"Se tiene que viralizar la prevención, no el desafío", dice una psicóloga
Retos virales: sugieren hacer campañas públicas para "advertir" a los chicos
La ejecución de programas públicos pondría a circular información en las escuelas, familias, clubes, que son los ámbitos donde niños y adolescentes se mueven. Así lo dice Ana Fracchiola, del Colegio de Psicólogos de Santa Fe.
"No cualquier niña, niño y adolescente se suma a estos desafíos. Los retos, la virtualidad, pueden estar dando indicios de otra cosa", dice la especialista (la foto es ilustrativa).
Los retos virales, varios de ellos peligrosos, comenzaron a ser una preocupación para muchos padres, debido a que algunos terminaron con la trágica muerte de niños y adolescentes. Hay casos en todo el mundo, uno reciente acontecido en el sur de Santa Fe a mediados de enero. Una niña de 12 años de Capitán Bermúdez falleció cuando estaba haciendo por TikTok el desafío del blackout challenge, que consiste en colocar algún objeto alrededor del cuello (una soga, un cinto) hasta asfixiarse y desmayarse.
La licenciada en Psicología, Ana Fracchiola, del área de Niñez y Adolescencia del Colegio de Psicólogos de Santa Fe, dialogó con El Litoral sobre qué hace que los chicos se sientan atraídos por este tipo de retos, si hay cuestiones de salud mental involucradas y si los padres tienen herramientas para actuar de forma preventiva. La psicóloga Natalia Giussani, coordinadora de ese equipo de trabajo, también participó de la conversación con el diario.
Una de las cuestiones que se marcó es que un hecho de estas características siempre abre interrogantes al mundo adulto, al tiempo que Fracchiola apeló a la ejecución de programas o campañas públicas para hacer circular información en las escuelas, familias, clubes, para que -de esta manera-, los niños y adolescentes estén advertidos sobre los riesgos de participar de estos desafíos.
-¿Qué hace que los chicos y adolescentes se sumen o se sientan atraídos hacia este tipo de retos virales peligrosos?
-Lo que se está transitando epocalmente tiene más interrogantes que respuestas; las preguntas son fecundas porque nos ayudan a poder pensar y discernir cierta realidad que nos interpela. Sobre qué convoca a que los chicos se sumen a esta cuestión, hay que marcar una diferencia: una cosa es la infancia, y otra es la edad de 12, 13 y 14 años, cuando entran a la adolescencia. En la infancia hay ciertos juegos que tienen que ver con lo simbólico y que son recursos que tiene el niño para elaborar determinadas situaciones de la cotidianidad. O sea, que aparezca el juego en los niños es muy bueno, es lo esperable y es lo que uno propicia.
Ahora ¿Qué pasa cuando en la adolescencia aparecen estos retos como juegos, que no tienen características de juegos en sí, sino que por el contrario, hay un contenido vacío?. Aquí ya hay que pensar en el tema de la salud mental de niñas, niños y adolescentes. ¿Tengo que sumarme a este reto para pertenecer a un grupo?, ¿Qué pasa si no me sumo?,¿Por qué ahí no aparece un "no" a esto que me hace sentir mal?,¿Qué relato tiene esto que llamamos juego? Me parece que no cualquier niña, niño y adolescente se suma a estos desafíos. Los retos, la virtualidad, pueden estar dando indicios de otra cosa, y quizá ese adolescente ya viene dando señales.
-¿Qué pueden hacer los papás frente a esto?
-Aquí nos seguimos planteando interrogantes: ¿Los padres solos?, ¿Qué hacen los profesionales frente a esto?, ¿Los profesionales solos?; ¿Qué hace una maestra en un aula?, ¿Un docente solo?. Y la respuesta es que solo, en una isla, no se puede. Esta es una situación que amerita una política pública que pueda acompañar con campañas, con la creación de un dispositivo que permita generar la prevención ante estos hechos, que se pueda hablar sobre este tema en aquellos espacios por donde circulan niños, niñas y adolescentes: la casa, la escuela, el club, el barrio, el centro de salud; es decir, instituciones del territorio. El reto viral va a seguir estando, pero el que tiene que estar advertido es el adulto y el pibe.
-Algunos especialistas sugieren fomentar desde chicos un diálogo entre padres e hijos, que incluya preguntarles acerca de las redes sociales y el mundo virtual. ¿Acuerda con eso?
