa en la ciudad de Santa Fe y hoy no queda barrio donde no pululen. Se las puede ver en garajes de viviendas particulares, en pequeñas vidrieras alquiladas o en locales enormes que ya se transformaron en emporios. Son las llamadas "ferias americanas" y la característica es que venden ropa usada, de segunda mano.
La otra particularidad es que allí las prendas son dos, tres o cuatro veces más baratas que las nuevas, y hasta aún más económicas en algunos casos. También, en estas ferias se consiguen piezas únicas, porque son de una determinada época o bien porque es ropa de marca que no se encuentra fácilmente en la ciudad y menos a esos precios.
Una clienta revisa la ropa del Nuevo Mercadito Vintage, de la emprendedora Mechi. Crédito: Manuel Fabatía
En el garage de una vivienda particular de Necochea al 3000, Caro Pérez tiene su feria vintage urbana "Candioti Sur" desde hace tres años. Ella usa la modalidad de consignación. "Tenemos un sistema de colaboradores que vienen y traen las prendas que ya no usan y, cuando van saliendo las ventas, pasan a retirar el dinero o cambian el crédito por prendas. A mí me queda un porcentaje de lo que se vende", destacó.
La joven dijo que las clientas buscan precio pero destacó que no es lo único que mueve a estas ferias, sino que es más bien un concepto, una forma de vestirse distinto. "Acá hay variedad, y las chicas que vienen encuentran ropa única, algo que les llamó la atención, que les tocó alguna fibra porque son de una época determinada, una confección que ya no viene. Y eso no se consigue en cualquier lado", destacó Caro. Y añadió: "Las que vienen al local saben que tienen que tener tiempo: vienen, dejan su mochila y se instalan hasta dos o tres horas eligiendo, se prueban, conversamos".
En ese sentido, dijo que la ropa circula y contó una anécdota del metier. "Me pasó que han vuelto al local prendas que se fueron hace un año o dos, y vino la colaboradora que las había dejado acá y las reconoció como suyas. Se ve que circularon y las volvimos a vender". Mezclados con la ropa, discos y revistas viejas le imprimen un toque vintage al local.
Más económicas
En cuanto a los costos, en la feria Candioti Sur, Caro refirió: "Nuestras prendas no tienen ninguna comparación con las tradicionales, donde una camisa nueva está a $ 16.000; la verdad que cada vez es más inaccesible la ropa", dijo. Allí se puede conseguir desde una blusa de $ 800 ó $ 1.000 hasta lo más caro de $ 7.000 u $ 8.000 que puede ser un enterito de marca.
En tanto, Mechi, propietaria del Nuevo Mercadito Vintage, ubicado en San Martín y Candido Pujato, dio ejemplos de precios en su feria. "Un short de jean común, no de marca, está $ 6.000 en un negocio tradicional y acá yo los tengo en $ 1.500; un vestido hindú bordado lo tengo a $ 3.000, pero también tengo otros de fibrana a $ 1.500 ó $ 2.000, dependiendo todo del estado de la prenda, la tela y el modelo", contó.
Parte de la ropa que ofrece en su local es nueva y ella misma viaja a Buenos Aires a comprarla. "La pongo barata igualmente, una remera batic nueva a $ 2.500, por ejemplo", dice Mechi, que dejó de utilizar el sistema de consignación porque las "mecheras" le robaban mercadería. Por esta razón, la titular de esa feria decidió optar por otra modalidad: comprar directamente la ropa a las proveedoras que le dejan prendas de segunda mano. Allí también se pueden conseguir carteras, zapatillas, perfumes y hasta bijouterie.
La Feria Americana Chic, de calle Sargento Cabral al 2000, tiene una gran variedad de prendas y una clientela fidelizada que busca marcas reconocidas. Crédito: Manuel Fabatía
"Este negocio está hace 7 años instalado en esta esquina y vendía ropa bien vintage, entonces venía gente con amor a esas prendas. Ahora cambié un poco los productos, por ropa más actual, de otra calidad y de marca, y la clientela fue cambiando también: vienen mujeres profesionales a buscar ropa linda", comentó.
Ropa seleccionada
Mechi agregó que las clientas se fijan mucho si la ropa tiene manchas, si está en buen estado, si no está muy vieja o tiene la tela percudida. "La gente es muy cuidadosa al momento de comprar, así que una también tiene que serlo a la hora de seleccionar las prendas para exponer", señaló.
Por su parte, Milagros, de la Feria Americana Chic, ubicada en Sargento Cabral al 2000, ya tiene un local enorme con gran variedad de prendas y una clientela fidelizada de un amplio rango de edad: mujeres de entre 15 y 65 años que buscan marcas y calidad. "Tenemos prendas de cualquier estilo, edad, variedad de talles y hace unos años sumamos la parte de niños también, pero no se vende tanto como la ropa de mujer", dijo la propietaria del local.
Las clientas, como en toda feria americana, buscan precio, pero a veces se encuentran con que la ropa de marca tiene un costo un poco más elevado del que pensaban ver este tipo de local. "A veces se asustan porque piensan que en una tienda de second hand van a encontrar todo muy barato, pero tenemos que llegar a un intermedio entre las proveedoras -que quieren recibir determinado dinero- y las clientas. Igual la gente que maneja los precios de la ropa de marca nueva, sabe que acá la encuentran muchísimo más barata", indicó.
La emprendedora dio algunos ejemplos: un vestido de una marca muy conocida y que nuevo cuesta $ 50.000, en la feria chic se puede conseguir a $ 10.000. También hay prendas muy económicas, de $ 1.000 ó $ 2.000, cuando en un negocio tradicional pueden salir $ 6.000 ó $ 7.000. "Nos traen hasta ropa con etiqueta, o sea que no la usaron; también de marcas internacionales que no las encontrás en otro lado", indicó.
"Muchas clientas compran acá por la situación económica, pero muchas otras por estilo de moda y de vida vinculada a la sustentabilidad. Hay mujeres que nos sigue desde hace 12 años, encuentran modelos y prendas únicas", dijo Milagros, quien se maneja con el sistema de consignación y retiene el 50% de la ganancia de cada prenda.
"Cuando arrancamos, la gente veía como algo raro comprar ropa usada, pero ahora se fue adaptando y ya lo adoptó como un estilo de vida; se armó una clientela fiel", cerró.
Aesthetic
La feria Kadmel, de San Lorenzo al 3100, vende ropa de segunda mano con un estilo distinto, del look "aesthetic", que es ropa cómoda y con aspecto deportivo de los años '80, '90 y 2000. Camila contó que su clientela son adolescentes y adultos, muchos de ellos jóvenes universitarios. "En estos tiempos hay que buscar una alternativa de ahorro, por eso las ferias americanas están teniendo mucho impacto", dijo la emprendedora. En su local no se vende necesariamente ropa de marca pero sí prendas únicas. Las remeras están entre $ 1.900 y $ 2.300 dependiendo de la calidad y el estado, los pantalones a $ 3.000 y las polleras y bermudas a $ 2.500.