-Venimos de dos años de pandemia donde todo pasaba por la virtualidad y donde, justamente, para estos incipientes sujetos -estos niños, niñas y adolescentes-, la virtualidad es la realidad. Entonces, y lo planteo en término de hipótesis, establecer una diferencia entre realidad y virtualidad es algo que tiene que construirse. Nos parece que si el tema de los retos virales peligrosos se habla en la escuela, en el club, si los adultos están advertidos y capacitados al respecto porque hay una política y una campaña de prevención, va a ser mucho más sencillo poder ponerles palabras. Entonces, algún chico del grupo que está participando de ese reto, puede decir: "pará, viste que esto salió en la tele", "a esto lo hablamos con la maestra", "sobre esto algo dijo la profe de natación"; y en función de eso va a poder recurrir a un adulto. Pero si esto no se habla, no se advierte o lo habla cada papá o mamá por su cuenta, la prevención quizá no será tan fructífera.
"Un mundo donde pensar diferente genera agresión"
-Ahora hablamos de retos virtuales, pero son similares a los juegos presenciales de antaño, donde el que perdía, tenía una prenda que a veces también era riesgosa...
-Son los denominados ritos de iniciación; el problema es que esto se produce en chicos cada vez más chicos. Acá también podemos hablar un montón de cuestiones y empezar a trabajar las diferencias: qué pasa si yo no me sumo a este grupo o no quiero hacer eso que vos me decís; qué pasa con el que piensa diferente. Estamos viendo por televisión que la diferencia parece que no enriquece, sino que separa, genera agresión, violencia; todos los días presenciamos un juicio de 8 jóvenes que están imputados por haber matado a otro joven. En términos intra-psíquicos, decimos "esto que aparece y no se liga"; porque no se propician espacios para que se produzca esta ligadura: ¿Qué hacen estos niños, niñas y adolescentes con esto que les pasa, que les sucede, con estos sentimientos que les generan temor, bronca, miedo, rabia?
Entonces, si con relación a la salud mental de niñas, niños y adolescentes empieza a aparecer fuertemente una política de resguardo, los retos virales van a estar, pero vamos a encontrar más chicos con una posición subjetiva más firme que digan: "no, yo a esto no me sumo", o "mirá papá, mamá, profe, me están proponiendo esto". Pero todo requiere de un trabajo que hay que hacer.
-¿A qué se refiere cuando recomienda una política pública relacionada a la salud mental de niñas, niños y adolescentes?
-Hicimos un plenario a fines de noviembre del año pasado donde trabajamos justamente con los profesionales que están en el territorio: en el Hospital de Niños, en el Mira y López, Sayago, en los centros de salud, en la Secretaria de Niñas y Adolescentes, en el Equipo Socioeducativo del Ministerio de Educación. Lo que hicimos fue problematizar esto: ¿Dónde está la política pública que pueda pensar en los niños, niñas y adolescentes? Es decir, poder convocar desde el territorio para conocer cuáles son los problemas, las dificultades, para saber cómo se puede trabajar en materia de salud mental de los niños, niñas y adolescentes, qué dispositivos se pueden llevar adelante.
-¿Un chico de 12 ó 13 años se puede dar cuenta por sí solo de si ese reto que le proponen hacer es peligroso?
-Se podría dar cuenta si está advertido de esto, si aparece un bombardeo, una campaña; al menos algo le puede llamar la atención y se puede hacer una pregunta. En la infancia los niños no disciernen con claridad aquello que puede resultar peligroso, son los adultos -o debieran serlo- quienes lo cuidan y lo advierten. Después, un poco más grandes se dan cuenta del riesgo porque hubo un otro -un padre, madre o adulto presente- que lo va cuidando, que le va advirtiendo y así el sujeto se va constituyendo. Por eso, lo que se tiene que viralizar es la prevención, no el reto.
-¿Están recibiendo los psicólogos a padres preocupados por el tema del uso de la tecnología y cierta adicción que generan los celulares, los juegos?
-Yo trabajo con padres y adolescentes y en el último tiempo me han consultado porque los adolescentes empezaron a manifestar dificultades para salir de sus casas. El contacto con sus compañeros, llevarlos a la escuela y retirarlos porque se descomponen, se sienten mal, y ese adolescente que no puede transitar otros espacios que no sea la casa. ¿Y qué hace en la casa?, ¿Qué tiene a mano? El celular, la computadora y la tablet. Entonces me parece que no es una causa, sino la consecuencia: "no me animo a esto", "no puedo hacer aquello"... Entonces, ¿Qué puedo hacer dentro de este lugar, de este espacio, donde pareciera que puedo estar cómodamente?. Bueno, me quedo con el celular, la compu.
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